Rosana Zinola cuenta cómo nació el libro sobre Lorena Ponce de León: "No soy amiga de Loli"

La periodista habla de sus comienzos y su trabajo para la sección Sociales de Galería, también del germen del libro "De palabra" y su relación con Lorena Ponce de León.

Rosana Zinola.
Rosana Zinola.
Foto: Adrian Echeverriaga.

Tiene la agenda de contactos más importante del Uruguay y es una de las periodistas que redefinió el concepto de periodismo de sociales en Uruguay. Rosana Zinola comenzó en los medios de casualidad. Estudiaba ingeniería y había quedado sin trabajo cuando una amiga de su madre le dijo: “que llame a este número”: Era el teléfono de Rafael Klappenbach de El Observador. El diario comenzaba a tener secciones y ella iba a estar en Sociales. Desde entonces, Zinola, hoy en Galería, se convirtió en espectadora de lujo de eventos exclusivos y con acceso a personalidades destacadas. También es la autora de De palabra, el libro donde Lorena Ponce de León cuenta su vida.

Dice Rosana Zinola que la desventaja de trabajar en Sociales es que no se especializa en nada, aunque tiene que manejar muchos temas: golf, economía, espectáculos, política, farándula y estar al tanto de lo que ocurre en el país y el mundo.

“El trabajo de Sociales te da una amplitud y conocimiento más general que otros rubros. También aprendés a hacerte un lugar frente a todos los periodistas”, comenta entre risas.

“Me acuerdo que Ida Vitale cumplía años y justo presentaba su película, y pienso: si hay cumpleaños, tal vez haya una torta. “Averigüen si hay una torta. Quiero foto de Ida Vitale con la familia, con la torta, festejo”, les dije. Terminaron metiéndose adelante del ministro de Educación pero logramos la foto. Eso es lo que al lector le interesa. Porque no pudo estar, y puede verlo en las fotos, porque ya sabemos que lo primero que la gente mira, son las fotos”, dice.

Esta semana se publicó De palabra, sobre Lorena Ponce de León, lo que motivó esta charla con Sábado Show.

Portada del libro "De Palabra" de Rosana Zinola.
Portada del libro "De Palabra" de Rosana Zinola.
Foto: Difusión.

—¿Conocías a Lorena Ponce de León?
—No soy amiga de Loli, ni era amiga, pero la conocía de verla en distintas circunstancias a lo largo del tiempo. La única vez que la había entrevistado fue para una nota sobre jardines: paisajistas con su clienta. Era una de esas notas lindas, para mostrar jardines hermosos y que la paisajista explicara cómo lo resolvió, mientras la dueña de casa contaba qué quería. Ahí me llamó la atención que, de las cuatro entrevistadas, ella fue la que más explicó la parte técnica: cómo drenaba bien el jardín, qué plantas convenían cerca de la piscina si había niños porque alejaban a las abejas, o qué poner en ciertos lugares según el viento. Con el tiempo, la veía en campaña y notaba que no solo acompañaba a su marido: conversaba con la gente, y se veía que eso le gustaba. Después, con Sembrando, recorrió todo el país. En pandemia tuvo que adaptar el proyecto y siguió trabajando. Más tarde surgió Unidos para ayudar, que empezó a partir de donaciones de empresas. Yo veía que tenía ganas de hacer cosas. Cuando se separaron, pensé que era raro que ocurriera en medio de un mandato presidencial. Muchas parejas siguen juntas aunque no se lleven bien, por aparentar o por no tener independencia económica. Y me preguntaba: ¿por qué no siguieron? Si al fin y al cabo, ¿quién se iba a enterar?

—También tuvieron una relación muy expuesta.
—Sí. Recuerdo que también estuvo el tema del nacimiento de los mellizos, que fueron por fecundación in vitro. Una vez, en una nota social, estaban ellos con los mellizos junto a otros matrimonios que habían tenido hijos de esa manera. Muchos evitan hablar de eso, incluso con resistencia de la familia, pero ellos se mostraban.

