Crónica del show de Rod Stewart en el Estadio Centenario: una fiesta de despedida a la altura de su historia

Este viernes, el cantante británico volvió a Uruguay con la gira "One Last Time", el show con el que se despide de los escenarios, y a los 80 años ofreció uno de los espectáculos más enérgicos de 2025.

Rod Stewart durante su show en el Estadio Centenario.
Rod Stewart durante su show en el Estadio Centenario.
Foto: Darwin Borrelli.

En la pantalla gigante del centro del escenario, un mensaje se roba todas las miradas. “Buenas noches, damas y caballeros. Es maravilloso estar de vuelta en Montevideo. Disfruten mucho, nosotros sin duda lo haremos. Es viernes por la noche, que empiece la fiesta”. El texto, escrito “con cariño”, está firmado por Rod Stewart y su banda. Faltan unos minutos para las 21.00, la Tribuna Olímpica se termina de llenar y el cielo encapotado parece anunciar lluvia inminente. Pero ni el viento típico del Estadio Centenario —ese que apunta directo a la garganta— logra enfriar la expectativa.

El escenario, con piso y tarima blancos, ese sello que desde hace décadas identifica los shows del británico tanto como sus sacos con animal print, está dispuesto para el festejo. Entonces, las luces se apagan. El aplauso de las 18 mil personas suena como un rugido antes de que, por los parlantes, irrumpa una grabación de gaitas con “Scotland the Brave”, que evoca el aroma del whisky escocés. Son unos compases que ofician de obertura de One Last Time, el show con el que Stewart recorre el mundo celebrando su despedida de los escenarios.

La idea de celebración no es casual. Apenas entra a escena con su banda de 12 músicos deja claro que esta no es una típica despedida: no hay espacio para la melancolía. Es una fiesta que no da respiro. El riff rockero de “Infatuation” marca la tónica de la noche.

Stewart, con su saco con estampado de tigre y la cabellera igual de rubia que en su época de oro, sale decidido a la conquista. No solo canta con esa mezcla de rabia contenida y sensualidad que define su voz rasposa, sino que domina el escenario de inmediato: da pequeños saltos, mueve las caderas y los brazos con soltura, y se pasea con la jirafa del micrófono como si fuera James Brown. Tiene 80 años y la energía intacta.

Rod Stewart en el Estadio Centenario.
Rod Stewart en el Estadio Centenario.
Foto: Darwin Borrelli.

Esta es su tercera vez en el Centenario —cantó allí en 1989 y 2014—, y a esta altura juega de local. No solo carga con un repertorio repleto de clásicos y un porte infalible de frontman, sino que se acompaña de una banda de alto vuelo. Tiene tres coristas rubias —en un guiño directo a su disco Blondes Have More Fun— que toman el protagonismo en “I’m Every Woman” y “Proud Mary”; un saxofonista que entrega solos que derrochan swing; y un guitarrista que mastica un chicle mientras dispara solos con pose de videoclip.

Un párrafo aparte merecen las otras tres músicas que, además de sumar coros, se pasean por todo tipo de instrumentos: violines, arpa, mandolina, un bombo con el escudo del Celtic —el cuadro escocés del que es devoto— y hasta un MalletKAT que evoca una celestina.

“Es viernes a la noche, ¡esta es una fiesta! ¡Vamos!”, lanza el anfitrión, y repite aquel mensaje de la pantalla gigante antes de lanzarse a “Having a Party”, su versión del clásico de Sam Cooke, una de sus máximas influencias. El show, de poco más de 100 minutos y 23 canciones, se construye en torno a un subibaja de climas que alguna vez Jaime Roos definió como “la lógica de la W”. El primer choque de energía se completa con “Tonight I’m Yours (Don’t Hurt Me)” y con “It Takes Two”, un dueto con la impecable cantante Becca Kote que se encarga de evocar el rol de Tina Turner.

Rod Stewart en el Estadio Centenario.
Rod Stewart en el Estadio Centenario.
Foto: Darwin Borrelli.

Entonces llega el momento de bajar la energía, y Stewart tiene las baladas justas. Con sus músicos sentados en la tarima, canta “The First Cut Is the Deepest” —con algún traspié en la interpretación— y “Tonight’s the Night (Gonna Be Alright). Luego esa “W” vuelve a subir de la mano de una potente versión de “Forever Young” que engancha con un fragmento de “Riverdance” con danza tradicional irlandesa incluida.

A la vez que lanza todo tipo de pasos y reluce su sonrisa de galán, entrega los clásicos “Baby Jane” y “Young Turks” que hacen cantar al público. Para cuando llega “You’re in My Heart (The Final Acclaim)”, la gente ya perdió la timidez y Stewart le deja el protagonismo para que coree el estribillo mientras una luz verde baña la Olímpica y la Torre de los Homenajes. Para ese momento, el cielo ya se despejó y se ven estrellas. La canción se completa con la imagen de la selección uruguaya en la pantalla gigante y con Stewart usando una ofrenda: la bufanda del Celtic que alguien le lanzó desde las primeras filas, que mantiene puesta para interpretar “Maggie May”.

Sin hacer mención a que esta es su gira de despedida, el cantante hace de esta fiesta una masterclass de shows de estadios. En “Da Ya Think I’m Sexy” patea pelotas de fútbol autografiadas al público. En “Sailing” se calza un gorro de capitán de barco, mientras los flashes de celulares iluminan la tribuna como miles de luciérnagas. Y en “Stay With Me” lleva al rock al máximo voltaje.

Rod Stewart en el Estadio Centenario.
Rod Stewart en el Estadio Centenario.
Foto: Darwin Borrelli.

Con múltiples cambios de vestuario incluidos, la noche deja varios momentos memorables. Entre ellos, el blues “I’d Rather Go Blind” y la balada “Have I Told You Lately”, donde entrega sus interpretaciones vocales más sentidas.

“Han sido un público absolutamente magnífico”, dice antes de despedirse. “Y en este mundo lleno de guerras, esta próxima canción es muy importante”, anuncia antes de darle paso a “Love Train”, que cierra la noche. Y mientras canta frases como “Unan sus manos, comencemos un tren del amor” frente a 18 mil personas, uno siente que, al menos por unos minutos, la utopía se vuelve real.

La promesa se cumplió: fue una verdadera fiesta de viernes, perfecta para despedir a Rod Stewart en su última visita a Montevideo, un show a la altura de su historia.

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