Trueno, el imparable rapero argentino: de La Boca a girar con Gorillaz y el sueño pendiente que tiene en Uruguay

Antes del show que dará el 2 de noviembre en el Antel Arena, Trueno conversó con El País sobre su presente, la conexión entre su abuela y Rada y por qué "El último baile" fue un disco que sangró.

Trueno tiene 23 años, el corazón en el barrio de La Boca y la mitad de la sangre uruguaya. Tres discos de estudio y una canción, “Real Gangsta Love”, que en 2024 lo metió en el Top 10 de lo más escuchado en Spotify en el mundo. Un pasado compitiendo en batallas de freestyle en las plazas y un presente con colaboraciones con Cypress Hill, Dos Minutos, Cachorro López y Julieta Venegas y más recientemente Milo J —su “hermanito menor”, dice— y Gorillaz, la banda de Damon Albarn que en 2026 se lo llevará de gira. Y un inminente regreso a Montevideo apuntado en la agenda.

El domingo 2 de noviembre, el rapero más destacado de la música argentina actual volverá al Antel Arena para ir cerrando la gira El último baile y estrenar temas de sus ediciones deluxe (hay entradas en Tickantel).

“Siempre voy a tener muy en cuenta a Uruguay porque es como tocar en casa”, le dijo días atrás a El País el muchacho que nació Mateo Palacios y es hijo de un uruguayo, Pedro Peligro. Este es un extracto de la charla.

—Acaba de salir tu colaboración con Gorillaz y es una más de las cosas impensadas que te han pasado en estos años. ¿Las naturalizas?

—Como ninguna de esas cosas las esperaba tan tangibles, trato de disfrutarlas. Por suerte siento que me siguen tomando por sorpresa. No tengo nada asegurado ni sé que va a pasar mañana. Entonces, cuando se acercan estas conexiones me ponen feliz, son un shot de energía para seguir haciendo lo que hago. Tener el respeto de la gente que construyó este camino es el mayor premio. Vale mucho más que los premios de metal.

—¿Qué esperabas cuando empezaste en la música?

—Desde chiquito ya sabía que iba a ser rapero. No sabía de qué manera ni con qué volumen ni para cuánta audiencia, pero yo sabía que iba a ser como los raperos que veía en los videos, como mi papá, y que la música iba a estar presente de alguna forma, viviera o no de esto. Sabía que esa era mi pasión y mi camino en la vida. Entonces, te puedo decir que un poco me lo imaginaba, pero hay otras cosas que me tomaron súper por sorpresa. Así que es como un 50 y 50 de idealización y no.

—En la canción “Fresh” de EUB Deluxe cantás: “Todavía me quedan cosas por hacer por ahí / Como comprarle a Peligro una casa en Uruguay”. ¿Cuán así es ese deseo?

—Me encantaría. Toda mi rama uruguaya viene de parte de Peligro y La Boca es uno de los barrios argentinos con máxima inmigración uruguaya. Hay llamadas de candombe todos los fines de semana, es algo que me crió mucho, y siempre que voy a Uruguay siento esa reconexión con mi abuela que ya no está, con lo que me crié, la familia de mi viejo, con Yamandú [Palacios, folclorista], mi abuelo. Me siento orgulloso de esta rama más rioplatense que tengo. Y ya le vamos a conseguir la casa a Peligro cuando se pueda. Él es muy de Montevideo y de Peñarol (se ríe).

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Trueno (Mateo Palacios Corazzina).
Foto: Camila Andrade / Difusión

—¿Reconocés algo uruguayo en tu personalidad?

—Yo siento que los uruguayos tienen una manera muchísimo más tranquila de ver la vida. A veces, porque cuando se enojan son los más cabrones de todos. Me gusta el plan del sueño uruguayo muy tranquilo, de estar con la familia, mirar el río, tomar matecito, escuchar música. Y tienen mucha influencia afrodescendiente en lo musical. Entonces siento toda esa rama un poco más latina, por así decirlo, con influencia más afro, todo lo que tiene que ver con que te baje el santo mientras bailás candombe. Mi papá era escobero y todas esas cosas me transmiten una energía medio única.

—En una de tus charlas con El País dijiste que tenías el deseo de poder mezclar algo de candombe o plena en tu obra, y en el último Antel Arena que hiciste, el año pasado, estuvo Ruben Rada viéndote en primera fila. ¿Qué tal ese vínculo?

—Es un genio. Siempre fui fan de él, mi mamá muy fan de él, mi papá también. Y cuando lo conocí, en el Antel, me contó que conocía a mi abuela. Mi abuela de La Boca, Solange, la Negra Flecha, era amiga del Negro Rada y yo no lo sabía. Así que más conexión todavía. Tengo muchas ganas de colaborar con él en el ámbito que sea, en un escenario o un estudio.

