La figura de Canal 12 que ordena su caos en terapia, se le ofendieron dos famosas y no para de trabajar

Hace streaming, radio, televisión, tiene tres obras en cartel, otra a punto de estrenarse y ya piensa en Los Chobys para el Carnaval 2026. Leo Pacella está en mil kioscos a la vez y no se queja. Decidió resignar su tiempo libre para embarcarse en proyectos que le llenan el corazón, como el teatro, o animarse a probar propuestas nuevas, como Caraduras (Teledoce). Resignó sus preciadas mañanas andando en bici por la rambla para estudiar letra o escribir los guiones de La culpa es de Colón (Teledoce), por un fin mayor: “Todo lo que me ofrecen me entusiasma”, confiesa a El País.

El actor y humorista elige creer que este trajín es temporal, y que esta no será su vida de aquí a la eternidad, porque si no, pasaría angustiado, yendo de un lado al otro sin disfrutar de lo hermoso que le regala su profesión. Aun así, el tiempo libre es uno de los temas que lo ocupa en terapia por estos días. Se ordena, se enfoca y se detiene para saber dónde está parado y qué siente.

El que empezó a ir a clases de teatro para provocar en otros el mismo placer que sentía cuando se tentaba en el tablado del Buceo, hoy copó los medios y la cartelera teatral con su humor. Está en el streaming Mucho junto a Germán Medina y Noelia Etcheverry, participa de La mesa de los galanes (Del Sol), hace La culpa es de Colón, recorre el país también con Medina en Caraduras, y tiene cuatro obras de teatro en paralelo.

Los jueves actúa en La guionista del presidente (Teatro del Anglo), los viernes en La obra que sale mal (Teatro del Notariado) y los sábados comparte escena con Danna Liberman en Entre ella y yo (también en el Anglo). Pero desde el viernes 1.° de agosto deberá bajarse de una: estrena La vida continúa, dirigida por Adriana Da Silva, en el Teatro Metro, y no puede estar en dos lugares al mismo tiempo. Aunque si pudiera, lo haría: el público en vivo es su motor.

En esta nueva comedia, producida por Diego Sorondo, hace dupla con Coco Echagüe y se pone en la piel de un empresario al borde de la quiebra. “Me gustaría hacer todos los personajes, y eso te pasa cuando están bien logrados”, asegura.

El estreno de La vida continúa (entradas por Redtickets) es la excusa para conversar con Pacella sobre su presente a mil por hora, su vínculo con el dinero, la terapia, el amor por el teatro, el Carnaval y más.

Foto: Archivo El País

—Estás en mil cosas a la vez. ¿Cuándo dormís?
—Lo estoy trabajando en terapia, porque me entusiasma todo lo que me ofrecen. Lo que no conozco, por el hecho de vivir una experiencia nueva. Entonces termino haciendo programas que ni sé. Y las cosas que me gustan, como el teatro, me dan ganas de hacerlas todas. No debería ni siquiera estar leyendo una obra para el año que viene, pero me invitan y leo. ¿Y cuándo la voy a meter? ¿Un martes? Tenés que parar, porque si no, no lo disfrutás.

—¿Cómo hacés con la letra? ¿Tenés mucha memoria?
—No, de hecho me cuesta, y estudio muchísimo fuera de los ensayos.

—¿Cómo disfrutás del tiempo libre?
—Lo que más estoy extrañando es andar en bici. Me iba una hora todas las mañanas a la rambla, y también la usaba para trasladarme. Pero ahora, como tengo que estudiar letra, viajo más en Uber y ya no salgo de mañana. Ya había hablado con mi psicóloga: sabía que iba a estar apretado. Ella me preguntaba si era una zafra o si iba a ser así mi vida, porque eso cambia todo.

