Crónica de No Te Va Gustar filarmónico en el Sodre: reinvención sonora y sinestésica que ilumina y engrandece

La banda encabezada por Emiliano Brancciari presentó este sábado la primera de las tres funciones del espectáculo filarmónico que realiza junto a la orquesta SUSI, dirigida por Ignacio Algorta.

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No Te Va Gustar presenta su concierto sinfónico en el Auditorio Nacional del Sodre.
Foto: Mauricio Rodríguez @maurirod.uy.

En la historia reciente de No Te Va Gustar, el Auditorio Nacional del Sodre funciona como un laboratorio de mutaciones sonoras. En 2018, en la sala Hugo Balzo, la banda registró el impecable Otras canciones, un ejercicio de relecturas acústicas con el que celebró sus 25 años, rodeada de aliados de lujo como Julieta Venegas y Jorge Drexler.

Un año después, en la sala Eduardo Fabini, ese material se expandió en una maratón de ocho conciertos que rompió el récord absoluto de convocatoria, hasta que Jaime Roos elevó la vara a 10 funciones agotadas. De aquel ciclo quedaron registradas varias piezas de Otras canciones en vivo en Latinoamérica, con una tapa que inmortaliza a la Fabini repleta hasta el último asiento.

Por eso, que Emiliano Brancciari y compañía eligieran el mismo escenario para estrenar en Uruguay su nueva aventura sinfónica no fue casualidad: fue casi un acto de coherencia artística. La propuesta, una de las más ambiciosas de su carrera, ya había pasado por Colombia y Argentina junto a la Filarmónica de Medellín, y en Montevideo el interés se tradujo en tres noches: del sábado 9 al lunes 11 de agosto, todo agotado.

Y como si esa pequeña residencia en la sala montevideana no bastara, la fiesta pasará a un plano todavía más monumental: el miércoles 1.º de octubre desembarcarán en un Antel Arena también agotado.

El paso del show filarmónico por su tierra natal llega con una particularidad: en esta ocasión, el grupo se acompaña de la SUSI, la Selección Uruguaya Sinfónica que dirige Ignacio Algorta y que, en apenas un año, entregó shows de antología con Julieta Venegas y Ciro y Los Persas. Esta no fue la excepción: como dijo el bajista Guzmán Silveira a El País en mayo, la vestimenta orquestal le aporta “una nueva vida, una nueva piel” al repertorio de NTVG.

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No Te Va Gustar sinfónico en el Auditorio Nacional del Sodre.
Foto: Mauricio Rodríguez @maurirod.uy.

Respaldada por 40 músicos bajo la batuta de Algorta —que venía de una semana triunfal tras encargarse de los arreglos de los tres shows sinfónicos de Hereford en el Teatro Solís—, la banda se propuso ofrecerle al público una nueva manera de acercarse a su obra. El rol de la SUSI no fue simplemente acompañar, sino ser una cómplice musical que reafirmó la intensidad emocional del repertorio. Los arreglos sumaron texturas y matices que enriquecieron y potenciaron cada canción.

El concepto se anunció desde el arranque: el director tomó el mando con una obertura de climas oníricos, mientras un tul suspendido en el proscenio se convirtió en lienzo para olas que danzaban al compás, volviendo la música casi tangible.

Luego, Brancciari y los suyos irrumpieron para iniciar el viaje. Los ocho integrantes se alinearon en formación horizontal, y el vocalista —de traje, pero con sus inseparables lentes oscuros— abrió con una versión despojada de “Nada fue en vano”, joya de El calor del pleno invierno (2012). Arropados por la sección de cuerdas y envueltos en luces rojas, los músicos se fundieron con la orquesta en una imagen que anticipaba el espíritu de la noche y aportaba calor a este sábado helado con rasgos de pleno invierno.

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No Te Va Gustar sinfónico en el Auditorio Nacional del Sodre.
Foto: Mauricio Rodríguez @maurirod.uy.

La lógica del repertorio recordaba a Otras canciones: no solo por el impulso de dar nueva vida a su obra, sino por rescatar piezas que rara vez asoman en sus recitales. Ahí la propuesta filarmónica encontró varias de sus conquistas. La desgarrada “Una triste melodía” creció con el dolor contenido (“No hay dolor que duela más que el dolor del alma”) hasta estallar en un solo furioso y ovacionado de Pablo Coniberti. “Arde” siguió ese pulso, con un rojo incandescente y la fuerza de la orquesta amplificando la herida.

En “Una triste melodía” se reveló, además, uno de los sellos del espectáculo: la experiencia sinestésica. El escenario se tiñó de un amarillo y naranja fogoso, guiño a la tapa de Todo es tan inflamable. Ese juego visual reapareció en la brillante “No te imaginás”, que el público cantó desde su asiento mientras ráfagas de luz recorrían la sala, evocando la portada de Luz. En “De nada sirve” y “Me ilumina hoy”, el tul volvió a descender para proyectar a gran escala la figura casi fantasmagórica de Brancciari, con un magnetismo capaz de robarle el protagonismo a los casi 50 músicos en escena.

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No Te Va Gustar sinfónico en el Auditorio Nacional del Sodre.
Foto: Mauricio Rodríguez @maurirod.uy.

La orquesta imprimió una melancolía expansiva en "Memorias del olvido", "Verte reír" y "Poco", y una dosis extra de electricidad en "Cero a la izquierda", "Al vacío" y "Josefina". Si de himnos se trata, "Chau" fue de lo más celebrado: éxito en 2010, reinventado junto a Julieta Venegas en Otras canciones y capaz de volver a ser hit si esta versión sinfónica se publicara. Es una nueva demostración de que, cuando una canción tiene estampa de clásico, soporta cualquier vestimenta sin perder su filo. Terminó con el público de pie, entre ovaciones y sonrisas cómplices.

Con la inminente entrada al estudio para grabar su primer disco en cinco años ya anunciada, la banda cerró con un “Cero a la izquierda” que fundió la sección de vientos de la SUSI con la de NTVG, y un “No era cierto” que estalló con Algorta al acordeón, Brancciari dirigiendo a la orquesta y la sala entera coreando como si estuviera de regreso en aquel histórico festejo de diciembre en la Rambla del Club de Golf.

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Emiliano Brancciari.
Foto: Mauricio Rodríguez @maurirod.uy.

En la puerta del Sodre, todavía con el frío cortando la cara, más de uno salió con la sensación de haber estado en otra estación. Porque esa noche, entre cuerdas, vientos y coros, NTVG y la SUSI lograron lo improbable: que un sábado invernal terminara ardiendo.

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