Dicen que los hijos siguen el ejemplo de los padres, no los consejos. Pero se dicen tantas cosas... Lo cierto es que más allá del valor de predicar con el ejemplo, hay muchas cosas que un padre le puede transmitir a un hijo o hija. Eso, claro, no significa que se comprenda el valor de la eventual sabiduría impartida por parte de quien ya anduvo recorriendo los caminos de la vida, saboreando victorias y tragándose derrotas.

Eso sí, cuando quien fue el hijo empieza a encarar él mismo la paternidad, aquello que sonaba condescendiente empieza a cobrar sentido.

La relación entre padres e hijos siempre fue un tema jugoso para hacer chistes y contar anécdotas divertidas, y muchos comediantes han recurrido a su infancia (o a una infancia imaginada) para hacer reír. El comediante de stand up estadounidense Bill Burr, por ejemplo, se basó en sus años como hijo para crear una serie animada de varias temporadas, que puede verse en Netflix: F de familia (ver recuadro), que además de risas también tiene momentos dramáticos y conmovedores.

Le pedimos a cuatro comediantes uruguayos que nos contaran tres consejos que le dieron sus padres y que recién entienderon cuando ya eran adultos y habían encarado la paternidad o estaban a punto de hacerlo, como en el caso de Eduardo “Canario” Fernández.

Foto: Giulliana Rabosto

Germán Medina.
“El mayor aprendizaje fue entender que todo lo que él hacía por mí era lo que creía mejor en ese momento. De adolescente, creés que los padres están ‘en contra’ de vos. Pero cuando crecés y tenés un hijo, entendés que todos los padres hacemos lo que podemos, y siempre desde el amor absoluto", contó Medina.
"Otro consejo que siempre me dio fue el concepto de ahorro y que recién ahora entiendo como fundamental para poder administrarse bien con un hijo a cargo. Mi padre, además, siempre fue un ejemplo de autogestión en los arreglos de la casa. Se las ingeniaba para arreglar cualquier cosa. Hoy siendo padre, mi hijo no tiene la misma suerte y se da cuenta que ¡su padre es un inútil! (risas)”, concluyó.

Foto: Gentileza

Eduardo “Canario” Fernández.
El popular “gaucho influencer” hace una aclaración antes: “Hablo desde el lugar de que tuve una madre que también fue padre”, dice y recién después cuenta qué tres cosas entendió ahora que está por nacer su hija y no cuando su madre se las decía: “‘Cuando sea grande, sea sencillo y humilde. Eso la va a abrir más puertas que la soberbia’.
Otra cosa que entendí de grande era cuando me decía que uno tenía que ir tras aquello con lo que soñaba, y que para poder hacerlo había que tener persistencia y dedicación, porque fácil no hay nada en la vida. Y que lo que llega rápido, también se va rápido.
Lo último: cuando me retaba, me decía algo así como: ‘Ya lo vas a entender cuando seas padre’. Y bueno, creo que muchas cosas las estoy entendiendo porque voy a ser padre”.

Ernesto Muniz.
El comediante, docente, productor y director cuenta que en su casa siempre había muchos artistas, muchas charlas, filosofía y pensamiento. “Mi padre tenía muchas ‘verdades’, en esas charlas siempre estaba su voz, fuerte. Sin embargo, a mí nunca me dio demasiados consejos. Como que tenía muchas verdades para los demás, pero no para mí. Creo que fue un consejo como por omisión porque la distancia, creo, es un gran consejo. Mis amigos decían ‘mi padre me dijo que’ tal cosa. Y a mí no me decía nada.
Como padre intento lo mismo, no dar verdades absolutas”. De todas maneras, su padre sí lo aconsejaba en términos más terrenales. Pero para Muniz, algo de eso trascendió hacia posturas de vida. “Cuando me estaba enseñando a andar en bicicleta, me decía que no dejara de pedalear, que si no me iba a hacer pelota. Ahora, eso me parece un buen consejo por cómo es la vida: no hay que dejar de pedalear”.
Muniz cierra: “Me mandaba a comprar cigarrillos luego me decía que nunca fumara. No lo entendía, y me molestaba mucho. Recién cuando fui grande comprendí que él estaba tomado por el vicio, y que entonces me estaba diciendo ‘no entres en este espacio que es imposible salir’. Nunca fumé en la vida, y él fumó hasta hace unos diez años más o menos”.

El cómico y guionista (¿Quién es la máscara?, La Tele) Germán Bernárdez recuerda la frase: “Siempre hay que levantarse de la mesa con un poco de hambre”. Pensaba que tenía que ver con disfrutar de las cosas hasta justo antes de que aburran, y así disfrutarlas por más tiempo. Pero no: “Descubrí que ese consejo, lo que dice claramente es que cuando seas padre te vas a levantar siempre con hambre de la mesa, porque tus hijos van a querer que les traigas agua, que les cambies la cuchara, ir al baño, prender la tele, apagar la tele y así hasta el infinito”.

Otro: hay que apagar las luces que no se usan. “Quien tenga hijos comprenderá la sensación de sentirse una especie de Super Mario que en vez de andar rompiendo ladrillos y saltando sobre tortugas, se pasa la vida apagando interruptores, televisiones, consolas y computadoras. Y que es mucho más lindo gastar el aguinaldo en las vacaciones que en la factura de la luz. ¿O no?”.

Bernárdez cierra con un recuerdo: “Cuando mi papá se enojaba, le salía una especie de discurso de personaje de Star Wars o El señor de los anillos, algo tipo: ‘Mmpgjfrdfffdggrr… les juro que…grrpffdpf…por mi vieja...hggrfpffpatadaenelculopdpdpfffp…vayan a dormir’. Hoy que soy papá entiendo que se estaba aguantando unas tremendas ganas de putearnos a mi hermano y a mí por estar a las carcajadas a las 2 am mirando South Park o un partido de la C de México. O eso creo. Papá si estás leyendo, explicame si estoy en lo cierto por favor”.

Cuando al actor y comediante Bill Burr (The Mandalorian, Breaking Bad) se le ocurrió crear una serie animada basada en su infancia, lo hizo con varios propósitos. Uno de ellos, mostrar cómo ha cambiado la relación entre padres e hijos desde que él era niño hasta estos días.
En más de una entrevista, Burr (nacido en 1968) ha contado que no era socialmente inaceptable que su padre le diera, a él o a su hermano, algún sacudón. “De joven -cuando la gente no usaba cascos para andar en bicicleta- yo contaba historias familiares y la gente se reía. Fue pasando el tiempo y esas historias ya no causaban gracia. ‘Oh, tiene que haber sido tan difícil para ti‘, me decían y yo respondía ‘No, no. A veces yo merecía que me pegaran por lo que hacía’. Y se me ocurrió hacer una serie, pero tenía que ser animada, porque sabía que no iba a ser aceptado ver a un padre pegarle a un hijo con actores”.