Yesty Prieto: su quebranto de salud, la vuelta a los shows, el Carnaval, el costado influencer y el solidario

El uruguayo, referente de la música tropical, habla del problema de su salud de inicios de agosto, también de su vuelta a los escenarios, de su paso por el Carnaval y su faceta de influencer en redes.

Yesty Prieto
Yesty Prieto.
Foto: Estefania Leal/Archivo El Pais

Hablar con Yesty Prieto es como subirse a una montaña rusa: la conversación va y viene entre risas, anécdotas de giras interminables, sustos en la ruta, recuerdos de Carnaval, canciones infaltables y momentos complicados. El cantante, figura indiscutida de Karibe con K, arrastra décadas de carrera y una fidelidad de público que pocas orquestas logran mantener.

Con su estilo frontal, mezcla de picardía y agradecimiento permanente a su público, Yesty no esquiva nada: cuenta cómo vive las noches de toques en el interior, con viajes eternos de regreso a Montevideo sin dormir; recuerda el susto de salud que atravesó hace apenas unas semanas, cuando un preinfarto lo dejó internado con una arteria tapada y hasta se toma un tiempo para hablar de su costado solidario, colaborando con una olla popular.

Lo que nunca cambia es su cercanía con la gente. “Me da lo mismo cantar para 15 mil que para una sola persona”, dice, convencido de que cada llamada para un show, cada invitación a un tablado o a un toque, es un gesto de cariño que él retribuye con música. Y, claro, con canciones que ya se han convertido en himnos y que no pueden faltar en ninguna fiesta: “Polvo de estrella”, “Amores como el nuestro” y “La cita”, entre muchas más.

Sobre su saludo, su costado influencer y la posibilidad de volver al Carnaval, charló Yesty Prieto con Sábado Show.

Yesty Prieto
Yesty Prieto. Foto: Archivo.
Estefania Leal/Archivo El Pais

—¿Cómo pasaste la Noche de la Nostalgia? Sé que tenían planes en el interior.
—Sí, nos fuimos a Salto. Teníamos un toque allá y estuvo muy lindo. Pero claro, eso implica también muchas horas de viaje. A veces uno se pone a pensar y dice: si una persona del interior viene a Montevideo, lo operan, le dan el alta y tiene que volver a su ciudad, imaginate lo que es para nosotros después de un show. Si vivís en Artigas, son seis horas de viaje. Y nosotros terminamos de tocar y nos volvemos de una. Es un disparate, la verdad.

—¿No pensaron en quedarse a descansar?
—Sí, lo mejor sería quedarse hasta el mediodía en un hotel. Pero siempre terminamos volviendo. Igual la camioneta ayuda: los músicos duermen un rato ahí, aunque sea una hora, y eso sirve mucho. El tema es cuando vas en el auto, con el manager manejando. Él toca la tumbadora y maneja, y yo le hago segunda. No me duermo ni a palos, porque todavía estoy con la adrenalina del recital.

—Eso sumado a tu problema de salud reciente, un preinfarto. ¿Cómo fue?
—Sí, fue increíble. A inicios de agosto me empezó un dolor fuerte en el pecho, del lado izquierdo. El sábado anterior había ido a Paysandú, hacía mucho frío y yo pensaba que era una especie de dolor pasajero. Me vino varias veces en la semana, pero seguí. Recién el viernes, estando con un amigo, terminamos yendo a urgencias. Ahí me dijeron que había tenido un preinfarto. ¡Cinco o seis días así, sin parar! Inconsciencia total.

—¿Y qué encontraron en los estudios?
—Tenía una arteria tapada en un 95%. Muy fuerte. Lo loco es que el sábado siguiente ya quería salir a cantar. Mi señora todavía me lo recrimina, me decía todos los días esa semana “andá al médico” y yo le respondía “si tengo aire, está todo bien”. Inconsciente total. Por eso digo que cuando uno tiene un dolor, no hay que hacerse el vivo, hay que ir al médico.

—¿Eso cambió tu manera de encarar los shows?
—Sí, trato de organizarme mejor. Antes tenía toques o notas todos los días. Me decían: “hay que grabar algo a la una de la mañana”, y yo iba. Ahora me reparto más. Salgo menos, cuido un poco más. Igual, me llaman de cualquier lado y voy. Es mi forma de agradecer: si alguien te llama, es porque te conoce y te tiene presente. Y para mí da lo mismo que haya 15 mil personas o una sola.

—Con Karibe con K siguen con mucha actividad.
—Sí, tenemos varios shows, aunque no tengo la agenda en la cabeza. Siempre priorizamos tocar con la orquesta. La categoría de Karibe no es lo mismo que estar uno solo arriba del escenario. Y por suerte llenamos en todos lados, no nos va mal en ningún lugar. Además, estamos todos bien de salud, ninguno canta sentado ni con bastón. Eso también se nota en la energía.

—Y hay canciones que el público no te perdona si no las cantás.
—¡Totalmente! Una vez fuimos al interior y no hicimos “Polvo de estrellas”, “Amores como el nuestro” y “La cita”. Terminó el baile y la gente nos puteó: “¡Una cagada la orquesta, no cantaron “Polvo de estrellas!”. Entonces dijimos: esos tres temas siempre tienen que estar, aunque sea cortitos, enganchados. Son caballos de batalla. Yo a veces “La cita” la canto en francés, ¡y no sé francés! Pero la gente se enloquece igual.

—En carnaval también se notó esa energía extra.
—Sí, el carnaval nos dio un empujón tremendo. En cada tablado la gente explotaba. Eso le dio más vitalidad a la banda. Y aunque dependemos de los trabajos de cada uno, siempre tratamos de estar porque el resultado es impresionante.

Yesty Prieto
Yesty Prieto. Foto: Archivo.
Foto: Leonardo Mainé

—¿Y después de la experiencia, piensan volver a Carnaval?
—Mirá, la gente de los Addams nos dijo que se podía generar algo, pero no para el Concurso Oficial, sino para subirnos a cantar algunos temas en los tablados. Estamos viendo porque todos tenemos shows y compromisos.

—También se te ve en redes sociales, haciendo videos de carrnicerías y panaderías. ¿Te volvieste influencer?
—No, para nada. Lo que pasa es que me escriben de repente de una panadería por Instagram y me piden un video. Yo se los hago y no cobro un peso. No me interesa. Una mano lava la otra. No estoy en esa de cobrar por todo.

—Y además tenés un costado solidario muy fuerte.
—Sí, colaboro hace años con la olla popular Telba Juárez, en Carlos María de Pena. Consigo donaciones de amigos, de verdulerías, carnicerías, lo que pueda. En invierno se pasa muy mal, hay más hambre. La semana pasada la Junta Local me reconoció por esa colaboración. Fue una caricia al alma. Yo no lo hago para que me mencionen, siempre trabajé en silencio. Pero está bueno que se reconozca.

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