POLÉMICA

"Pueden tener a Rogan y a Young pero no a ambos", dijo Neil Young, uno de los músicos más importantes de la historia de la música popular. Spotify, a quien iba dirigida la amenaza dejó claro qué opción prefería: se quedó con Joe Rogan, el comunicador por el que pagó una fortuna, tiene 11 millones de escuchas en cada de sus episodios (y publica cuatro o cinco por semana) de The Joe Rogan Experience y, dicen, le aportó 28 millones de clientes nuevos cuando lo sumó a su grilla en 2020. Alcanzó para amortizar los 100 millones que pagó por ficharlo.

Está claro, Young (y Joni Mitchell, una vieja compinche y compatriota, que se sumó a la protesta) serán leyendas de la música pero eso no alcanza contra un influencer del poder de Rogan. El tema, además, vuelve a traer al centro de la discusión, ese asunto de la libertad de expresión.

Rogan ha estado en el centro del debate desde siempre pero ahora ha alcanzado escala global. Este mes, un grupo de más de 200 profesores y funcionarios de salud pública pidieron a Spotify que tomara medidas enérgicas contra la información errónea sobre el covid difundida en su plataforma, y señaló, justo, un episodio del podcast de Rogan con el doctor Robert Malone, un experto en enfermedades infecciosas, que incluía “falsedades sobre las vacunas contra el covid”, según el reclamo de los expertos.

El miércoles, cuando Spotify retiró la música de Young de su grilla, también anunció haber eliminado más de 20.000 episodios de podcast relacionados con covid desde el comienzo de la pandemia. Igual, el de Rogan con Malone sigue disponible.

Pero Spotify sintió el golpe, su presidente y fundador, Daniel Ek, anunció que “estamos trabajando para agregar contenido adicional a cualquier podcast que incluya una discusión sobre el covid”. La nueva norma empezará a regir, dijo, en los próximos días.

Rogan también reaccionó. “Mi compromiso con ustedes es que haré todo lo posible para tratar de equilibrar estos puntos de vista más controvertidos con las perspectivas de otras personas, para que podamos encontrar un punto de vista mejor”, dijo en un video de nueve minutos en Instagram. No pidió disculpas porque quizás no correspondiera.

The Joe Rogan Experience no ha parado de generar controversia: ya sea por sus dichos en contra de la vacunación o por invitados famosos por alimentar teorías de la conspiración. El propio Rogan contrajo covid y dijo haberse curado con un medicamento para infecciones parasitarias. Los empleados de Spotify calificaron al podcast de transfóbico.

Pero eso no ha frenado su popularidad: su Twitter tiene 8,1 millones de seguidores y su Instagram, 14,3 millones y todo eso sumado al rating de The Joe Rogan Experience lo convierten en uno de los comunicadores más importantes del mundo. Contra eso, el prestigio de Young -un artista con una carrera que abarca 50 años e incluye algunos éxitos importantes, los últimos de ellos de la década de 1990- no puede hacer mucho.

Young ya había criticado la política de regalías de la plataforma y su calidad de sonido. Su música está disponible en otros servicios y su base de seguidores se basa en sus shows en vivo y en su archivo, del que viene publicando material profusamente. La decisión de salir de Spotify, igual, tuvo que ser respaldada por Warner, que maneja su obra.

Rogan comenzó como mago en San Francisco y en Massachusetts compitió en taekwondo y probó con el stand up. Su papel en una sitcom, NewsRadio era Joe, un personaje afecto a las conspiraciones. Llegó a ser un pintoresco comentarista del Ultimate Fighting Championship, la UFC, en 1997.

Condujo Fear Factor, un reality en el que los participantes se enfrentaban a sus miedos. Se hizo notar cuando en el primer Super Bowl después de los ataques del 11 de setiembre de 2001 y mientras U2 acompañaba su presentación en el entretiempo con el nombre de todas las víctimas, presentó Fear Factor: Playboy Playmates Edition y le robó 11 millones de espectadores a la transmisión oficial. Desde entonces no ha parado.

Es difícil definirlo políticamente. Fue simpatizante de Bernie Sanders, o sea la “izquierda” de los Demócratas y sin embargo está en contra las políticas de identidad y la corrección política, de acuerdo a un perfil de The Guardian que lo define como tolerante con los conservadores.

En su podcast combina política, critica a los medios “hegemónicos”, entrevista a todo tipo de personalidad (aunque tiene predilección por los más transgresores, como Alex Jones, un derechista que se suma a todas las controversias) y meterse con temas polémicos. Ahora se cargó a dos leyendas de la música popular. Y ese es un mérito del que va a terminar alardeando.