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De Colombia a Uruguay en un Twingo tuneado: la historia de Judith y Juan Manuel

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TRAVESÍA

Esta pareja salió a recorrer Sudamérica en su auto; la pandemia los dejó en un lugar inimaginado y ahora pasan el verano en el norte del país

Judith Cardona (39) y Juan Manuel Parra (37) han descubierto cosas que los han sorprendido de esta penillanura levemente ondulada. Desde febrero de 2020, cuando cruzaron desde Argentina hacia Uruguay por el puente internacional de Fray Bentos, han tenido la oportunidad de conocer 16 de los 19 departamentos. “Más que muchos uruguayos”, bromea Parra. La pandemia por el coronavirus les ha dado tiempo.

Esta pareja de bogotanos está, en estos momentos, en Artigas, donde pasaron Navidad. Y, en unos días, arrancará para conocer los tres departamentos restantes: Treinta y Tres, Cerro Largo y Florida. En total ya han hecho 55 mil kilómetros desde julio de 2016 cuando decidieron comenzar el proyecto Twingo Sudaca: un viaje por el continente en su auto. Han estado en Ecuador, Perú, Bolivia, Argentina, Paraguay, Brasil y Chile. A pesar de que su espíritu es nómade, Farra asegura que, por el momento, no piensan dejar Uruguay.

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Los paisajes naturales de Uruguay maravillaron a los viajeros

Enamoramiento.

Playas: sí. Naturaleza: sí. Gente: sí. Asados: absolutamente, sí. Invierno: sufrido. Mate: demasiado amargo y muy caliente. “Ni el café lo tomo tan caliente”, apunta Parra.

Cardona explica que han intentado de probarlo de diferentes formas pero, hasta ahora, es la única costumbre uruguaya que no los ha conquistado.

Todo lo demás los ha enamorado. La mayor sorpresa se la llevaron en el Valle del Lunarejo, un paisaje protegido de Rivera con varios cursos de agua, cerros, saltos de agua, bosques y pastizales. “No nos imaginábamos que existiera un lugar así en Uruguay porque siempre lo veíamos muy plano y nadie lo menciona. En la zona pudimos vivir la cultura gaucha, la música local y eso nos encantó”, comenta Cardona. Parra añade: “Ahí se siente más el Uruguay de raíz”.

Lo mismo han sentido en Valle Edén y en San Gregorio de Polanco (ambos en Tacuarembó) o en las canteras y talleres de ágatas y amatistas en Artigas. “No estábamos informados de ninguno de estos lugares”, apunta la bogotana. Llegaron con muy pocas referencias y porque en octubre –luego de varios meses en Maldonado donde una familia les prestó una cabaña para pasar los meses de mayor frío– decidieron tomar la ruta 5 al ver en el mapa que disecciona el territorio por la mitad.

Cuando se enteraron la noticia de que el país declaraba la emergencia sanitaria estaban en La Paloma. Hasta ese momento, el 13 de marzo, no habían seguido ninguna noticia porque estaban en un plan de desconexión total. Su primer pensamiento fue que la situación se normalizaría en pocos días y que todavía podían permanecer “relajados” en la playa. Hasta que entendieron que la pandemia no se iba a ninguna parte y que ellos no iban a poder continuar el viaje; es más, después de casi cuatro años debían permanecer quietos en un sitio. Además, su familia desde Colombia les hablaba de una realidad totalmente diferente: allí tenían cuarentena obligatoria y ya, en los primeros meses, los muertos por COVID-19 se contaban por miles.

“Somos muy afortunados de estar en Uruguay; por unas semanas casi nos agarra en Argentina porque pensábamos volver. Gracias a Dios fue aquí en Uruguay”, cuenta Parra.

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Remodelado para convertirlo en dormitorio, cocina y baño de emergencia.

Casa rodante.

¿Y por qué Twingo Sudaca? Primero porque se mueven en el “Twinguito”, su vehículo por ocho años que fue remodelado para que sea una casa en movimiento. Y, segundo, porque la meta era conocer Sudamérica, de punta a punta, sin miedo a usar esa palabra que en otros continentes es despectiva.

Salvo en invierno y salvo invitaciones, la pareja duerme en la parte de arriba de su auto. Allí tienen una carpa a la que acceden por una escalerita. El asiento trasero fue removido para colocar allí una cocina y espacio de almacenamiento.

“Tenemos un baño de emergencia”, dice Cardona. Llevan una carpa vestidor que se puede utilizar como ducha. Así han recorrido más de 300 ciudades y pueblos en más de 260 rutas.

El viaje lo solventan con trabajo freelance: Cardona es especialista en marketing digital y Parra es ingeniero electrónico. Hacen páginas web, manejo de redes sociales y hasta arreglos de computadora. También venden postales con sus propias fotografías y venden artesanías que aprenden en los destinos para llevar “un poco de cultura de cada país” a otro.

Parra concluye: “Hemos sentido una hospitalidad muy grande en Uruguay. En cualquier parte sale a reducir la solidaridad de la gente. Nos invitan a asados y a noches de hospedajes. Estamos aprendiendo la cultura uruguaya”. Pero, bueno, la asignatura del mate esa sigue pendiente.

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