Un repaso a su biografía y su obra desmiente a la propia Chrissie Hynde de que su vida ha sido normal. Es para empezar una estrella de rock de alcance global desde fines de la década de 1970 con tantos éxitos que, delo por descontado van a estar el jueves 9 de mayo en el Antel Arena, un show para el que quedan entradas. Va a ser la segunda visita de Pretenders, la banda de Hynde, que ya estuvo en Uruguay como show de apertura de Phil Collins en marzo de 2018 frente a la Olímpica.
Los datos son conocidos: nació en Akron, Ohio, en setiembre de 1951 de una típica familia de clase media. En 1973 viajó por primera vez a Londres, donde fue dependienta de Sex, la boutique de Malcolm McLaren y Vivienne Westwood que alojó el punk. Fue parte de ese movimiento (incluso casi se casa con dos de los Sex Pistols e intentaron formar un grupo con Mick Jones de los Clash) y en 1978, llegaron The Pretenders, con quienes debutó en un club de París.
Desde entonces, ese ha sido su lugar creativo y con ellos tiene una colección de éxitos entre los que están “Back in the Chain Gang”, “Don’t Get me Wrong”, “Brass in the Pocket”; “Precious”, “Kids”, tantos. Todos ellos, le adelanta Hynde, quien en 2005 ingresó en el Rock and Roll Hall of Fame, a El País en un zoom con pantalla apagada, estarán en el Antel Arena además de canciones de sus dos últimos discos, que mantiene la fuerza y eficación de su pop rock.
Sobre su vida, su carrera y qué hay de una chica de Akron en una estrella de su estatura en la historia del rock and roll, Hynde charló con El País.
-Estuvo por acá como número de apertura de Phil Collins. No me diga que recuerda algo de la ciudad...
-Sí, amamos Uruguay, fue increíble. Fui al Centro y caminé por todos lados. Fue algo especial. Me encantó.
-Por ahí leí que se ha descrito como una gran líder de banda. ¿Qué cree que hace a alguien un gran líder, sea de una banda o de cualquier otra cosa?
-Ahí hay una buena pregunta. No soy una gran música, pero sé cuándo algo suena bien porque escucho mucha radio. Creo que mi punto fuerte es orquestar a los chicos. Todos tocan genial, y yo puedo relajarme. Hay un elemento de confianza, porque no los estoy mandoneando: les dejo tocar lo que quieran y simplemente superviso. ¿Qué hace a un gran líder? Supongo que, si eres muy sincero con tu propósito, la gente respeta eso, y entonces te escucha.
-¿Se le ocurre algún ejemplo?
-Por ejemplo, una líder muy fuerte es Ingrid Newkirk, que fundó y sigue siendo presidenta de PETA, la organización estadounidense por los derechos de los animales. Ha estado al frente durante, no sé, 40 años, pero como su objetivo es tan genuino -todo lo que hace está enfocado en aliviar la crueldad animal-, la gente confía en ella porque nunca pierde el foco. Así que, ante cualquier idea, todos dicen: “Consultemos con Ingrid”. Sé que no estamos hablando de música, pero ya que preguntas sobre liderazgo, ella es un gran ejemplo.
-Ha abierto camino para muchas mujeres en el rock. Hoy es increíble ver a tantas en el género...
-No voy a entrar en eso, man. No me importan las mujeres en el rock. Nunca me importaron. Solo me gusta la música. Y para mí no es un tema de hombres o mujeres, ni de blanco o negro. La música vive en otro lugar. La música vive en una isla sin género ni color. Así que no creo haber abierto camino ni ser pionera de nada. Siempre ha habido mujeres haciendo muchas cosas. Claro eso no era así hace 80 años, antes del control de natalidad, porque probablemente tenían demasiados hijos para cuidar. Pero siempre ha habido mujeres haciendo músicaa.
-Pero, ¿era fácil para una mujer llegar adonde usted llegó?
