ESTRENO

Nicolás lauber

La joven Enola Holmes (Millie Bobby Brown) no ha tenido una educación como la de las demás chicas inglesas de fines de 1800. Su plan de estudios diarios incluye astrología, herbología, apicultura, tiro al blanco y hasta jujitsiu; también se leyó todos los libros que hay en la casa. Criada sola por su madre (Helena Bonham-Carter) luego de la muerte de su padre y la partida de sus hermanos mayores, Sherlock y Mycroft (Henry Cavill y Sam Claflin), la joven está preparada para ser una mujer inteligente, segura y, sobre todo, independiente. Todo gracias a la mentalidad de su progenitora, una señora progresista que tiene ideas claras sobre el rol que debe tener la mujer en esa sociedad.

Ese mundo, el de Enola, cambia en la mañana de su cumpleaños número 16, cuando despierta y descubre que su madre desapareció. El único rastro que ha dejado es una caja de códigos que, claro, Enola sabe descifrar.

La desaparición de la matriarca también hace que los hermanos de la joven regresen al caserón familiar, que está bastante deteriorado. Y aunque Sherlock se muestra comprensivo con su hermana menor, continúa siendo distante y está poco interesado en resolver el misterio; mientras que Mycroft quiere enviar a Enola a una escuela para que aprenda a comportarse como una señorita, con los corsé sociales aparejados, para que así pueda ser “aceptable” para la sociedad. Claro que la chica, que posee las mismas pobres habilidades sociales de sus hermanos, no está interesada en ese tipo de formación y sale tras su madre.

Esta es la consigna de Enola Holmes, la película dirigida por Harry Bradbeer (ganador del Emmy y Globo de Oro por la serie Fleabag) que se estrenó en Netflix el miércoles y se basa en la saga Las aventuras de Enola Holmes de Nancy Springer.

La joven Enola representa tanto la juventud como la rebeldía no solo ante la familia Holmes, sino ante una sociedad que prefiere que las mujeres vistan elegantes y sean refinadas antes que seres pensantes.

Enola es lo opuesto a lo esperado en ese contexto: es aventurera, irreverente, muy inteligente y parece la heroína de una novela de Jane Austen, aunque con habilidades en artes marciales. En contraposición está la institutriz Mrs. Harrison (una genial Fiona Shaw), que pese a parecer moderna por manejar un automóvil, tiene ideas anticuadas sobre el rol de la mujer en la machista sociedad inglesa.

Como era de esperarse, el atractivo de esta aventura radica en Millie Bobby Brown, la joven que apareció hace cuatro años, cuando solo tenía 12, en Stranger Things, donde interpretaba a Eleven, la chica silenciosa, de pelo muy corto y poderes telekinéticos que se convirtió en uno de los grandes atractivos de la serie de Netflix. Aquí la actriz se despoja de ese personaje y va por uno que es más verborrágico, simpático y feminista.

Si bien algunos de los personajes están tomados de los libros de Sir Arthur Conan Doyle, Enola no pertenece al universo literario de Sherlock Holmes, que allí no tenía ninguna hermana. Como sucedió con Orgullo, prejuicio y zombies, Grethel & Hansel, Abraham Lincoln: cazador de vampiros o la serie Freud, Enola Holmes mezcla personajes populares con situaciones que nada tienen que ver con el canon de donde provienen. Eso no quita que el resultado sea entretenido.

Los espectadores sabemos que Enola al revés se lee como “alone” (sola, algo que ella no sufrió hasta la desaparición de su madre), gracias a que la joven nos lo explica mientras mira a cámara. Esa no será la única reflexión o deducción que realizará para romper la cuarta pared. Enola Holmes ofrece, además de una historia dinámica y entretenida, algunos placeres visuales.

Hay grabados en acero inteligentemente animados; mensajes elaboradamente codificados para su madre que la chica coloca en diarios; hay magníficos viajes y peleas en trenes, locomotoras y vagones sin caballos, todos fotografiados muy bien por Giles Nuttgens.

Además el ritmo y el bullicio de Londres son parte de la elegante producción diseñada por Michael Carlin, quien recrea buena parte de la campiña inglesa y también de los bajos fondos de la capital.

Entre medio de esta aventura para encontrar a su madre, la joven se topará con algunos momentos de la historia real. La película está ambientada poco antes de la Ley de Representación del Pueblo de 1884, que amplió el voto de los hombres y sentó las bases para el sufragio femenino. Así, en sus viajes, Enola se cruza con el joven Lord Vizconde Tewksbury (Louis Partridge), que tiene ideas revolucionarias, y a un asesino detrás, que está dispuesto a todo para que el joven no llegue a votar el proyecto en la Cámara de los Lores.

El film también hace alusión a las tácticas violentas del movimiento sufragista, aunque la explicación tiende a lo superficial.

Esto se debe a que Enola Holmes -tanto la película como el personaje- no está interesada en los detalles sobre esos movimientos sociales sino, y como suele suceder con su conocido hermano mayor, únicamente enfocada en resolver el misterio que tiene por delante. Eso alcanza para un rato ameno.