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Los alfajores le cambiaron la vida a una floresina; produce 4.500 unidades al mes

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Cuatro de Julia

HISTORIAS

Julia Olarte creó Cuatro de Julia, alfajores de los gustos más variados con los que logró salir de un mal momento en su vida. Su objetivo es contar con un punto de venta en cada departamento.

"Sin alfajoreros no hay alfajores”, frase de cabecera de Julia Olarte (45), una floresina que logró que seis alfajores se transformaran en una producción de 4.500 mensuales en apenas dos años. No fue un milagro, pero nació de un momento especial.

“Yo venía pasando medio mal anímicamente y dije ‘no va más, quiero estar bien, quiero hacer algo que me llene y que me guste’”, cuenta. En alguna época había trabajado como administrativa en un taller, pero convertirse en madre de cuatro hijos hizo que tuviera que optar por dedicarse enteramente a cuidar de su familia.

“Tenía que elegir algo que yo estuviera en casa para seguir con mis hijos. Cocinar siempre me gustó, sobre todo las cosas dulces y me quedaban bien. Entonces llegaron estos alfajores que son de una receta modificada por mí a la que le agregué ingredientes que me gustan”, recuerda.

Cuatro de Julia
Se llaman Cuatro de Julia por sus hijos: Lucía (8 años), Pilar (16), Belén (14) y Marcelo (13). 

Acondicionó el garaje de su casa y puso manos a la obra. Pero no alcanzaba con que le compraran sus conocidos, tenía que apostar a más. Entonces fue a la estación de servicio de su amigo Horacio Martínez y le dijo "voy a empezar a hacer estos alfajores. Vos probalos, si te gustan y me querés dar una mano a mí me encantaría que los pudieras vender”. Le compró seis, pero con la condición de poder devolvérselos si se vencían. “Pensé ‘pah, si a mí me devuelven un alfajor por vencido me muero, no hago más nada”, apunta a El País.

Los entregó en una canasta que colocaron en la vidriera. Julia pasaba cada tanto para ver si había menos alfajores hasta que un día le pidió a una amiga de su hija que fuera a comprar uno. Volvió emocionada diciendo: “¡Quedan tres!”.

“Ahí empecé y empecé y hoy estoy haciendo 4.500 por mes. Capaz que un poco más, es según el mes. No tengo uno igual al otro”, señala esta emprendedora que encara todo el proceso de producción sola, incluso el empaquetado.

Empieza a las 5 de la mañana o hasta más temprano cuando tiene plazos de entrega.

“Ahora tengo una chica que viene unas horas a ayudarme. Mismo mis gurises me dan una mano para sellar”, explica haciendo referencia al sello de calidad que concede el departamento de Flores.
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“Se llama Gruta del Palacio y es un sello distintivo del departamento que me abrió muchas puertas. Por ejemplo, la Intendencia me compra alfajores para regalar a los visitantes importantes”, acota.

Una máquina comprada con moneda alfajor

Julia estiraba la masa con palote. Un día fue a la estación de servicio de su amigo Horacio Martínez y contó que estaba juntando plata para comprarse una máquina para esa tarea. “Yo te la compro y vos me la pagás con alfajores. Lo único que te voy a pedir es que nunca me falten alfajores en ninguno de los dos locales”, le dijo Cristina, la encargada de las estaciones. Fue así que a Julia la máquina le costó 2.200 alfajores. Ahora hizo un trato similar para comprar un horno más grande, pero pagando la mitad con alfajores y la otra mitad con dinero porque es más caro.

Los acompaña con frases motivadoras.

¿Cómo son los alfajores Cuatro de Julia? “Riquísimos”, responde entre risas su creadora. “Es el típico alfajor de dos tapas de galletitas, dulce de leche y baño de chocolate”, describe. Enseguida agregó la variedad bañada en chocolate blanco y la de nieve.

Con una amiga emprendedora que produce mermeladas elabora los Sabores del Geoparque, entre los que hay alfajores de frutilla con menta con baño de chocolate o de naranja con menta. “Voy buscando sabores o sugerencias de clientes, me animo y pruebo… siendo alfajor, cualquier sabor. Ahora quiero imponer el alfajor de membrillo y chocolate blanco”, anuncia.

Lo que se resiste es a perder el carácter artesanal de su producto, por eso, aunque hay quienes le sugieren que utilice conservantes; ella se niega y prefiere que duren 60 días. Igual no llegan a vencerse, se venden muy rápido.

Lo artesanal no solo se limita a la producción, sino también a todo lo que viene después. “Yo envuelvo, empaqueto, mando…”, cuenta. ¡Ah! Muy importante: escribe la frase o mensaje que acompaña cada alfajor.

“Me parece que es lo que lo hace diferente, lo hago desde que arranqué. Empecé con el papel de embalaje de las encomiendas, lo cortaba con trincheta y ponía dos pedacitos de nylon para que el chocolate no se derritiera y traspasara el papel. Y en cada alfajor ponía una frase escrita por mí que era según mi estado de ánimo; si estaba bien, iba todo divino, y si no era un bajón”, recuerda de sus comienzos, en enero de 2019.

Después empezó a entregar los alfajores en bolsas de papel en las que también escribía una frase. Frase que hoy no pueden faltar porque se la reclaman. “Mi hermana vive en Montevideo, en su trabajo le encargan alfajores y me cuenta que esperan la frase”, confiesa.