—¿Qué te motivó a hacer el libro?
—Un día la escuché hablar y sentí como que estaba sanando todo lo que había pasado. Me la encontré y le dije “me parece que tenés que contar todo lo que te ha pasado”. Me parecía que podría ser inspirador para otras personas porque finalmente lo que le pasó a ellos, y le pasó a ella también con su familia ensamblada, le pasa a muchos, y cada uno lo transita como puede. Ella, con tanta visibilidad cargaba un peso extra porque nadie va a decir nada si voy al supermercado llorando, pero si ella tenía ganas de llorar en un evento público iban a empezar las especulaciones.

—¿Cuántas fueron las charlas?
—Fueron como diez. Ella lo primero que dijo fue que no quería ser ni ponerse como ejemplo de nada. Sin embargo, uno tiende a buscar en otros lo que a uno le pasa para ver cómo hizo, cómo pudo salir. También heredó de su madre y su abuela esa energía que tiene que siempre va para adelante y es muy positiva con todo. Eso también la hace salir adelante en cualquier escollo. Las charlas fueron muy amenas, muy abiertas. Ella es natural, es así, auténtica.

Rosana Zinola.
Rosana Zinola.
Foto: Difusión.

—¿Te puso algún pero?
—No. Lo mismo me pasó con Laura Alonsopérez (esposa del presidente Yamandú Orsi) cuando la fui a entrevistar por el espectáculo que presentó en el Solís. Se había armado un lío porque todo el mundo le caía por la forma de que festejó en el balcón el primero de marzo. Entonces, ella estaba como un poco a la defensiva. Le dije, “mirá, no vengo preparada con pregunta 1, 2 y 3, la conversación se va dando. Si surge algún tema, te lo preguntaré y si no querés contestar o querés contestar otra cosa, veremos”. Y logramos una confianza que me terminó contando que tampoco podían tener hijos, y cómo fue el proceso. Entonces lo que veo es que no importa tu ideología política, no importa en qué barrio sos nacido, dónde vivís o cuál es tu profesión, finalmente todos pasamos más o menos por lo mismo. Algunos podrán tener unos dolores en una separación, otros en la pérdida, en el fin de un trabajo pero finalmente todos atravesamos lo mismo. Y ahora que todos estamos mirando el celular y hay tanto psicólogo y coach que dan consejos, acá tenés una persona que es uruguaya que la conoces por algunas cosas que ha hecho, que la veías en la televisión todo el tiempo, y ahí está su historia.

—Los primeros extractos se hicieron virales.
—Sí, lo que contó de su separación fue eso. Aunque hay otros motivos. Me parece que tienen una familia, más allá de que ahora están separados, tienen una familia feliz. Pudieron tener tres hijos, estuvieron 22 años juntos, lo que no es poco. ¿Quién llega a 22 años de casados? Y más, con una carrera tan difícil como es la de un político. Porque desde que se conocieron estuvo en campaña.

—Tampoco tenía horario de nueve a cinco.
—No, y los fines de semana también tienen cosas. Entonces, me parece que, más allá de todo, fue un matrimonio exitoso. Y la lucharon como todos. Porque también tuvieron una separación previa. Y después, como ya dijo, su protagonismo fue uno de los factores. Pero también se fueron sumando otras cosas. Y es entendible. Es el desgaste también. Porque finalmente Lacalle Pou llegó a ser presidente, ella lo estuvo apuntalando todo ese tiempo. Estuvieron juntos, después vino la pandemia, y eso también fue muy difícil. Más allá de que en el libro cuenta cómo pasaron, cómo trabajaban todos juntos en Anchorena, también fueron momentos muy duros, y para los que nadie estaba preparado. Y ahí trabajaban las 24 horas. Son cosas que se van sumando. Y a los 48 años, después de estar toda la vida con una misma persona, A veces uno quiere otra cosa. Más allá de que sentían una desconexión, e intentaron volver y hubo idas y venidas y aparecían fotos y momentos en que estaban juntos, o no, hasta que finalmente decidieron separarse. Y me parece que también eso es una actitud valiente por parte de los dos. Porque podían haber seguido fingiendo. Y de verdad, ¿quién se enteraría de lo que pasa puertas adentro?

—¿Por eso el título del libro, De palabra?
—Sí, porque tiene que ver con dar la palabra, con confiar en la gente. Antes uno decía “te doy mi palabra de tal cosa”, y se cumplía.

