Redacción El País
Durante años fue uno de los rostros más populares de las mañanas en la televisión uruguaya. Fue parte fundamental del clásico Buen día Uruguay en Canal 4, donde formó un trío inolvidable junto a Adriana Da Silva y Sara Perrone. Hoy sigue en el aire con Buenas tardes Uruguay en las radios públicas, pero también se luce como actor de teatro.
Detrás de esa trayectoria sólida hay una historia personal atravesada por pérdidas tempranas, responsabilidades impuestas por la vida y un accidente que le dio un nuevo rumbo a todo.
En una charla íntima en el ciclo Protagonistas (Del Sol FM), Leonardo Lorenzo abrió su corazón y compartió pasajes dolorosos de su vida. Es el mayor de cuatro hermanos, y su vínculo con Diego, el que le sigue, es inquebrantable. “Es mi siamés, compartimos una enorme cantidad de amigos. Buena parte de mi vida la viví con él”, dijo.
Su infancia estuvo marcada por dos golpes muy fuertes: la muerte de su padre cuando él tenía apenas 12 años y la de su madre a los 20. “La muerte de mi padre fue de imprevisto. Me fui a un partido de fútbol, cuando volví ya no estaba. Lo internaron y al otro día me enteré que había muerto. Fue un infarto, pasó de golpe”, recordó.
La pérdida hizo que todo cambiara: debieron mudarse de barrio, cambiar de escuela, adaptarse a un nuevo modo de vida por cuestiones económicas, y también alteró el equilibrio emocional de la familia.
“Fue un mazazo. Todo funcionaba en torno a mi viejo. Mi vieja era jueza, pero la administración de la casa dependía de él. De un día para el otro quedó a cargo de cuatro pibes. Sacó fuerzas de donde pudo”, contó.
Cuando su madre murió ocho años después, fue su hermana Christina, la tercera, quien sostuvo el hogar. “Era la única mujer entre tres varones, jugaba al fútbol como nadie. Es médica y vive en Miami. Sin que nos dividiéramos las tareas, ella asumió el rol de sostén. Todo giraba en torno a mi hermana”, reconoció.
“A mí me sostuvieron mis hermanos. Obviamente, algo hice por ellos también, pero no fui el hermano mayor que los mantuvo: cada uno se hizo cargo de sí mismo, de estudiar, de salir adelante”.
El accidente que le regaló la vocación a Leo Lorenzo
A los 21 años, Lorenzo vivió otro momento bisagra: un accidente de tránsito casi le cuesta la vida. Estaba en Salinas, esperando el ómnibus, cuando un taxi hizo un trompo, se subió a la parada y lo atropelló. “Me dejó tirado. Tenía las piernas destrozadas, fisura de columna, fractura de cadera, hombros… Me trajeron en una camioneta de la policía, en un tablón. Cada tramo de la carretera veía las estrellas”, relató.
Pasó tres meses internado, reconstruyéndose. Ese accidente, asegura, fue el que le cambió la vida. “Yo estaba estudiando ingeniería, sin saber muy bien por qué. Había una inercia de que había que ir a la facultad, tener un diploma. Pero no sentía que fuera lo mío”.
Luego del siniestro, abandonó Ingeniería e intentó con Oceanografía, pero duró apenas unos días. Sin embargo, eso bastó para que se reencontrara con un amigo del barrio que lo conectó con el grupo de teatro La Gotera, y no hubo marcha atrás.
"El día que bajé al sótano de la Asociación Cristina de Jóvenes para ensayar era un Leo. Cuando subí era otro. No lo sabía en ese momento, pero ese accidente me regaló mi profesión”, confesó.
Consultado acerca de la resiliencia que tuvo a lo largo de su historia —tuvo el accidente al año de perder a su madre—, contó que hacía terapia y que ahí encontró un lugar donde expresarse. Sin embargo, dijo, los cuatro hermanos siempre tuvieron una alegría enorme de vivir: "Seguimos para adelante, contra viento y marea", cerró.
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