"Tenemos ganadoras del Oscar en esta película, como Kate Winslet y Zoe Saldaña, y ellas dicen que acá han hecho uno de los mejores trabajos de sus carreras. Pero eso tiende a pasarse por alto”, dice James Cameron (71), cerebro y principal responsable de la saga Avatar, durante un encuentro virtual con la prensa.
“Incluso entre actores, históricamente han dicho: ‘Esto no es actuación real sino un tipo de animación que no entendemos del todo’. Y no lo entienden porque por mucho tiempo yo oculté nuestro proceso. Lo escondí porque quería que el público respondiera a los personajes como si fueran reales. No quería que el público pensara que era una persona con un aparato en la cabeza. Pensaba que eso le restaría valor a la magia, pero ahora me doy cuenta de que no le ha hecho ningún favor a mi maravilloso elenco. Si esto fuera solo un trabajo de voces terminaríamos en días, no años”, explica.
Así como Cameron por mucho tiempo escondió la trastienda de su megaproyecto, también durante años prefirió mantener distancia de la prensa, precisamente para conservar aquella magia. Este año, la situación cambió drásticamente. Ha estado a la cabeza de la promoción del tercer volumen, Avatar: Fuego y cenizas.
”Llevamos un tiempo sentando las bases para esta historia”, cuenta Cameron. “En la primera película establecimos un mundo y una historia de amor relativamente simple, porque nuestros ojos estaban enfocados en todo lo que nos rodea y en las nuevas criaturas. Y nadie había visto algo así antes. Yo nunca había hecho algo así. En la segunda, llevamos al público a diferentes partes de ese mundo y comenzamos a hacer la trama más compleja e introducimos nuevos personajes. Y ahora, en esta nueva película, pasamos a un siguiente nivel de complejidad”.
EnAvatar: Fuego y cenizas, los héroes de la saga, Jake Sully (Sam Worthington) y su esposa Neytiri (Saldaña), se han asentado bien con el clan Metkayina, pero tienen dificultades para lidiar con la muerte del mayor de sus hijos, Neteyam, ocurrida en el filme anterior. En este contexto, encontrarán nuevos villanos, el violento clan de los Ash People liderados por la malévola Varang (Oona Chaplin), que se ha aliado al archienemigo de Sully, Quaritch (Stephen Lang).
Cameron cuenta: “Tuvimos aquel trágico evento en la segunda película que sentí era realmente importante para aterrizarla, porque es fantástica visualmente, pero también me interesaba basarla en respuestas humanas auténticas. Creo que el cine comercial tiende a esconder aspectos como el trauma, la pérdida y el dolor. Cuando alguien muere en una película, por ejemplo la esposa, el marido se lanza a matar y todos celebramos esa violencia las siguientes dos horas. Y eso no es abordarlo de manera honesta y auténtica. Yo he tenido muchas pérdidas en mi vida personal en los últimos diez años y el dolor no se termina así. Ahora Neytiri comienza a vivir en una especie de odio que incluso la convierte en una especie de racista. Y luego tiene que luchar para superar eso y ver a las personas por sus valores y por la bondad que hay dentro de ellos, sin importar el color de su piel”.
Con un presupuesto de unos 400 millones de dólares, Avatar: Fuego y cenizas tiene una vara muy alta a superar, ya que los dos filmes anteriores están entre los tres más taquilleros de la historia. Avatar (2009) es el número uno y Avatar: El camino del agua es la tercera. En su primer fin de semana en Estados Unidos recauda 88 millones de dólares, lo que no es tanto.
“Este es el modelo de negocios más estúpido de la historia”, revela Cameron. “Para tener éxito, la película tiene que estar en el top 10 de las películas más taquilleras de la historia desde incluso antes de haberla filmado. Todo el mundo piensa que es una gran idea hacer una de Avatar, hasta que miras las matemáticas. Y es que no puedes garantizar ese tipo de éxito. Pero esto es lo que sé: cuanto más dinero gastamos, más empleos creamos. Hay 3.800 nombres en los créditos: 3.800 puestos de trabajo. Algunas de las personas que trabajaron en esta película lo hicieron durante cuatro o cinco años. Me gusta crear trabajos y me gusta que la gente haga un trabajo artístico que disfrute y que le paguen por ello”.
Fernando Zavala / El Mercurio (GDA)