La última incursión de Eric Bana en el streaming fue en la primera temporada de Dirty John (2018, en Netflix), miniserie que exploraba las relaciones tóxicas y la manipulación en el terreno amoroso. Bana era ese John, un atractivo médico que seducía a la exitosa Debra, y terminaba envolviendo su vida perfecta en la costera Newport Beach en una pesadilla de la que no podía despertarse.
Y claro, Bana exploraba allí esa presencia que ha signado a sus personajes desde el comienzo, un semblante noble y sensual, un aplomo envidiable, una fortaleza arrebatadora. Pero detrás siempre asoma un extraño halo de inquietud, un signo de incierta dualidad, una posible trampa que se avecina.
Algo de eso aparece en Indomable, el policial de Netflix que sigue siendo lo más visto de la plataforma en Uruguay y que incluye una naturaleza salvaje, un crimen brutal y un investigador que guarda celosamente su pasado.
La aparición de Bana en el cine no podía haber sido más prometedora. Este australiano nacido en Melbourne, de ascendencia croata y con un abuelo paterno que pasó por la Argentina en la década de 1950, se volvió un exitoso comediante a comienzos de los 90 gracias al programa Full Frontal en el prime time de la televisión australiana. Desde allí parodió a las estrellas desde Arnold Schwarzenegger hasta Sylvester Stallone, y el éxito lo llevó a conducir su propio programa en 1996.
Aunque se convirtió en una celebridad local, fue el cine el que lo empujó hacia Hollywood. En 2000 su compatriota Andrew Dominik lo eligió para ser el protagonista de su ópera prima: Chopper, retrato de un asesino.
Era la historia de Mark Read, un asesino violento, misógino, acusado de numerosos crímenes, que se convirtió en informante de la policía y autor de libros sobre su vida criminal.
Bana construyó el personaje más allá de ese modelo original y su personalidad extravagante, que inspira miedo y repulsión, y al mismo tiempo una extraña fascinación perversa, le dio a Bana una temprana consagración para su incipiente carrera.
Y entonces llegó una oferta: ser el increíble Hulk.
Luego de trabajar con Ridley Scott en La caída del halcón negro (2001, HBO Max), Bana desembarcó a lo grande en Hulk (2003) de Ang Lee, un experimento representativo de lo que se avecinaba en términos de industria. El universo de los superhéroes sería el territorio de exploración de las próximas décadas.
Paradójicamente los orígenes en el humor satírico de Bana aparecieron solo de vez en cuando en su larga carrera posterior, dejando aquella vis cómica en pequeños destellos: el propio Hulk y la consciencia de su poder como tragicomedia; su aparición en Funny People de Judd Apatow junto a Adam Sandler y Seth Rogen, Special Correspondents (2016, Netflix), de Ricky Gervais, y su voz en algunas películas de animación.
Además fue Héctor en Troya (2004, Prime Video y HBO Max), de Wolfgang Petersen, e incursionó en Star Trek (2009, Paramount+), dando vida al malvado Nero. Estuvo en dramas románticos como Pura suerte (2007, HBO Max) de Curtis Hanson, junto a Drew Barrymore, y la más exitosa Te amaré por siempre (2009), como el viajero del tiempo casado con Rachel McAdams.
La paternidad y la responsabilidad son los dilemas rectores de su personaje en Indomable, al igual que lo eran para el agente secreto Avner Kaufman en Munich (2005), de Steven Spielberg. Líder de un comando del Mossad encargado de hallar y asesinar a los terroristas de la organización Septiembre Negro, responsable de los atentados en las Olimpiadas de Múnich en 1972, Kauffman es uno de los mejores personajes de Bana, en una de las mejores películas que lo tuvo como protagonista. El agente no solo debe abandonar a su mujer embarazada y cambiar su identidad, sino también embarcarse en una operación militar clandestina que implica más de un interrogante para su moral.
Además, Múnich mostró esa sombría estela que acompañaba a Chopper en cada monólogo amenazante y es ese destello de mudo horror el que acompaña, ahora en silencio, al guardaparque Kyle Turner en Indomable.
Creada por Mark L. Smith (guionista de El renacido y creador del western American Primeval para Netflix) y su hija Elle Smith, Indomable conjuga el esplendor del Parque Nacional Yosemite en California con la intriga clásica de un policial de procedimiento. Una joven cae desde lo alto de un acantilado y su cadáver queda colgado de las sogas de unos montañistas que intentan salvarla. Si bien los indicios señalan un suicidio, el agente Turner de la División de Servicios de Investigación de Parques Nacionales, encargado de hacer la primera revisión al cuerpo, está convencido de que la víctima huía de alguien. Con la asistencia de una joven guardabosque recién llegada, Turner deberá sortear las inmensas dimensiones de Yosemite, los obstáculos dentro del entramado de autoridad en el parque, y sus propios fantasmas, enredados con el historial del personal y los ocupantes ilegales del lugar.
Turner es un antihéroe arrogante, casi a la manera desagradable del Chopper australiano que dio fama a Bana, en este caso dentro de los márgenes de una ley que desdeña, al igual que a sus mandos inferiores, y que condimenta con el maltrato intermitente a su exesposa, Jill (Rosemary DeWitt), con quien comparte un dolor profundo y no resuelto. Ese agitado interior, tan explotado en el universo del policial contemporáneo, de ecos noirs y alma de true crime, encuentra en Bana un avezado intérprete, que ofrece sus aristas con calma y profundidad, desde su relación problemática con el alcohol hasta la escondida humanidad que asoma en la relación con Paul Souter (Sam Neill), quizás el único hombre al que verdaderamente aprecia y respeta.
“Sentí una conexión inmediata con Kyle”, revela el actor en una reciente entrevista con Los Angeles Times en referencia a la primera lectura del guion en 2019, durante su estancia en Australia (donde vive cuando no está filmando). “No sé si fue el amor compartido por la naturaleza y cómo eso afecta nuestra mente y nuestro bienestar, o la intriga por su identidad, su viaje emocional en la vida”.
Paula Vázquez Prieto, La Nación /GDA
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