La deuda de Mon Laferte con Uruguay y la consecuencia de haber ido tan "a fondo" en su nuevo disco

La cantante Mon Laferte se unió a Conociendo Rusia en “Esto es amor”, adelanto de su próximo disco, "Femme Fatale". Sobre el tema, la influencia del jazz y su manera de ver el arte, habló con El País.

Mon Laferte
Mon Laferte en el videoclip de "Esto es amor".
Foto: Difusión

La última encarnación de Mon Laferte es quizás la síntesis de todas las que ha sido. Hay algo en el concepto “femme fatale”, pero también en lo que evoca -la fiereza, el poderío, la solapada vulnerabilidad, la aún más oculta soledad-, que le calzan a la perfección a su figura de mujer latina y, a la vez, diva rota de otra época. Tiene sentido entonces que el concepto de su nuevo disco, que se llamará Femme Fatale, y su debut como actriz en un clásico como el musical Cabaret, se hayan encontrado en un mismo punto del camino.

En una breve videollamada con El País, con el pelo corto, un rubio como el sol de otoño, y un escote en V que dirige la atención a la araña que lleva tatuada en el cuello, Mon Laferte —Norma Bustamante, chilena-mexicana, una de las voces más poderosas del pop latinoamericano contemporáneo— dice que le encanta lo vintage, lo glamuroso, también lo decadente.

Esa es la combinación exacta que surca su último sencillo, “Esto es amor”, un suave dueto con Conociendo Rusia (Mateo Sujatovich) que se debate entre el erotismo y el juego, con un videoclip que evoca la estética soft porn de los 90 y es va propósito— todo lugar común.

¿Cómo un roce de manos puede levantar tanta temperatura como para amenazar con quemar todos los árboles y todas las hojas y todas las ramas de la Amazonia? En “Esto es amor” se sugiere como si fuera posible. A Mon Laferte le parece divertidísimo. Lo explosivo, en todo caso, es aquello que no se ve.

“Creo que es la canción más relajada del álbum. Y yo quería que fuera como graciosa, divertida. Creo que siempre en mi música y en mis conciertos hay algo de eso que, no sé, podríamos llamarle picardía”, anticipa la cantante. Después se ríe: “Luego entre mis amigos todos se tratan así, ‘Oye bebé’. Pero a mí se me hace muy gracioso decir ‘baby’”.

La obra de Mon Laferte podría acotarse a ciertos temas y gestos centrales: la irreverencia —a veces sensualidad, a veces desparpajo, como en “No te fumes mi marihuana”—, el romance y el desgarro, una santísima trinidad que queda en evidencia en los adelantos de Femme Fatale, “Otra noche de llorar” y “Esto es amor”. Sin embargo, son solo molduras para trabajar la materia prima que la alimenta: el amor.

“Yo tengo tatuado ‘te amo’ aquí en el pecho, y es algo que uso mucho en mi lenguaje. De hecho hay un documental en Netflix que hicieron de mi vida, de mi historia, me da un poco de pudor decirlo, y yo pude aportar el nombre, y quise que se llamara ‘Te amo’”, dice. “Porque siento que nos mueve a todos, hasta la persona más fría que se te ocurra en el mundo. Todos queremos eso: que nos quieran, que nos acepten, que nos vean. Maturana, el biólogo chileno que acuñó el término de autopoiesis, decía que el amar es el dejar ser, el dejar aparecer al otro. Y finalmente todos queremos eso. Entonces sí, es la fuerza que me mueve, totalmente. El amor en un sentido general. Soy un cliché”.

Esto es amor
Mon Laferte y Mateo Sujatovich de Conociendo Rusia en el videoclip de "Esto es amor".
Foto: Difusión

El arte, la vida, y el jazz en el nuevo disco de Mon Laferte

Autopoiesis fue el último disco de Mon Laferte —su viaje más experimental— y, también, su último boleto a Uruguay. En 2024 presentó ese disco en el Antel Arena y su único antecedente en Montevideo había sido una noche de 2018 en La Trastienda, de un poderío abrumador.

Le confieso que fue, quizás, el recital en el que más lloré en mi vida.

Al final de la entrevista, ella dirá: “La Femme Fatale es un disco pa’ llorar, así que espero que cuando vaya a Uruguay, vayas y llores más”.

Femme Fatale ya tiene fecha de salida, pero aún no la puede develar. También tiene gira prevista, otro misterio que se guarda. No es evasiva en cuanto a un posible regreso.

“Me encanta tu país, me encanta. He tenido la fortuna de poder conocer lugares, una playa, una vez pasé un año nuevo por allí. Y es precioso”, dice. “Tengo ganas de ir más a tocar, porque he tocado muy poquito en realidad. Creo que tengo una deuda con tu país”.

Mon Lafert
La cantante chileno-mexicana Mon Laferte.
Foto: Mayra Ortiz

Quizás empiece a repararla en su próximo capítulo, de la mano de un disco que, instalado en la tierra del pop, beberá explícitamente de la fuente del jazz, un universo del que Mon Laferte, dice, ha estado “siempre cerquita”. “Una de mis intérpretes favoritas de todos los tiempos es Billie Holiday, pero ahora me puse a estudiar —yo soy estudiosa—, y encontré muchísima pasión en el género y este vértigo de la improvisación, que es muy... Hay mucha pasión ahí. Digamos que durante mucho tiempo de mi vida me gustó mucho vivir así, en ese límite de la emoción. Ahora estoy un poco más tranquila”.

Le adjudica la transformación a la edad (tiene 42) y reconoce que si bien antes abrazaba el primer impulso —los primeros registros, las primeras tomas— porque entendía que ahí estaba la honestidad, hoy transita otros caminos. De hecho, le costó “un montón” soltar Femme Fatale. Sentía que siempre había algo más por hacer. Algo más que dar.

De eso, de la entrega, se trata el juego de Mon Laferte.

“En el arte no encuentro solamente lo bello o el goce”, dice, “e incluso a veces busco lo incómodo para mí, porque si no, siento que tampoco es arte. O sea, si todo es tan, tan, tan, tan hermoso, siento que se vuelve decorativo. En Femme Fatale fui tan al fondo en las letras que hasta me da pudor mostrárselas a mis amigos. Entonces, no sé si puedo hablar de paz o del arte solo como un lugar seguro. Es como la vida para mí. Tiene que ser como la vida”.

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