TURISMO

En todo el territorio nacional hay unos 500 templos católicos entre parroquias y capillas. Más allá de las creencias de cada uno, desde el lugar de turista se puede apreciar la riqueza histórica, patrimonial y arquitectónica de los templos, las obras de arte en pinturas, imágenes y vitrales de estos lugares sagrados.

El turismo religioso es una de las mejores maneras de conocer la cultura, la historia y las tradiciones de un país: desde la antigüedad se tiene constancia de viajes y desplazamientos masivos de personas por motivos religiosos; las peregrinaciones ocurren desde la Edad Media.

Sus impulsores afirman que el turismo religioso promueve la cultura y la convivencia entre los pueblos, crea conciencia sobre el patrimonio común de la humanidad y provee recursos para la preservación.

Este año se celebró en Uruguay por primera vez el Congreso Internacional de Turismo Religioso y Sustentable, en el que se destacó que este tipo de turismo mueve unas 300 millones de personas al año en el mundo.

Para estas vacaciones de invierno –aunque se trata de un turismo no estacional–, conocer capillas y santuarios es una propuesta ideal para salir a recorrer el interior.

En esta nota acercamos una serie de lugares que merecen una visita.

Ubicado en Nueva Helvecia (departamento de Colonia), es el primer santuario filial de Schoenstatt en el mundo del original en Alemania. Fue construido en 1943 por las Hermanas de María en el parque del Colegio Mater Ter Admirabilis. En la entrada se encuentra la estatua del P. José Kentenich, fundador de la congregación de la Hermanas Marianas.

Personas de todo el país se acercan a este santuario para poder disfrutar de danzas alpinas y de gastronomía típica.

Al norte del balneario La Floresta (Canelones) se encuentra el santuario dedicado a la Virgen de las Flores, del Movimiento Orionita en Uruguay y donde vivió su fundador, San Luis Orione.

La imagen de la Virgen fue traída desde Bra (Italia) en 1874. Es una talla de madera, recubierta de yeso, de 1,60 metros de altura. El templo es una construcción de estilo sobrio y sencillo. El ambiente interior, iluminado naturalmente por los vidrios de color amarillo, transmite una sensación de paz y serenidad.

La capilla Fenocchi, ubicada en Cardal (Florida), fue fundada por un inmigrante italiano que llegó a la zona en la segunda mitad del siglo XIX. Se levantó como un homenaje y un símbolo de resiliencia, tras la muerte repentina de cuatro de las hijas de Pedro Fenocchi, que fueron afectadas por una epidemia de difteria que azotó la región en 1889. La misma permanece casi igual a cuando se construyó en 1891.

El entorno, caracterizado por una vegetación espesa, se caracteriza por tener una energía particular y una apariencia de bosque encantado. Es un lugar cargado de historias y leyendas populares, que imponen respeto.

En 1982, 466 años después de la llegada de Juan Díaz de Solís a donde hoy es Punta del Este, se ubicó un pequeño altar donde reposa una imagen de Virgen de la Candelaria. Es una talla en madera pintada, de un poco más de un metro de altura, del escultor Carolino Lazo.

Tras un ciclón se perdió en el mar y a los dos días fue encontrada y trasladada a la iglesia que lleva su nombre para su restauración. Luego regresó a la ermita donde está rodeada por cientos de mensajes de agradecimiento.

Dedicada al Santo Pío de Pietrelcina, está ubicada en la estancia La Aurora, sobre del río Daymán, en el límite entre los departamentos Paysandú y Salto. Los dueños de la estancia, la familia Tonna, la construyeron junto a colaboradores anónimos, motivados por su fe religiosa. La imagen está hecha de cemento armado y polvo de mármol blanco. Está colocada dentro de una gruta construida con piedras del lugar. Fue inaugurada y bendecida el 25 de mayo de 1987.