Maxi de 18 kilates, la banda de cumbia con hits eternos: "Tocamos en Uruguay y sentimos que no pasó el tiempo"

Corría la segunda mitad de la década del 2000 y mucho antes de que Tini, Bizarrap o Emilia Mernes siquiera soñaran con una carrera musical, había otras canciones que eran infaltables en los locales bailables de moda. Una de ellas entonaba “Ya yo me olvidé ti / Ya yo me olvidé de tu amor”, otra decía “Son de amores, amores que matan / Amores que ríen, amores que lloran, amores que amargan” y también estaba aquella que rezaba “Y con la misma canción / Esa canción que un día le escribí yo”. La banda que las había popularizado se llamaba 18 kilates.

Para muchos, estos temas que lejos de apagarse sobrevivieron el cambio generacional e incluso hoy siguen sonando en los boliches, los devuelven por un rato a su juventud. Por eso 18 kilates es de las bandas argentinas más solicitadas para cruzar el Río de la Plata en cada Noche de la Nostalgia. Este año no es la excepción y el conjunto toca este domingo en la fiesta Shelby (Hangar 33, Montevideo), Lyon (Canelones) y Rock and Pop (Pando).

Maximiliano Appap, o para su público Maxi Kilates, habla de la importancia que ha tenido el público uruguayo en el recorrido de la banda, que ha enfrentado con éxito los distintos cambios de gusto en la audiencia. “Vemos pasar etapas, pero después nos seguimos encontrando los mismos”, asegura. En el plano personal, el artista se refiere a su romance con la ex Gran Hermano Lucila “La Tora” Villar: “Me lleva a mi mejor versión”, define, enamorado.

-La banda viene muy seguido a Uruguay, ¿que rol ha tenido este público para la permanencia del grupo?

-En Uruguay hicimos las primeras giras cuando recién arrancamos y el público nos adoptó como propios. Quedó ese vínculo especial . Volvemos siempre y nos reciben de una forma cálida. Cuando tocamos en Uruguay sentimos que no pasó el tiempo. La gente nos hace sentir que las canciones quedaron por más que hayan pasado modas y generaciones en estos 20 años. La gente las canta con una euforia que solamente se vive acá. Además hemos hecho amistades a partir de lo laboral. Con Nico (García, representante), por ejemplo.

-¿Adoptaste alguna costumbre local?

-Me gusta conocer la cultura de cada lugar. Yo antes tomaba mate con yerba de palo a lo argentino y últimamente me inculcaron tomar a lo uruguayo. Hasta me llevo paquetes de yerba para Buenos Aires. Tengo todo el folclore de poner la yerba en el costado, dejar el agua un rato, hacer la montañita. Adopto muchas costumbres de Uruguay. Es un país al que nos encanta volver y nos sentimos en nuestra casa.

-¿Recordás cuál es el lugar de Uruguay más recóndito en el que tocaron?

-Me acuerdo que tocamos en una sociedad de fomento en el Norte, muy a la intemperie. Era temprano y no había mucha gente. De repente empezaron a aparecer caballos entre la oscuridad por todos lados. Se armó un show hermoso. Pasamos por un montón de cosas en Uruguay, tuvimos la oportunidad de recorrer todo el país de punta a punta. Uruguay es parte de nuestra historia. Tenemos la asignatura pendiente de hacer un Antel Arena. Eso sería un sueño. Tenemos el equipo y las ganas como para armarlo.

Foto: difusión

-¿Qué tuvo 18 kilates para ser de las pocas bandas de los 2000 que sobrevivieron al cambio generacional?

-Pasamos muchas etapas en estos 18 años. Al principio nunca hubiéramos pensado que íbamos a llegar a desarrollar una carrera seria en la música. Teníamos otra forma de pensar y vivíamos el día a día. Vimos pasar modas, bandas. Pero la gente siguió escuchando nuestra música y eso fue lo más importante. También fue central el vínculo con el productor, con quien creamos este producto. Siempre nos manejamos de una manera prolija y seria con quienes nos dieron laburo. Es cierto que la música tiene muchos altibajos: hoy estás acá y mañana no sabés. Cuando estuvimos abajo nos pudimos mantener gracias a esa forma de trabajar porque la banda tiene buenos músicos. Hacíamos la diferencia. Entonces después tuvimos subidas de nuevo. Vivimos muchas etapas como para saber cuál es el Norte al que tenemos que ir y hoy en día la banda está muy sólida.

-¿Hacer una "carrera seria" en la música es más difícil dentro del género de la cumbia? Siempre se dijo que ahí los productores crean un producto, lo descartan y enseguida lo reemplazan con otro.

-Pasaba mucho eso. Tratan de sacarte todo el jugo posible y cuando ya no sirve todos somos descartables y pasa el que sigue. Por eso a los pocos años de trabajar con la primera oficina que nos representó nos fuimos con mi productor de forma independiente y hasta hoy seguimos trabajando juntos.

-Hablabas de altibajos, ¿alguno te costó?

-Algunos sí, pero los vas aprendiendo a manejar con la experiencia. Si no te das la cabeza contra la pared no aprendés. Cuando pegás un tema y te llegan las cosas de golpe es hermoso, pero cuando baja la ola te empezás a preguntar por qué ahora tenés menos amigos. Haber pasado por esas etapas sirvió para crecer. Lo más importante es la gente que estuvo conmigo y bancó el proceso desde el comienzo. En lo personal te puedo decir que fue mi familia, mi viejo, mis hermanos y mis hijos.

