La carrera de Manuela da Silveira se detuvo el año pasado, prefirió enfocarse en ella, su entorno y su familia. Fue madre de Matías que en mayo cumple un año, tambiénen 2023 falleció su padre, Jorge “Toto” da Silveira, y ella prefirió refugiarse en un trabajo de oficina que le permitió conocer realidades y ayudar desde otro lado. Este año, Da Silveira volvió por partida doble con el programa Veo cómo cantas de Canal 12, y la obra Segundo tiempo que tiene funciones los jueves en Teatro Movie. Sobre su año ausente, los cambios, sus fortalezas y la violencia en redes sociales es esta charla con Sábado Show.
—Estuviste un tiempo ausente de los medios y volviste con todo, obra de teatro y programa de televisión. ¿Cómo se dio este regreso?
—Se juntó todo. El año pasado, entero, estuvo dedicado a los cuidados, en esas “labores no remuneradas”. Transitamos el embarazo, acompañamos a papá y después la licencia maternal -la palabra licencia me da gracia-, papá falleció, entonces fue un año como de estar mucho ahí, ocupándome de mí, del bebe y del entorno. A finales del 2023 surgió la posibilidad de trabajar en alguna cosa concreta; y este año cuando aparece Veo como cantas, Mati ya tenía seis meses. Surgió de una conversación con Ana Laura González y Eugenio Restano que me dijeron que estaban con ese proyecto que conocía porque había visto el de España. Y después se juntaron un poco las fechas de un estreno y el otro, por eso tiene como una resonancia.
—¿Cómo fue la dinámica para el programa?
—Los cantantes misteriosos ensayaban por la mañana, y durante esa parte nosotros no estamos; y después del mediodía grabamos. Y el canal me reacompañó; estaba la posibilidad de que una amiga maquilladora me empezara a preparar en casa, en el caso de que la jornada por Matías se complicara. Todo tiene un horario bastante marcado, entonces no me ausentaba mucho, fue muy amigable para la crianza. Y los ensayos de Segundo tiempo también fueron muy abiertos a Matías. Cuando no tenía con quién dejarlo, iba al ensayo.
—Rusito González y Florencia Infante también son padres, así que entienden de esas complicaciones.
—Sí. El otro día iba para lo de Rusito y le decía que iba con Mati para que le avisara a Flavia y las niñas, y ellas chochas. Siempre está la puerta a que estén niños en los ensayos. Lo único que si sentí, a diferencia de otros momentos de mi vida, es que cuando terminaba las cosas volví a casa y no era a descansar. La noche del estreno de Veo como cantas salimos con Coco, el papá de Mati al festejo y en un momento empezamos a mirar el rejoj. Vivimos y entendimos por primera vez ese momento que tiene gran parte de la población, hay que irse para estar con Mati.
—En tu carrera has tenido momentos de exposición y otros donde desaparecés. El año pasado, entre tu embarazo y tu padre, te alejaste de todo. ¿Cómo viviste esos meses?
—El año pasado creo que fue la primera vez que, sí, sucedió todo. Sentí que no había otra posibilidad, que no podía hacer otra cosa. Porque además tenía que cuidarme yo, físicamente. Trabajaba en la consultora y fue increíble tener un ambiente muy cuidado, amoroso y flexible a cuando podía y lo que podía. Fue hermoso tener ese refugio, un trabajo de mesa, de crear, pensar. Si me pasó que hubo imprevistos. El proceso de mi viejo fue muy de evolución y después involución, fue como impredecible; y Me costaba comprometerme, incluso a una labor de redes o algo donde tenía que estar haciendo humor. Siendo pública, y mi padre público, no podía. Se hace. Muchas personas lo hacen y disocian parte de la vida, pero me costaba. Después, en general, en mi carrera, no sé si es por protección o metabolismo pero me he preparado para entrar y salir de los medios. Quiero sentirme cómoda también cuando no hay trabajo en los medios. Es una protección que heredé de haber visto a mi viejo. Yo viví su pasaje por los medios, y salvo algunos proyectos, no hay algo fijo.
