Brilló en los escenarios europeos, dirigió a celebridades como John Gielgud y Kenneth Branagh, entrevistó a Astor Piazzolla y Atahualpa Yupanqui, entabló una amistad con Harold Pinter e interpretó a Artigas, Pinochet y otros personajes históricos en sus monólogos. La lista de logros del uruguayo Walter Acosta no termina ahí. Resumir siete décadas de prolífica trayectoria no es tarea fácil.
Un recorte de diario que una vecina le dejó debajo de la puerta, con un aviso de la BBC, le cambió la vida y lo llevó a Londres, donde vivió durante 23 años. Repartió su arte por el mundo y ganó reconocimiento internacional; sin embargo, su corazón sigue en Las Piedras. Allí nació el profundo amor por el teatro que lo mantiene activo, lúcido y lo impulsa a seguir subiéndose a las tablas… incluso a sus 90 años.
"No quiero imaginarme la despedida de las tablas. El teatro me mantiene vivo. Es un ejercicio de perseverancia, dedicación, de no aflojar, de enfrentar nuevos desafíos. Y todo eso ayuda a vivir", asegura a El País.
Este jueves estrena Ser o no ser, un monólogo que recorre los personajes más emblemáticos de Shakespeare. Confiesa que memorizar los textos del dramaturgo inglés fue un verdadero reto: "Ha sido un duro ejercicio de seis horas diarias durante seis meses". La elección de volver con Shakespeare tampoco fue casual: a lo largo de su carrera, representó obras suyas en Las Piedras, Londres, Ginebra, Francia y Valencia.
Quedan solo dos oportunidades para ver a Walter Acosta en escena, el viernes y sábado a las 20:00 en el Teatro AGADU. Las entradas están disponibles en Redtickets.
Walter Acosta y sus primeros pasos en Las Piedras

Todo comenzó hace más de 70 años, en las aulas del liceo de Las Piedras. Allí, el profesor Delgado Robaina descubrió el talento de Walter Acosta y lo invitó a participar en una obra que se presentaría en el cine del pueblo, ya que en ese entonces Las Piedras no contaba con una sala de teatro. Acosta se lució como el zapatero en La zapatera prodigiosa, de García Lorca, y repitió como protagonista en otras dos obras los años siguientes.
"Esas experiencias con el grupo teatral del liceo fueron mis primeros desafíos importantes y formativos", recuerda, agradecido por el apoyo de su docente.
En 1954, ese mismo profesor lo animó a inscribirse en la Escuela de Arte Escénico del Teatro El Galpón. "Preparamos varias escenas, di la prueba de ingreso y entré", cuenta Acosta, que por entonces viajaba cada noche en tren desde Las Piedras a Montevideo, decidido a seguir su vocación.
En paralelo, asistía a la UTU de Canelones, donde se recibió de mecánico tornero. "Es un conocimiento básico muy especial", dice. Sin embargo, prefiere no recordar el tiempo que trabajó en los talleres del Ministerio de Obras Públicas: "Fue un período durísimo", confiesa.
Mientras tanto, junto a otros artistas de Las Piedras, creó un ciclo de divulgación teatral en la biblioteca del pueblo, que cada tres meses dedicaba una jornada a interpretar escenas de distintos dramaturgos. Esa experiencia fue clave para formar un grupo estable y conseguir una sala propia.
"Insistimos mucho hasta que nos alquilaron un viejo galpón a un precio accesible. Así nació nuestra modesta sala, con 64 butacas, que bautizamos Teatro Independiente Los Comediantes", recuerda Acosta sobre aquel espacio, que inauguraron en 1962 con Jorge Dandin, de Molière.
El recorte de diario que llevó al uruguayo a la gloria

El quiebre en su vida sucedió poco después. Una noche de 1967, llegó a su casa y encontró un recorte de diario con un aviso de la BBC: buscaban a alguien con experiencia teatral y manejo de inglés para trabajar en Londres. "Me lo había dejado una vecina que sabía que yo hablaba inglés. Armé mi currículum, hubo intercambio de correspondencias, pruebas y me salió un contrato que fue el inicio de más de 30 años en Europa", repasa.
Viajó solo, y tres meses más tarde la BBC se encargó de trasladar a su esposa e hijos. Comenzó como informativista en el Servicio Latinoamericano, condujo programas culturales y uno llamado Tango esquina Londres, del que atesora conversaciones inolvidables con figuras como Piazzolla y Atahualpa Yupanqui.
Integrar el Departamento de Drama del Servicio Mundial de la BBC le permitió trabajar con grandes actores. Dirigió a un joven Kenneth Branagh, quien recién salía de la escuela de arte dramático, además de a John Gielgud y Trevor Howard. También forjó una amistad con el dramaturgo Harold Pinter, quien, según Acosta, "nunca hablaba de sus obras. Su tema preferido era el cricket".
Se jacta de haber sido promotor del teatro latinoamericano en Europa y de haberse dado el lujo de interpretar a figuras históricas como Pinochet, Lope de Vega, Bertolt Brecht y Artigas. En su monólogo Exilio y mate amargo, recreó los últimos años del prócer uruguayo: "Lo imaginé quemando los papeles de sus grandes campañas: las Instrucciones del Año XIII o el Reglamento Agrario", relata.
Su huella y legado en estos 70 años de trayectoria son innegables. A sus hazañas, se suma que ha sido reconocido con el Premio Casa de las Américas en 2001 por El escorpión y la comadreja, y con el Premio Florencio en 2023 por El último molino.
Acosta destaca el "renacer extraordinario" de la actividad teatral uruguaya y se lamenta de que las dificultades económicas que marcaron su carrera en los años 50 persistan hoy. "La famosa ley del teatro no se termina nunca. Todos los partidos políticos tienen su responsabilidad en esta ausencia incomprensible de no apoyar el movimiento teatral como corresponde", denuncia.
—¿Qué le diría al profesor que lo invitó a actuar?
—Lamentablemente no tuve la posibilidad de agradecerle personalmente porque falleció durante mi largo periplo en Londres. Él me lanzó, algo vio en mí. Nunca me tuteó. Me decía: "Usted, Acosta, tiene que hacer esto".
—¿Cómo le gustaría que lo recuerden?
—Me gustaría que me recuerden por alguna de las obras que he hecho. Pero sobre todo por el compromiso cotidiano que tengo hacia y con el teatro: esa disciplina y perseverancia. Podría ser un buen ejemplo para jóvenes actores que quieran dedicarse al teatro como vocación de vida.
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