Estrenada en 2018, Un pequeño favor fue un cozy crime que se destacó por su impresionante vestuario, la química entre sus protagonistas, y la variedad de vueltas de tuerca al servicio de una trama que mezclaba la comedia y el policial.

La historia se centraba en Stephanie (Anna Kendrick), una bloguera de cocina, fotógrafa amateur y ama de casa que un día conoce a la glamorosa Emily (Blake Lively), cuando sus hijos se hacen amigos en el parque.

De a poco Stephanie, como una joven Miss Marple de Agatha Christie comienza a fascinarse (y hasta obsesionarse) con la sofisticada y misteriosa Emily, quien ocultaba varios secretos bajo varias capas de marcas de lujo. Y es Stephanie quien se encarga de resolver el caso, descubre que su nueva amiga era responsable de varias estafas, de la muerte de su gemela, y que tenía una razón para mantenerse alejada de su familia.

El pasado jueves se estrenó en Prime Video la secuela titulada Otro pequeño favor, que encuentra a las protagonistas, quienes pasaron de ser mejores amigas a enemigas, distanciadas. Cinco años después del final, Stephanie se convirtió en bloguera de crímenes, ayudó a resolver un caso que todavía la atormenta y lanzó el (poco exitoso) libro que escribió sobre la historia de Emily, quien está en la cárcel. No por mucho tiempo, ya que en una presentación se le aparece para invitarla a que sea la dama de honor en su boda, en Capri. Así, sin más preámbulo comienza esta secuela.

Stephanie tiene sus motivos para asistir. Está desesperada porque su libro no se vende, además su agente le reclama que necesita escribir una secuela, y sabe que siempre hay un motivo oculto cuando se trata de Emily. Además, de no ir enfrentará una demanda enorme por derechos de imagen y nombre. Y la obsesión tóxica por su exmejor amiga la hará subirse a un jet privado lleno de desconocidos, rumbo a la isla italiana, sin saber muy bien qué hace allí.

Aunque esta vez Stephanie no está cautivada por esta mujer que parece salida de una revista de modas, ahora le preocupa que intente asesinarla, como ya lo hizo en más de una ocasión. Y lugares y motivos no faltan en esta secuela.

Foto: Difusión.

La historia ya no se basa en el libro de Darcey Bell, sino en el libreto de Jessica Sharzer (responsable de la primera) y Laeta Kalogridis, guionista de La isla siniestra de Martin Scorsese y la serie Altered carbon de Netflix, entre otros proyectos. Ellas se encargan de darle las vueltas de tuerca, a veces absurdas, a veces innecesarias, a esta película que mantiene el espíritu de la original pero que redobla la apuesta en los varios misterios por resolver.

Lively vuelve a ser un imán de la pantalla, con un personaje enigmático, del que nunca se termina de conocer qué piensa o cuál será su próxima movida. Solo se sabe que su única preocupación es su hijo Nicky (Ian Ho), y que se está por casar con Dante (el musculoso Michele Morrone de la saga erótica de Netflix, 365 días), quien es el heredero de los Varsano, un clan mafioso de Capri, y rival de los Bartolo.

El clan Varsano está dirigido por la madre de Dante, Portia (Elena Sofia Ricci), quien tiene que lidar con los conflictos entre las familias, la decisión de su hijo de casarse con una desconocida, y una nuera que detesta. Y cuando Dante es asesinado después de la boda (en la que quemó el acuerdo prenupcial), las pistas apuntan a Stephanie.

Con algo de comedia europea combinada con The White Lotus y algunos clásicos giros de las telenovelas, Otro pequeño favor parecen ser varias películas en una sola. Hay conflictos mafiosos, nuevos misterios y varias muertes para esclarecer, aunque lo mejor se centra en la combinación entre Kendrick y Lively, quienes tienen grandes diálogos y muchos momentos, y silencios, incómodos.

Otra protagonista de esta secuela es la paradisíaca isla de Capri, así como el espectacular vestuario, nuevamente a cargo de Renee Ehrlich Kalfus.

Kendrick vuelve a ponerle su impronta a una Stephanie siempre al borde del ataque de nervios, de lengua filosa y comentario mordaz que desconfía de todos: de las buenas intenciones de su “amiga”, de las motivaciones de los Vasano, y su presencia en la boda.

Aunque es Lively quien ofrece una de sus mejores interpretaciones, desdoblándose entre las distintas facetas de sus personajes. Y al igual que en la primera película, esta secuela crece cuando las protagonistas comparten la pantalla, lo que ahora por suerte ocurre casi desde el inicio.

Las actrices le aportan química a este cozy crime mientras se benefician de la mano del director Paul Feig, uno de los realizadores que mejor ha sabido capturar las relaciones femeninas a través de la comedia. Lo hizo en Damas en guerra, Chicas armadas y peligrosas, Cazafantasmas y Un pequeño favor, como en la serie The Office que también escribió y produjo. El director sabe darle espacio a las actrices para que se luzcan, ya sean protagonistas como secundarias.

En esta ocasión, se unen al hermoso y caótico embrollo la gran Elizabeth Perkins como Margaret, la madre de Emily (rol que antes interpretó Jean Smart) y la siempre genial Allison Janney como Linda, la demasiado amable y extraña tía de Emily. Como siempre, Janney encaja a la perfección, aportándole el melodrama al misterio, y el pie de comedia cuando se requiere.

A ellas se les suma la peor agente del FBI del mundo (Taylor Ortega) y una agente literaria (Alex Newell) que podrían haber tenido mayor desarrollo en la película. Ambas quedan relegadas a pequeños alivios cómicos que, por el poco tiempo en pantalla ni son graciosos, ni suman.

Con nuevo escenario, varias víctimas y más glamour, Otro pequeño favor es una continuación que mantiene las dosis de policial y comedia, a la vez que le aporta nuevos elementos para una historia que, por su final abierto, puede tener una tercera entrega.