—Es bastante llamativo el mapa musical que te has armado, entre Milo J, Gorillaz, un espectáculo sinfónico como el que hiciste recientemente, todo el hip hop y más. ¿Cómo sentís que ha cambiado tu relación con la música en general en el correr de los años?

—Es como que de cada terreno se aprende a jugar diferente. Quizás antes esto de la música era nuevo para mí, que estaba acostumbrado al rap, la improvisación y la competencia, y de la nada se volvió un aprendizaje muy grande que siento que es medio imparable porque no hay un techo en el arte ni en la música. Se aprende todo el tiempo. Y siento que es para lo que estoy acá. Es mi propósito: aprender y llevar lo que hago a otros terrenos.

En esa canción que mencionás a Peligro, “FRESH”, también hablás del próximo disco. ¿En qué está tu nuevo capítulo, y cómo se arma después de todo lo que significó y de todo lo que te trajo El último baile?

—Para mí el cuarto disco, numerológicamente, es importantísimo. El 4 es un número que me ha perseguido toda mi vida, es mi comuna, mi barrio, la historia con mi viejo. Tiene muchísimo que ver, es un número que llevo tatuado en la sangre, entonces le estoy dando la trascendencia y la importancia que se merece. Y cada disco que yo hago es para homenajear algo: algo de mi vida, o mi barrio, o mi país, o mi cultura. Entonces le estoy poniendo un trasfondo muy personal, y siento que es uno de mis discos más serios. Estamos en proceso, todavía no está terminado ni nada, pero es algo que me tiene muy emocionado.

A veces los discos te empujan hacia un lugar o te indican para dónde no ir. En ese sentido, ¿cómo afecta tu tercer disco al cuarto?

—Yo siento que El último baile vino a enseñar y a expandir un poco todo lo que veníamos haciendo. Cada disco siempre tiene una canción que la gente elige como favorita, pero le tengo mucho amor a cada canción de El último baile porque lo hice con el fin de representar cada género del hip hop. Y para mí era muy importante. Era un disco para mi cultura, que fue como un tercer padre en mi vida. Disco a disco, el concepto puede ser muy cambiante, y es un poco lo que busco: no volverme a repetir, no cerrarme puertas o no quedarme en el mismo lugar. Siento que El último baile es uno de los discos que en los que más versatilidad pudimos mostrar y que nos ayuda mucho a lo que estamos siendo hoy en día.

—De todos tus logros, quizás el más delirante sea lo que pasó con “Real Gangsta Love”, que llegó al Top 10 global de Spotify. ¿Cómo lo viviste?

—Mirá, fue... Uno no busca eso. Pero también siento que fue una devolución de la vida de todo el proceso de El último baile, que fue muy conflictivo, con mucho cambio, una estafa por medio, cambios muy drásticos en la vida donde yo la pasé realmente muy mal. Fue un disco que sangró mucho en el proceso y con mi productor Tatool y mis amigos sabemos muy bien lo espeso que fue el mar para remar en esos momentos. Y mi mentalidad siempre fue: no perdamos el foco en la música, estamos acá por eso. Y le seguimos metiendo amor pese al estrés y a las malas decisiones. “Real Gangsta Love” fue como ese baldazo de agua fría que te da el público. Uno se siente solo ante todos sus problemas, y cuando saco música me acuerdo de que hay una familia que está expectante para consumir esas canciones todos los días de su vida. Lo dije cuando toqué en [el estadio] Ferro en 2024: ese año me sentí realmente acompañado, porque uno con la mentalidad y la cabeza propia a veces se encierra en un cuarto muy pequeño. Fue una demostración de amor del público muy grande.

—Y esa demostración tiene su máxima expresión en los conciertos. La transformación de tu show desde la primera vez que viniste a presentarte en Uruguay, en pandemia en el Teatro de Verano, hasta ahora es inmensa. ¿De qué estás más orgulloso a la hora del espectáculo en sí?

—A mí me gusta mucho más el vivo que el estudio. Si me decís una manera para morirme, te digo arriba de un escenario. Lo voy a hacer hasta que me dé el cuerpo. Y la evolución del show también viene por el equipazo que armamos; son realmente unos locos y cada vez nos estamos codeando entre nosotros para ir superándonos. Pero no podría elegir un highlight. Estoy en un éxtasis puro cuando estoy arriba de un escenario.

Trueno
El rapero y cantante argentino Trueno.
Foto: Sebastián Andrade / Difusión

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