—¿Y cómo te sentís con que no haya algo fijo?
—Trato de trabajar en mí para sentirme tranquila cuando la tele no es fija. El último proyecto en el que había estado fue La culpa es de Colón, y este rol es muy coral, con un equipo liderado por Lucía que me resultó maravilloso. Me sentí muy cómoda.
—Y te gusta trabajar en equipo.
—Sí, me encanta. Me encanta poder divertirme e ir buscando un rol dentro del equipo de la producción. Me encantó ver a Lucía conduciendo, me sale la parte más militante, pero me fascina que haya una mujer encabezando un programa así. Y siento que no hay otra como ella. El estar viendo en el detrás, te permite observarla, y no puedo creer lo que hace. Porque uno ve que sale muy bien, pero además se ve la contundencia y la fuerza que tiene. Es graciosa, inteligente, y está gestionando muchas cosas a la misma vez, porque está en todo. Contiene al participante, está siguiendo un guion, están diciéndole a donde ir, y todo después de terminar el carnaval. Tiene un oficio imponente. Me fascina que esté ahí. Siento que el rol que más me gusta hoy en los medios es por el que me voy perfilando: cómo podemos hacer para cuidar a quienes habitan esos espacios de liderazgo. Tal vez mañana sea otra minoría la que necesita representación. Todavía las mujeres estábamos en la categoría de minoría en los medios. Cuando ya se instale, ya no sea conversación, habrá que ver qué otras necesitan presencia. Personas con discapacidad, disidencias, migrantes, porque hace que haya más creatividad que, en definitiva, es lo que aportan otras miradas.
—Te llevo a un lado más cholulo, trabajás al lado de Pampita.
—Conocer a Pampita fue un viaje. Ahora tengo un grupo de Whatsapp que tiene una celebridad internacional. Cuando la conocí tuve que respirar un minuto porque entraba en modo fan. Aparte es una tipa que genera una empatía zarpada. No solo es una fucking bomba increíble que ha estado en millones de programas y sabes cómo se maneja, también por su historia de vida. Que vos te levantes y sonrías, para mí sos un ejemplo de vida, realmente.
—¿A Annasofía ya la conocías?
—Sí, y me parece muy creativa, con mucho talento. La venía viendo hace tiempo, compartimos un par de experiencias juntas y me copó reencontrarme con ella. Y Martín, confío mucho en su corazón. He hecho cosas de inclusión con él, estuvimos en el Sodre con proyectos para crecer en inclusión. Me parece una cabeza espectacular y un corazón increíble. Entonces, la combinación estuvo tremenda. Martín fue el primer asesor que supe que estaba, y no lo dudé. Se armó un grupete lindo porque estaban la hermana de Martín trabajando en su estilismo, mi amiga que me maquilló, Isabel Martínez, y el equipo del canal, de maquillaje, peinado, vestuario. Un equipo muy potente.
—¿Cómo era el trabajo en la consultora?
—Trabajar en la consultora me hizo estar en conversaciones que empezaron a fortalecer, a darle más confianza a esos temas que ya venía pensando, o diciendo en voz baja. Lo hacía pensando que cuando vuelva a la televisión voy a poder ir integrando este mundo o estos temas que me importan. Fue una forma de integrar esa inquietud y empezar a aprender más sobre temáticas de inclusión, de impacto, de que empresa tiene un potencial enorme de impactar. Por eso me importó que el vestuario de Veo Como Cantas tuviera ese sello, que hubiera vestimentas que circulen. Hay colectivos que trabajan haciendo prendas cero residuo y está buenísimo mostrarlo y contarlo. Necesitaba esos espacios para, de alguna forma, formarme, para volver a este rol, pero renovada. Ahora siento que tengo una versión mejor para brindarle a los medios. Cómo conocerme para saber cuestiones que tengan que ver con el humor, y en los roles de conducción donde, a lo mejor es que haya otra compañera, porque lo va a hacer mejor, y entenderlo como una fortaleza. Tal vez mi fortaleza está en lo humano, en aportar desde otro lugar; me encantaría llevar las transformaciones sociales a los medios, o hablar sobre comunicación en los medios.