Los Cuatro de Julia viajan por Uruguay y el mundo

La meta de Julia es tener al menos un punto de venta por departamento. Actualmente tiene: 19 en Flores, 7 en Montevideo, 1 en Carmelo, 1 en Mercedes y 1 en Florencio Sánchez. También está en ferias, como la de ecoferiantes de Flores. Este año iba a participar de la Expo Activa, pero se suspendió por COVID. Se ha presentado en la Expo Prado y en el LATU. Cuenta que sus alfajores se compran para llevar de regalo al exterior. “He mandado a Brasil, Dubai, Italia, Alemania, España, Francia, Canadá, México, Chile y Estados Unidos”, dice. Tiene Instagram, Facebook y Twitter.

Más y más trabajo.

Para Julia el boca a boca es la mejor publicidad. Además le gusta mucho el contacto con la gente, por eso se compró una bicicleta, la acondicionó con un cajón y tiene pensado salir a repartir alfajores por el barrio. ¿El problema? ¡No tiene tiempo!

Si parecen muchas todas las horas del día que le dedica a Cuatro de Julia hay que agregar que se hace espacio para su otra pasión, la natación. “Estoy entrenando para el Sudamericano y Panamericano Master de Medellín que es en mayo de 2021”, acota.

Destaca lo fundamental que es el apoyo de su familia, amigos y, obviamente, la gente, “el pueblo de Flores”. “Las devoluciones que me hacen me emocionan, que alguien que ni te conoce te ponga que son los alfajores más ricos o que nunca había probado un alfajor así, me encanta”, confiesa.

Siente que está viviendo un sueño que parece no tener fin y aún así no deja de proyectar. Por ejemplo, ganó una licitación para abrir un local propio en la esquina de su casa en el que planea trabajar con estudiantes de cocina de UTU.

Una de las cosas que más quiere es que su experiencia sirva de ejemplo a otros emprendedores, que sepan que hay que tener fe y seguir adelante incluso cuando las cosas parecen venirse abajo. “No dejen de intentarlo; cuando yo empecé ni por casualidad se me ocurrió que algo así me pasaría. Es precioso ser feliz por algo que hacés con todo tu amor y dedicación. Vale la pena”, destaca orgullosa.

Pero hay algo que le gusta más aún: escuchar la forma en que la gente pide su preciada creación. “No dicen ‘quiero un alfajor’, dicen ‘quiero un Cuatro de Julia’. Eso para mí es lo máximo”.

Mucha variedad

Empezó con el alfajor típico: dos tapas de galletitas, relleno de dulce de leche y baño de chocolate. Luego fue sumando sabores: chocolate blanco, nieve, coco, relleno de frutilla y menta o naranja y menta. Hoy quiere imponer el alfajor de membrillo y baño de chocolate blanco.

Cuatro de Julia
Los primeros fueron los clásicos de chocolate rellenos de dulce de leche.

Frases motivadoras

“Me gustás porque siempre me comprás alfajores” , “Tu felicidad comienza con este alfajor” o “Cada día es una nueva oportunidad, ¡agradece!” son algunos de los ejemplos de los mensajes que Julia escribe de su propio puño y letra. Hoy la gente los espera tanto como al alfajor.

Cuatro de Julia
Escribe frases y mensajes desde el primer día y ahora no pueden faltar porque se las reclaman.

Bicicleta adaptada

Julia se compró una bicicleta a la que le sumó un cajón para hacer ella misma reparto y venta de alfajores por Trinidad. Hasta el momento no la ha usado mucho por falta de tiempo, pero le gusta tanto el contacto con la gente que sabe que algún espacio encontrará.

Cuatro de Julia
Ni bien tenga un poco de tiempo, piensa salir en su bicicleta por Trinidad a repartir alfajores.

Es una de las iniciativas elegidas por Sembrando

Julia se anotó en el llamado de la Agencia Nacional de Desarrollo (ANDE) convencida de que se iba a ganar el crédito no reembolsable para equipar su local. Por eso, cuando le contaron del programa Sembrando de Presidencia de la República, lo dejó pasar. Justo el día en que se vencía el plazo para inscribirse en Sembrando le comunicaron que lo de ANDE no salía. “Si no se me da una cosa, se me va a dar la otra”, dijo y se anotó. Finalmente resultó una de las seleccionadas para recibir una mentoría, que consiste en seis charlas con personas que puedan ayudarla en las áreas que más lo necesita. Ella eligió la parte contable y marketing y le sugirieron visitar un lugar de trabajo de características similares a lo que ella hace. Fue así que estuvo en Granjas Limay. “Me encantó la conversación; yo me imaginaba que era todo guau, pero no, el dueño también empezó como yo, de abajo”, contó. Sembrando la volvió a convocar para ser parte de la góndola que se instalará en supermercado Disco con productos de emprendedores uruguayos. También le aconsejaron que se hiciera una caja para los alfajores, tarea para la cual la ayudó la agencia de publicidad Amén. “No tiene una frase, como quizás me hubiera gustado, pero tiene palabras que te invitan a comerte el alfajor”, describió Julia. Además ha trabajado mucho con Sellin, empresa de triple impacto que, a través de la innovación social, desarrolla oportunidades para micro y pequeños productores de todo el país.

Cuatro de Julia
Julia con Lorena Ponce de León, responsable del programa Sembrando de Presidencia.

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