-Para mí fue fácil. No sé por qué crees que no lo fue. Fue tan fácil como para cualquiera. No tenía una banda con mis compañeros del colegio, así que formé una con quien pude. Pasé mucho tiempo buscando a la banda correcta. Pero no creo que haya sido más difícil por ser mujer. Nunca sentí discriminación. Algunos chicos quizás no querían tocar conmigo porque tengo una voz femenina, y tal vez eso no les gustaba en el rock and roll. Y lo entiendo: no hay tantas cantantes mujeres con un estilo como Jim Morrison o Iggy Pop. Yo ciertamente no lo tengo. Pero, para todos nuestros héroes, eso da igual. No me interesa en lo más mínimo el tema del género.
-En sus memorias se evidencia su ética de trabajo. ¿Ese es el secreto de su éxito?
-Nunca pensé que tuviera una ética de trabajo. Cuando era joven, escuchaba la radio y fumaba marihuana todo el día. Pero crecí en Estados Unidos, donde no teníamos lo que tienen en Inglaterra: un sistema de subsidio de desempleo. Si no trabajabas, no había ayudas. Así que fui camarera, enmarcaba cuadros, modelaba en escuelas de arte... Siempre trabajé. Y eso fue un buen entrenamiento, primero para conocer gente, y también porque sabía que tenía que hacerlo por mí misma. No espero que nadie haga nada por mí. Y creo que esa es una buena actitud: si te quedás el tiempo suficiente, entendés que lo tenés que hacer vos, porque nadie te va a regalar nada.
-Su vida ha estado llena de peripecias: su infancia en Akron, su llegada a Londres, su éxito... Cuando mira hacia atrás, ¿se siente abrumada?
-No creo que mi vida haya sido muy distinta a la de los demás. Todos pasamos por nacimientos, muertes, pérdidas, pequeñas victorias y grandes cambios. Todo eso es muy personal. No creo que lo que yo haya vivido sea tan diferente. Son experiencias humanas.
-Ok. En ese viaje, en esa travesía personal, ¿hubo un momento específico en que se dio cuenta de que era Chrissie Hynde?
-Sigo siendo la misma persona. Ni siquiera me identifico con ese nombre, porque nunca me llamé Chrissy. Me bautizaron así cuando llegué a Inglaterra. Así que no sé si soy Chris, Christine o Chrissy. Cuando oigo ese nombre, no siento una conexión real. Solo paso el día haciendo lo que tengo que hacer. Y claro, es divertido, porque, ¿quién no quiere estar en una banda de rock and roll? Ese es el juego. Estás ahí para pasarla bien. ¿Y qué mejor trabajo para eso? Subo al escenario con una guitarra y la idea es que todos estemos en una fiesta. Es un buen trabajo, ¿no?
-Todos alguna vez fantaseamos con ser una estrella de rock, y, como dice, ese es su trabajo. ¿Cuál es la gran mentira sobre ese estilo de vida? ¿Y qué es algo que está buenísimo y la gente no imagina?
-A mí me gustan las cosas simples. Me gusta el transporte público, andar en ómnibus, caminar por la calle. No me gusta el estilo de vida de celebridad. No quiero hacer publicidades de relojes o perfumes. Mi ícono de estilo siempre fue Lemmy, el líder de Motörhead. Y pienso: si una revista no le pediría a Lemmy que hiciera algo, entonces que tampoco me lo pidan a mí. Por eso no hago revistas de moda.
-¿Qué podemos esperar del show de Pretenders en Uruguay?
-Somos básicamente un cuarteto de rock and roll, pero probablemente mejor que cualquier otro. Ese es el plan. Subimos al escenario pensando que, ojalá, al menos una persona se vaya esa noche diciendo: “Fue el mejor show de mi vida”.
-¿Qué queda de aquella muchacha de Akron en esta Chrissie Hynde?
-Todo. No podés cambiar quién sos, ¿verdad?