—¿Te ayuda a ordenar el caos la terapia?
—Es eso: sentarte y pensar. ¿Qué me pasa con esto? ¿Qué siento? Yo sé que me encanta todo lo que hago, pero nunca me detengo a ver cómo lo puedo aprovechar mejor. Hablo mucho del tema del tiempo. Hoy vale más la hora y media que me lleva ir y volver de una grabación que la morisqueta. Esa hora se transforma en mi tesoro. Poder salir a andar en bici todos los días de mañana para mí es el pan. Cuando lo hablo, lo hago consciente. Sé que voy a estar apretado, pero quiero hacer las tres obras, es por un tiempo, después bajo. Por lo menos me hace disfrutar. Si pensara que esta va a ser mi vida para siempre, estaría triste, porque estoy yendo de un lado para el otro como un loco, sin disfrutar.

—¿Te llegás a preguntar para qué trabajás tanto?
—Sé por qué lo hago: es lo que más me gusta. Por eso es peligroso también, porque mis tiempos libres pueden ser ensayar. Un buen plan de sábado puede ser escribir los tres programas de La culpa es de Colón. Es riesgoso. Mi pareja me sacó un poco de ese lugar, porque disfruto con ella otras cosas, pero si me quedo solo un viernes, paso letra, porque me fascina. Aunque todo se disfruta más con aire.

—¿En qué y para qué ahorrás?
—Mi familia es muy de guardar para cuando no hay. Todos te dicen, 'aprovechá el momento'. La tele ayuda a vender entradas, y lo que más me gusta es ver la sala llena. No sé si no me quedaría solo con el teatro, si no fuera porque lo otro también arrima.

Foto: redes sociales

—¿Te das algún lujo?
—Viajar una vez por año con mi novia. Vamos a una ciudad famosa que no conocemos y después a Málaga a ver a su abuela. Hace poco estuvimos en Londres. Pero no cambió mucho mi nivel de vida: no tengo hijos, no pago alquiler gracias a mi tío, no tengo grandes gastos.

—Tu primer trabajo fue con tu tío en la barraca. ¿En televisión cuál fue el debut?
—Tuve una breve participación en Consentidas (Canal 10), donde tiraba la yerba mate y le leía a los invitados como si fuera la borra del café. En 2010, Luis Carballo me propuso hacer el personaje de Drácula en Pizza a Carballo (Canal 4), después de verlo en Los Chobys. Ese vampiro venido a menos había nacido en unos monólogos con el grupo Monte América, de Isabel Flores, con quien estudié teatro tres años.

—Drácula hacía chimentos, era ácido. ¿Algún famoso se ofendió?
—Recuerdo que Abigail Pereira lanzó un disco y dije que estaba alejada de la línea del pentagrama. Me llamó y me dijo: “Me rompo el alma y me arruinás”. Le pedí disculpas. Fue la única vez, aunque otros personajes también generaron enojos.

—¿Quiénes?
—En Sé lo que viste (Canal 4) parodiábamos Vivila otra vez (Canal 10). Álvaro Navia hacía a Humberto de Vargas y yo a María Inés Obaldía, pero mi versión no tenía nada que ver con ella: bailaba, perreaba, se subía a la mesa. A ella no le gustó. Con el tiempo aprendés a medir hasta dónde llegar: transgredir sin lastimar.

—En La vida continúa el negocio es lo último que muere. ¿Sos de invertir?
—No, ahorro. Hace poco compré un apartamento para que mis padres cobren un alquiler de ahí.

—¿Te gustaría hacer cine o series?
—Re, para ver cómo es. Hice algún bolo, como en Mi Mundial (2017), y es interesante. Mis compañeros hacían castings, averigüé, me metí en una agencia y ya me mandaron cosas.

—¿Los Chobys siguen siendo tu lugar en el mundo?
—Claro. Me da miedo no encontrar algo que me divierta, y cada año me pregunto: “¿Ahora qué hacemos?”. Queremos hacer reír, pero sobre todo encontrar lugares que no hayamos revisado, que nos cope la búsqueda. La buena energía está asegurada. El Bicho Yuane (dueño del conjunto) y yo somos tranquilos, no levantamos la voz, y eso te garantiza que el trabajo sea feliz.

—¿Cómo imaginás el retiro?
—Sin radio, streaming, tele ni Carnaval, pero siempre actuando en teatro. Mientras el cuerpo me dé, voy a estar haciendo una obra de cuarta un martes de madrugada igual.