—¿Y se viene otra obra?
—Sí, Monólogos de la vagina, una obra que disfruto mucho que también es un encuentro coral y de aprendizaje para ver otras miradas que todavía no integramos. Monologos lo que te permite es que alguien que va a ver a Lore Bomio, porque la mira en la mañana también conozca la realidad de Chabela Ramírez y su monólogo sobre afro descendientes. Es darle lugar. Es lugar para las mujeres trans, a las mujeres travesti y hacerlo desde un lugar poético, con talento, emoción, risa, y que todo esté integrado. Eso va a ser el 31 de mayo y 1 de junio en el teatro Solís.
—Te vuelvo a cambiar de tema. No hay humor de mujeres en televisión como supo haber con La culpa es de Colón y antes con Parentela. ¿Qué te hace pensar eso?
—Creo que todavía faltan muchos espacios, por eso hay que cuidar estos espacios cuando suceden. Hace poco participé de un conversatorio con Laura Falero y la hija de Elina Berro por la muestra de Mónica y Los Lobizones, y fue espectacular escuchar a su hija hablar de la libertad que tenía esa mujer a la hora de escribir. Ella escribió sus personajes, se burlaba de la clase alta y hacía política con lo que escribía; fue como un faro. Yo no sé si tengo esa sensación de libertad a la hora de emitir, y porque están las redes sociales, y muchas veces la violencia digital que recibimos, la violencia de género digital, influye directamente en nuestra libertad de expresarnos.
—Sí, y las redes son una cloaca.
—Sí, de hecho, en Naciones Unidas hay un monitor de violencia digital en Twitter donde monitorearon los insultos que reciben mujeres lideresas: políticas, artistas y comunicadoras. Insultos sobre el cuerpo, palabras como “boba”, “ridícula”, “impresentable”, son los que más aparecen. Yo soy parte de la muestra, y monitoreaban el insulto por minuto, de marzo a octubre, fue imponente. Porque esos insultos, esa violencia, muchas veces hace que las mujeres dejen ciertos espacios de poder, que las mujeres se desalienten a la hora de expresarse.
—Ahí Falero dijo que no hay mujeres en boliches haciendo humor.
—Sí, se han perdido esos espacios. Cuando empecé, estábamos todas en los stand-up, hasta en la cancha de padel. Capaz que volvemos, porque el padel volvió. Después algunas se instalaron y siguen, pero son muy pocas. Lo que pasó con La culpa es de Colón, que quedaran solo con el masculino, también es fuerte y habla de algo que el público también pedía. No estoy de acuerdo con la decisión y me hubiera encantado que se hubiera gestionado distinto, cuando arrancó el proyecto; repartido, o uno único con elenco mixto. No tengo la receta pero no era bajar uno y no el otro. Me parece buenísimo el humor que hacen los chiquitines también, no estoy diciendo nada malo de ellos, porque los expuso a un lugar incómodo también. Las gurisas hicieron un tremendo proyecto después en el teatro, y la gente lo acompañó. Y creo que lo que hay que hacer es decir lo que te gustó, hasta el cansancio. Decir “que bueno que esté esta mujer liderando acá”, porque si acompañamos en silencio esa persona solo se va a quedar con el feedback negativo; y me da miedo que ciertos tomadores de decisión también se queden con eso. Yo estuve muy poquito en La Culpa, así que me desafecto de ese lugar, porque las que resistieron fueron ellas. Las que merecen la cocarda son ellas; e hicieron que muchas mujeres se sintieran representadas. Tal vez no lo decían. Porque decir, “me acompañó”, “me representa”, “o vas abriendo caminos”, es un mensaje que nadie ha escrito, menos en Twitter.
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