Es uno de los artistas más destacados de la música popular uruguaya. Integrante del clásico ensamble Canciones para no dormir la siesta, productor musical de ¿Quién es la máscara? y participante de Fuego sagrado de Canal 12, Gonzalo Moreira hasta se dio el lujo de sacar su primer disco, Resumiendo, a los 67 años.
El 21 de noviembre Moreira vuelve a los escenarios con un concierto a beneficio en Club del Bosque (Parada 6 de Roosevelt, calles Mónaco y Marne) de Punta del Este. Lo recaudado será destinado a la Fundación Tenis que promueve el desarrollo de niños de contextos vulnerables a través del deporte.
En esta charla con Sábado Show, Moreira habla de reversionar sus clásicos, la inteligencia artificial, la vida en el balneario y sus ganas de seguir aprendiendo.
—Vas a dar un concierto a beneficio el 21 de noviembre en Punta del Este. ¿Cómo surge la idea?
—Es algo que tenía ganas de hacer hace tiempo. Este show es una buena oportunidad para juntar dos cosas que me motivan mucho: tocar y dar una mano. Se llama Guitarra y yo, porque básicamente es eso: yo, mi guitarra y las canciones que me han acompañado toda la vida. Es una forma linda de cerrar el año, haciendo música y ayudando al mismo tiempo.
—Da la sensación de que, de grande, te animaste a muchas cosas nuevas.
—Sí, y ojalá pueda seguir haciéndolo. Creo que eso es lo que te mantiene vivo: seguir animándote, seguir aprendiendo cosas nuevas. Siempre hay algo por descubrir, nuevas técnicas, nuevas maneras de tocar o de grabar. Me gusta ese vértigo de probar, equivocarme y seguir. Vivimos una época increíble, llena de avances. Nosotros nacimos con la cinta, con el casete, y ahora todo es digital. Pasamos de rebobinar con una birome a tener la música en la nube. Es un cambio tremendo, pero hermoso.
—Y ahora la música ni siquiera es física. La tenés en un archivo compartido, en el aire.
—Totalmente. Antes uno podía agarrar un disco, o una cinta, y sentirla. Ahora todo está en un archivo, en un clic. Pero también eso te permite jugar más, mover la “onda”, modificarla, mezclar. Podés hacer lo que quieras, literalmente. La tecnología cambió la forma de hacer y de escuchar música.
—Hace poco se armó debate porque Tabaré Rivero decía que la inteligencia artificial en cualquier momento empieza a componer cumbias. ¿Qué opinás?
—Mirá, yo conozco cumbias colombianas que son preciosas, con una musicalidad impresionante. Hay buena música en todos los géneros, y también mala. La diferencia no pasa por si la hace una máquina o una persona, sino por si te llega o no. La inteligencia artificial llegó para quedarse, eso está claro. No sé si compondrá cumbias, pero seguro va a tocar violín mejor que nosotros en poco tiempo.
—Decía que de grande te animaste a cosas porque con 67 años sacaste tu disco solista. ¿Cómo sigue esa faceta en solitario?
—Estoy ensayando mucho. Tengo una sala en casa donde me encierro a probar cosas nuevas. Me compré unos auriculares que te permiten escucharte como si estuvieras adentro de la música. Es rarísimo al principio, pero la sensación es espectacular: te escuchás bien, todo suena limpio, te sentís realmente dentro del sonido.
—¿Entonces el show en Punta del Este va a incluir temas nuevos o los clásicos de siempre?
—Voy a tocar canciones que la mayoría conoce, pero también algunas nuevas que estoy preparando. Hay varias que no se han escuchado todavía. Incluso grabé una con mis nietos, que fue una experiencia preciosa. Y sí, tengo en mente hacer un segundo disco. Serán cinco temas, algo más íntimo, más personal.
—El año pasado habías mencionado un proyecto que querías cerrar con los clásicos de Canciones para no dormir la siesta, ¿es lo que grabaste con tus nietos, el proyecto sigue en pie?
—Sí, lo voy a hacer. La idea sigue firme. Entre otras cosas está el tema “La casa disparatada”, que pronto va a quedar en Spotify. Me encanta cómo la gente redescubre esas canciones con las nuevas versiones, con otro sonido, otra energía.
—Esa reinvención tuya, de tomar esas canciones icónicas y darles otra vuelta, también te consolidó como solista.
—Sí, es una etapa muy linda. Al principio da un poco de miedo, porque uno tiene muchos años tocando en grupo, con otros. Pero después te das cuenta de que es un desafío hermoso. Y si no pasa nada, no pasa nada. Lo importante es hacerlo, disfrutarlo. Nunca es tarde para volver, para probar algo distinto.
—¿Pensás en colaboraciones para las próximas canciones?
—Por ahora no, es solo con mis nietos. Quiero ver qué pasa, experimentar un poco solo. Después veremos si se da algo con otros músicos.
—¿Cómo te trata la vida en el balneario?
—Muy bien. La casa donde estamos ahora tiene su historia: fue una que se incendió hace unos años, y la reconstruimos. Quedó divina. Hay pájaros de todo tipo, mucha naturaleza, tranquilidad. Es un lugar para quedarse a vivir, sin dudas. Montevideo queda lejos, pero el mar compensa todo.
—Un cierre de año ideal.
—Sí, genial. Estoy feliz, disfrutando del momento. Agradecido por seguir haciendo lo que me gusta y poder compartirlo.