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La diva argentina tiene una aparición breve pero divertida en dos capítulos de esta serie de Martín Piroyansky sobre dos muchachos con una banda de rock y los líos que provocan
No parecía difícil, incluso para periodistas desconfiados con las nuevas generaciones, imaginar que Martín Piroyansky estaba llamado para cosas grandes. Eso se vislumbraba en Tiempo libre, una miniserie que escribió, dirigió y protagonizó para la UN3TV, el canal de la argentina Universidad Nacional Tres de febrero, en 2014.
Pero lo que sí parecía improbable era que su carrera se cruzara con la de Susana Giménez, la mayor diva rioplatense. Pero cosas aún más inusuales han sucedido así que Susana tiene una participación especial en dos capítulos de Porno y helado, el primer proyecto de Piroyansky para Amazon y que se estrenó ayer.
También entraban en el rubro de las cosas que eran difíciles de imaginar hace un tiempo que la serie de una plataforma global se rodara en Montevideo y que Humberto de Vargas haga de esposo de Susana Giménez.
O que en el elenco aparezcan un montón de actores uruguayos. Entre ellos están Roberto Suárez, Diego del Grossi, Jimena Márquez, Horacio Camandule, Leonor Svarcas, Gabriela Iribarren, Matías Singer, Néstor Guzzini, Guillermo Lockhart y varios más.
La primera temporada son ocho capítulos de unos 35 minutos que siguen a dos treintañeros aburridos y poco talentosos —Pablo, interpretado por Piroyansky, y el Ramón, que hace Nacho Saralegui— que se cruzan con Ceci (Sofi Morandi), una pilla que los convence de que el camino más rápido a la fama y el dinero es formando un grupo de rock. Se bautizan, quizás, acertadamente, como Los débiles mentales pero el problema es que no saben nada de música aunque se esfuerzan. Se meten en algunos líos, incluyendo un escándalo político que involucra un éxito pop y transformismo. Las canciones no están mal.
Giménez, en su primera serie para televisión, tiene algo más que un “cameo”, el término con el que definió su participación cuando charlócon El País. Tiene, de hecho, un papel secundario en los capítulos seis y siete como Roxana, la esposa del senador y candidato a la presidencia que interpreta De Vargas.
Roxana tiene un extraño fetiche con Construcasa, la tienda de artículos para el hogar en la que trabaja Ramón. Es una compradora compulsiva que encuentra placer sexual en recorrer las góndolas del local y en comprar todo lo que se le cruza, seduce a Ramón con fines que no quedan muy claros pero que, entre otras cosas, incluye ponerle canillas en el ombligo y bailar un tango. Porno y helado es así de rara. Y ahí está su gracia.
Aunque más conocida por su papel como conductora, vedette y modelo y desde siempre como diva, este es el primer proyecto en el que Giménez se vincula, como actriz, así de directamente desde Esa maldita costilla y eso fue en 1999. En 2015 actuó en teatro con La piel de Judas.
En todo ese período su actuación se limitó a algunas apariciones esporádicas en series y a su papel de Susana Spadafuccile en los sketches, en general con Emilio Disi, de su programa de televisión. Su papel más importante sigue siendo el protagónico de La Mary en 1974, una película marcada por su tórrido romance con Carlos Monzón.
En Porno y helado se presta a ese tiene un tono bien alocado (y hasta por momentos surrealista) al que la invita Piroyansky, quien tiene 35 años e integra una generación de notables creadores de comedia argentinos de los cuales acá está Santiago Korovsky. Es un libretista gracioso y su personaje, algo de Woody Allen con peinado rolinga (y parecido al que hacía en Porno para principiantes) de Carlos Ameglio) le calza perfecto.
Susana es una forastera en ese mundo y eso es lo mejor de su aparición especial, ese “cameo” de dos capítulos en una comedia rara para ella pero que la actualiza un montón.