En lo que va del año agotó tres veces el Auditorio Nacional del Sodre con La venganza será terrible, el programa que conduce junto a Alejandro Dolina y Patricio Barton. Ahora, Gillespi regresa a Uruguay para mostrar otra faceta: la original, la de músico. Una que en Montevideo no se ve en un show hace tiempo y que suele quedar reservada para el cierre de cada emisión radial, cuando su trompeta se suma a El Trío Sin Nombre para tocar standards de jazz antes de que baje el telón.
El motivo de este regreso es Forma, el disco que grabó junto al pianista y compositor Álvaro Torres, y que presentará este viernes en Pueblo Narakan (Punta del Este). Las entradas se venden en RedTickets desde 960 pesos, y hay descuentos para socios de Club El País.
Gillespi y Torres se conocen hace 20 años, pero recién con Forma se animaron a grabar un disco a dúo. El proyecto nació en pandemia como un espacio de experimentación conjunta: cada uno llevó ideas a medio camino y entre ambos las completaron. “Un día le dije: ‘¿Por qué no nos juntamos como una cosa de disfrute nuestra e intercambiamos figuritas?’. Es decir, yo le mostraba canciones que tenía por la mitad, él hacía lo mismo, y uno completaba lo que faltaba del otro. Y así fue. A medida que íbamos encontrándole la forma, lo íbamos grabando”, le narra a El País.
El resultado es un fascinante álbum instrumental de climas y texturas que expande los límites habituales de su trayectoria. “Generalmente se me asocia con la trompeta, es natural, pero yo no me siento un trompetista. Me gusta la música en general y me atraen casi todos los instrumentos. Este disco me permitió jugar sin pensar en el rol de la trompeta”, dice.
Parte de esa búsqueda se apoyó en un sintetizador que toca desde los noventa, el wind controller. “Me sirve para crear atmósferas y colores a partir del soplido. El disco tiene mucho de eso”, agrega. A su vez, tocó guitarras y bajos.
De esta manera, el artista que fue parte de grupos emblemáticos como Sumo y Las Pelotas presenta composiciones como “Saturado de info”, “Jazz & Pop” y “Edimburgo”, creada durante un viaje a Escocia junto a Dolina. “Cuando no hay cantante, hay que trabajar otra lógica: la riqueza de los sonidos, los matices y colores que se consiguen. Que la música sea atractiva por sí misma y no parezca que le falta la voz, como si fuese un karaoke. Es un desafío distinto, pero a la vez muy gratificante”, reflexiona.
Forma se publicó en febrero a través del sello argentino Club del Disco y está disponible en vinilo. El álbum se presentó en un ciclo de ocho shows en Bebop Club de Buenos Aires, donde las composiciones adquirieron un nuevo vuelo con los aportes de Tomás Babjaczuk en batería, Andrés Pellican en el bajo y Leo Tegli en guitarra. Con ese formato actuará este viernes en Punta del Este.
Para el argentino, el mayor valor de esta propuesta está en el vínculo con el público. “Es toda felicidad porque la gente que viene a ver entiende lo que yo entiendo. Yo no soy popular, pero la ventaja es que los que se acercan a mis conciertos son personas con las que, de alguna manera, somos amigos. Tenemos la misma forma de ver la vida”, asegura.
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