Hereford cumple 30 años y aún se siente joven: su salto sinfónico, un nuevo disco y tres funciones en el Solís

A casi dos años de su regreso a los escenarios, Hereford trabaja en su nuevo disco. Antes llega al Teatro Solís para presentarse junto a la Orquesta Filarmónica. De eso, esta charla.

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Hereford. De izquierda a derecha, Guzmán Mendaro, Chirola Martino, Rodrigo Trobo y Frankie Lampariello.
Foto: Marcos Mezzottoni

Para cuando la mitad de Hereford habló con El País, un miércoles de lluvia en un bar del Centro, la banda todavía no había sumado su tercera función con la Filarmónica de Montevideo ni había tenido su ensayo con los integrantes de la orquesta. Todo era deseo, misterio y acto de fe. Esa tarde, cuando les pregunté qué esperaban que sucediera en los conciertos que darán en el Teatro Solís, Guzmán Mendaro dijo: “Estoy entregado a disfrutar de algo que no sé cómo va a ser, pero sé que va a ser impresionante”.

El 6, 7 y 8 de agosto, Hereford presentará el primer espectáculo sinfónico de su vida. Bajo el título Sembrar y esperar, una proclama casi filosófica que es, además, la canción que estrenarán en esas noches, la banda de rock se unirá con la Filarmónica en el Teatro Solís. Las funciones se fueron anunciando de a una; la primera está agotada, la segunda a punto de hacerlo, y quedan entradas para la tercera en Tickantel.

Hereford, la única banda que tocó en todas las ediciones del Pilsen Rock y que le dio una cortina musical —“Bienvenida al show”— a ese festival de Durazno que marcó la última gran era del rock nacional, se reunió en 2023, a 10 años de una separación áspera. Dieron un show en el Teatro de Verano y, en la previa, el bajista Frank Lampariello dijo a El País: “Por un lado nos encantaría seguir, hacer más shows, un montón de cosas. Pero vamos a concentrarnos en este. El 27 veremos”.

Después, sin muchas estridencias, Hereford se reafirmó. Tocó en Minas y Abril, estrenó una canción (“Juntos”), tocó en Sitio en el Velódromo, estrenó otra canción (“De cero”), tocó en la Semana de Lavalleja.

Los del Solís serán sus recitales de 2025. Este, así, es el nuevo ritmo de la banda. El cantante y guitarrista Diego Martino —el Chirola— se lo adjudica todo a la madurez. “La madurez de la mano, de la cabeza, sobre todo”.

Esta inminente versión sinfónica también se apoya en el mismo concepto. Si la propuesta hubiera llegado hace 20 años, dice Mendaro, quizás estarían “un poquito más nerviosos”. Sin embargo: “Hoy ya estoy saboreando lo que va a pasar”.

Hereford, rumbo a su nuevo disco y al Teatro Solís

Todo se cocinó a comienzos de año. Lampariello había confesado su inquietud de tocar en el Teatro Solís, algo que nunca había hecho. En paralelo, una conversación entre Martín García, director de la Filarmónica, y las mánagers del grupo, hizo ver que esta idea era posible.

Después vinieron los asuntos más ejecutivos que se esconden detrás de una apuesta de esta escala. Mientras el show no se anunciaba, Hereford —que se completa con el baterista Rodrigo Trobo— se mantuvo activo. Ensayaron cada miércoles entre las 12 a las tres de la tarde y cada viernes de 9.30 a 12, en turnos largos que están bloqueados en sus agendas llenas de familia, de hijos, de trabajos.

En algún momento, como por un orden natural del mundo, aparecieron las ideas. Esta vez, en vez de maquetar o prearmar canciones, volcaron esos destellos en la sala y los trabajaron juntos, los hicieron crecer.

“Sembrar y esperar”, la canción que estrenarán en el Solís, salió del fragor de esos ensayos, donde fue tomando forma un nuevo disco —el primero desde Manual de otro de 2010— que ya está a mitad de camino. “Estamos con tres o cuatro canciones construidas y tres o cuatro más a las que le faltan partes o textos”, dice Mendaro. Saben que podrían redondearlo así, en ocho. Pero quieren algo más.

Quizás cuando pase el Solís ya entren a grabar, dicen. Quién sabe.

En un momento de aspiraciones concretas, Hereford parece estar disponible a lo que pueda ocurrir.

Reencuentro de Hereford
Hereford, antes del primer ensayo de su regreso, en 2023.
Mateo Vazquez/Archivo El Pais

De eso también se trata este cruce con la Filarmónica o, como dirán varias veces en la charla, “el encuentro entre dos mundos”. “Realmente es un desafío distinto, y nos tenemos que parar desde un punto de vista abierto, no sesgado”, explica Martino. “Creo que ese ejercicio de abrir la mente, esa versatilidad, demuestra dos cosas: que la banda es elástica a nivel artístico, y que las canciones también son elásticas”.

Para Sembrar y esperar, el show, Hereford trabaja con Nacho Algorta, músico y arreglador que tiene la función de intermediar entre estas sonoridades y texturas, como ya lo hizo con Ciro y Los Persas, Julieta Venegas o No Te Va Gustar. Algorta diseñó el repertorio, planteó los arreglos y es el guía en este proceso en el que la banda y la orquesta ensayan por separado, sin cruzarse. “Él quiere mover a la Filarmónica de forma rockera”, adelanta Mendaro, “y también generar un diálogo que suba y baje”.

Intenta explicarlo, pero los conceptos no terminan de cerrarse. Todo eso que ahora es idea, posibilidad, intención, se hará carne en el Solís.

De ahí, de esa sala, en esas noches inéditas para este grupo, Martino quiere que la gente salga diciendo: “No pudo estar mejor”.

“Ese es el verdadero éxito para nosotros hoy: poner la vara en lo más alto de la riqueza, a nivel artístico. Artístico. Artístico”, repite el Chirola Martino con los dientes apretados, la voz vuelta un susurro entre el ruido metálico del bar Facal. “Tiene que ser algo artístico. No va con el ego ni con el reconocimiento. Va con esto: te di lo mejor que tengo”.

Después, ambos hablarán del compromiso de sostener una banda, del compromiso con la creación, de honrar la historia. De sentirse frescos y de, quizás, llegar serlo. “Nosotros podemos ser algo nuevo también en este formato”, dirá Martino, imaginando qué públicos podrían acercarse a verlos al Solís, a ellos, tan rifferos, tan listos para envolverse entre cuerdas y percusiones y metales.

Este año, Hereford cumplirá 30. Mendaro tenía 20 cuando se grabó Cuatro estómagos, el disco debut. Pronto cumplirá 50. Martino ya llegó. Sin embargo, la idea de la juventud, más bien de la novedad, mantiene su discurso encendido.

“Yo me siento en la flor de la edad. La banda es joven, tenemos cuerda para rato. Me siento como una banda nueva”, confesará. Mendaro será su respaldo: “Yo de esto no me jubilo más. Voy a tocar hasta que me muera”.

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