-La banda la elige el público que salía a bailar hace 20 años, pero también los que empiezan a salir ahora, ¿identificás esa doble audiencia?

-Sí. Nos pasa de tocar en un boliche +35 y de repente vamos a otro y es gente de 18 años. La gente que nos escuchaba cuando era chica creció con nosotros y le transmitió nuestra música a la siguiente generación. Lo vemos en los teatros cuando vienen a vernos familias completas. Lo disfrutamos mucho.

-¿Cuál dirías que es la diferencia entre ir a tocar hace 20 años y ahora?

-Los boliches cada vez arrancan más tarde. Antes podíamos tocar a las 12 o a la 1 y estaba lleno, entonces teníamos margen para hacer más presentaciones. Ahora el primer show lo podemos hacer recién a las tres de la mañana. Otra diferencia es que se perdió el tabú de decir que uno escucha cumbia. Antes sabían las canciones, pero nadie se hacía cargo. En aquel momento predominaba mucho el rock. Ahora la gente dice qué bandas de cumbia escucha. El otro día la gente de (el canal de streaming) Olga hizo el día de Calamaro y llevaron a tocar a Damián Lescano. A la gente le encantó, pero eso antes hubiera sido imposible.

-¿Y en qué cambiaste vos en relación a ir a tocar a un boliche?

-Ahora termino de tocar y me voy a dormir. Antes quedaba manija y disfrutaba un ratito del boliche. No había celulares, así que uno podía estar tranquilo. Hoy uno está perseguido, entonces ni se queda porque después alguien hace una foto, se saca de contexto y se puede malinterpretar. Justo uno salió con una cara rara y dicen cualquier cosa. Hay que cuidarse. Igual prefiero quedarme comiendo un asado en casa, tomar un vinito y descansar.

-Siguen haciendo varios shows por noche, ¿eso les implicó tener algún problema en la ruta?, ¿qué tan expuestos están en ese sentido?

-Hacemos seis shows por noche y hasta llegamos a hacer diez. La movida de la cumbia en la noche siempre fue así y tenemos que usar el tiempo a nuestro favor para cumplir con todas nuestras obligaciones. Eso implica a veces tener que andar rápido. Nosotros vivimos de esto, pero ahora somos más conscientes de que estamos expuestos a un montón de cosas en la ruta. Uno va creciendo y hoy prefiero estar más tranquilo, pero sin dejar de lado el trabajo que tanto nos costó conseguir.

-Tuviste un accidente hace unos meses.

-Tuve un accidente cuando estaba yendo a laburar, pero fue porque el otro muchacho venía distraído. Frené y vi por el espejo retrovisor que el otro no frenaba. Me agarré fuerte del volante y me sacudió para todos lados. La saqué barata. Las noticias dijeron que tuve un accidente trágico, pero nada que ver. Fue algo del momento y arreglamos las cosas que había que arreglar.

-¿Cómo viviste la explosión de la cumbia cheta una década atrás?

-Cada tanto se necesita un cambio y en ese momento a la gente le gustó. Fue una etapa en la que salieron muchas bandas, como pasó en el momento que salieron Chocolate y tantas otras que fueron furor en Argentina. Todo lo que salía en ese momento iba por esa línea. Tuvo su etapa como también la tuvieron los Wachiturros. Son etapas que vemos pasar, y después siempre nos terminamos encontrando lo mismos, Néstor, El Polaco, la Champion, Karina, Damas Gratis.

-Estás de novio con Lucila "La Tora" de Gran Hermano, ¿cómo definirías el vínculo?

-Somos muy distintos, pero vivimos muchas cosas parecidas. Los dos somos de barrio. Nos entendemos bastante y nos llevamos muy bien. Yo soy más tradicional, más vieja escuela. Pero ella me complementa y me lleva a mi mejor versión. Además acompaña en todo lo que son las giras y en este mundo de noche y bailes. Nos apoyamos en todo y nos entendemos. Mejoramos mucho como personas.

-¿Y vos como te llevás con su mundo más vinculado a lo mediático?

-Yo quiero que le vaya bien en todo y la acompañé cuando fue a cubrir el Mundial de Clubes a Miami para Telefé. Pero yo soy perfil bajo. Me pasó la otra vuelta que estaba mirando el partido de Boca en Nashville. Estaba descompuesto porque me había insolado. Cuando me encontré con ella allá nos dimos un abrazo y vino su compañero Marcos (Giles) a abrazarnos a los dos. Me empezó a tirar un montón de comentarios como "qué colorcito", me pinchaba y me ponía la cámara y el micrófono. Me decía "no te rías" y yo no sabía qué hacer. Quedé como sorprendido, además de que no entendía nada porque no consumo mucho lo que él hace. Quedó como que me había molestado. Él después salió a decir que por las vibras se dio cuenta de que me había caído mal y preguntó "hace cuánto que no pega un tema". Me dieron unas ganas de decirle "si sos tan bueno pasame la fórmula de sacar éxitos". Eso me hizo un poco de ruido, pero lo tomo como una gracia.