—Ahí también cuenta momentos de dolor que vivió, como el discurso en la Embajada de España, cuando recién había fallecido una amiga.
—Sí, y tuvo que maquillarse un poco y seguir con Sembrando, porque ya estaba todo pautado, y después siguió con las recorridas. Ese esfuerzo refleja su manera de ser: no quedarse en el decir, sino hacer. Ella tiene muy arraigada esa cultura emprendedora, porque empezó muy joven. Me contó cómo se dio cuenta, desde chica trabajando con su madre, que no quería trabajar con su madre. Que la quiere mucho, pero no la quería como jefa. Y es importante difundir esa cultura, que también sirve para que las mujeres sean independientes, y ese mismo concepto se lo traslada a sus hijos. Habló de la crianza, las decisiones que van tomando, sabiendo que les tenés que enseñar a valerse por sí mismos. Y esa cultura emprendedora ella la tiene bien asimilada, y se traduce en que cada persona pueda valerse por si mismo y ser independientes, porque ahí tenes libertad. Eso es algo que ella valoraba mucho, la libertad.

—¿Y cuál es el presente de Lorena?
—Está con el paisajismo y pensando en hacer otras cosas, como estudiar iluminación, que le hacía falta para los jardines. También viajar para conocer más cosas. Y está bueno poder contar eso, para que no se queden solo con lo que veían en televisión: a alguien que iba a un acto y decía no sé qué.

—Ella quería hacer cosas.
—Sí, antes del triunfo le plantea que sí ganan, ella quiere hacer algo. Hay esposas de presidentes que hicieron cosas, otras que no. pero estaba ese afán de poder utilizar la visibilidad para ayudar a la gente, y ella escuchaba que durante la campaña lo que la gente le repetía era trabajo. ¿Cómo puedo ayudar a que tengan trabajo? Con Sembrando y ser emprendedor, pero cuando le iba contando a él “quiero hacer esto y quiero hacerlo en todo el país”, y él le decía que no. Según cuenta ella, así es él en general. Cada vez que le presentás algo te va diciendo que no, para probarte y ver hasta dónde tenés ganas, convicción, planificación y todo eso. Finalmente ella, como es trabajadora, fue buscando y armando equipo, buscando gente y presentándole la idea. Por eso era que, como que al principio la familia no la apoyaba, después cuando ya ganaron y tenía todo armado y le presentó al equipo, ya no hubo más vuelta. Y no sé, si él no quiere que los demás tengan un protagonismo mayor, aunque capaz habría que preguntarle directamente a él.

—¿Y del titular qué te dijeron?
—Hubo comentarios de todo tipo. En general fue todo positivo. La gente que me conoce se alegra. También me pasó que me escribió una señora, no sé quién era, y me dijo: no voy a comprar el libro. Y le digo, “está todo bien, pedíselo a una amiga, léelo y me comentás qué te parece”. Es un libro sobre una mujer uruguaya. Ojalá pudieran escribir 25 libros de mujeres y que se vayan pasando, que queden en las bibliotecas y después los jóvenes los lean y digan: “mirá, hubo una mujer que recorrió el país y que hizo esto”.

—Previo al libro de Ponce de León, escribiste la biografía de otra mujer importante de nuestro país: Beatriz Argimón.
—A Beatriz la conocí un poco más, también por los sociales. Por verla en todas las actividades que ella había estado siempre liderando, desde actividades culturales hasta, por ejemplo, cuando fundaron la fundación Josefa Oribe. Y después de verla, en el Parlamento, cuando hacían actividades o con las mujeres de negro. O sea, la conocía un poquito más por una faceta un poco más amplia. Pero al llegar a la vicepresidencia, me parecía que cuando estudiábamos historia, en los libros nunca había mujeres. No sé si ahora en los libros hay mujeres, pero mujeres hubo, mujeres hasta que pelearon en las guerras y nunca se las nombran. En general, cuando nombraban a una mujer era estaban cuidando a los heridos, curando a los heridos en los hospitales o era la esposa de El Caudillo. Y entonces, digo, por primera vez en la historia hay una mujer que llega a la vicepresidencia por el voto de la ciudadanía. Tiene que haber un libro que cuente su historia porque la historia de Beatriz también tuvo bastantes escollos.

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