Despertar de Primavera es más que uno de los grandes espectáculos del 2025 en la vecina Buenos Aires. Es el musical que dirige Fer Dente después de haberlo protagonizado hace 15 años, cuando había padres que quedaban horrorizados con la temática y se llevaban a sus hijos del teatro en medio de la función. Es la obra que pone en escena el despertar sexual adolescente sin medias tintas. Y es la obra que hace pocos días arrasó en los Premios Hugo del teatro musical al quedarse con ocho estatuillas incluyendo Mejor Musical. ¿Qué es lo que la vuelve tan polémica e irresistible?
Basada en una obra alemana de fines del siglo XIX y adaptada en decenas de oportunidades al teatro musical, Despertar de Primavera es el grito de libertad de un grupo de jóvenes ante una sociedad represiva y violenta. Esta puesta a cargo de Fer Dente, que se despide del Teatro El Nacional de Buenos Aires este miércoles 19 de noviembre, se llevó elogios del público y de la crítica por sus contundentes mensajes y también por una innovadora ambientación e interpretaciones que ponen la piel de gallina.
Aborda temas como la exploración sexual en la juventud, el embarazo adolescente, la violencia intrafamiliar, el aborto, el suicidio, e incluye una fuerte crítica a instituciones como la familia tradicional, la religión y el sistema educativo. Pasaron más de 100 años de la publicación original y los enfoques cambiaron, pero las temáticas y las discusiones que propone el libreto parecen más vigentes que nunca.
En diálogo con El País, Dente evalúa que “en el mundo de hoy están pasando un montón de cosas que hasta hace pocos años pensábamos que era imposible que volvieran a pasar, como el regreso del odio, la discriminación, la estigmatización”. Entonces, a la hora de llevar adelante su propia versión del espectáculo, se preguntó “qué pasaría si esta obra sucediera en un futuro distópico y estos chicos ya crecieron en ese mundo en el que las reglas son las mismas que antes”. Este planteo explica cierta ambigüedad en la puesta en escena, con un vestuario en el que convive lo clásico con lo moderno, lo mismo que ocurre en el lenguaje con el que se comunican los personajes.
Trini Montiel, la protagonista, analiza que los temas que aborda la obra “nos atraviesan a todos”. Indica que en ese sentido la obra ofrece “un golpe de realidad” y “abre temas de conversación” a nivel familiar. El director añade que “todos conocemos a alguien que pasó por algunas de las problemáticas de la obra”.
La hipótesis de Dente se cumple hacia el interior de su elenco. Octavio Murillo, que se pone en la piel del intrépido Melchior, el protagonista masculino, cuenta por ejemplo que le cuesta ver en escena a dos de sus compañeros cuando encarnan una situación de violencia intrafamiliar. “Me resulta bastante cercano. Viví de chico con figuras de autoridad bastante violentas en lo verbal y en lo físico. El vínculo que tengo hoy con esas personas es lejano a eso, pero son heridas que cerraron con terapia y mucha ayuda”, narra confirmando lo vigente del espectáculo que protagoniza.
Despertar de Primavera inquieta apenas uno ingresa a la sala. Desde antes de que inicie la función se pueden ver sobre escenario varias prendas de estilo victoriano que cuelgan en maniquíes huecos con luces en su interior, lo que da alguna pista poética de las luchas que darán los personajes. La irrupción del elenco juvenil en escena es en conjunto, como un mismo cuerpo colectivo.
Los personajes saltan, juegan y se desplazan utilizando todo el espacio encima y alrededor de una megaestructura giratoria, que es el elemento central (y casi único) del decorado. Esta incluye una rampa lúdica que hace las veces de tobogán y una rígida escalera. Los adolescentes pasarán entonces de uno a otro lado, representando la ambigüedad de la etapa de la vida en la que se salta de la ingenuidad infantil a las inflexibles estructuras del mundo adulto. “Yo odiaba ser adolescente. Había cosas que ya no podía hacer porque era muy chico y otras que todavía no podía hacer porque no era lo suficientemente grande”, ejemplifica Dente sobre su propia experiencia.
La idea de la escenografía, que vuelve a la obra minimalista y a la vez imponente, fue del escenógrafo Gonzalo Córdoba Estéves. El artista convenció a Dente de la propuesta pocos días antes del comienzo de los ensayos, pero él le advirtió: “Si vamos con esto tiene que estar desde el primer día de ensayo y todo tiene que suceder ahí”. La estructura terminó siendo “la protagonista de la historia”, ya que funciona como un personaje más y con la que el resto del elenco interactúa de forma permanente.
El espíritu colectivo del elenco atraviesa toda la puesta de Despertar de Primavera. En escena, el grupo completo funciona como un organismo vivo: algunos ocupan el centro de la acción y otros se mantienen detrás, pero nunca se desconectan. Desde los primeros ensayos, Trini recuerda que Dente insistía en que “lo que le pasa a uno, nos pasa a todos”, un mantra que se volvió una brújula para el elenco.
El actor Joaquín Scotta, que le pone el cuerpo al alivio cómico de la obra, describe el funcionamiento del elenco como una “balsa” compartida: nadie puede soltarla porque todo se hundiría. “Esa idea nos mantiene vivos y conectados, y si hay uno que no lo está, la obra no funciona”, subraya el artista. Incluso en las escenas en las que ciertos intérpretes no participan activamente, permanecen en estado de escucha en el escenario, respirando al ritmo de quienes sí hablan. Incluso pueden identificarse ciertas acciones en un segundo plano. Esa presencia silenciosa y vibrante, genera la sensación de que cada emoción cae en el cuerpo de todos. Y allí reside uno de los secretos más potentes de esta versión: la energía colectiva que late debajo de cada cuadro.
El elenco.
El primer acto es una piña en medio de la cara. Aquel espectador que asiste desprevenido para ver una obra más de adolescentes, en los primeros minutos ya presenciará una escena de masturbación, a la que al rato se le suma una de violencia física y otra de sexo. No hay tiempo para gradualismo. La obra es sutil y poética, pero va al hueso.
Una puesta cargada de emociones tan fuertes solo es posible con un elenco capaz de sostener un nivel de interpretación que hiele la sangre. Este es uno de los puntos más fuertes del espectáculo. Sin nombres rimbombantes en su elenco, Despertar de Primavera ofrece actuaciones removedoras, que interpelan y que duelen. Y como si fuera poco, voces con la capacidad de trasladar al público de un drama íntimo a un recital de rock de un momento para otro.
Todo esto le dio la fuerza a la obra para convertirla en éxito. “Ahora dormimos sin frazada, pero no es fácil ir a una sala de 1800 personas con un título que no es de los principales y con un elenco megatalentoso pero que en su mayoría hace su debut”, considera Dente sobre el riesgo inicial, aunque el viento sopló a su favor desde el estreno.
El elenco le hace honor a la catarsis que precisan los personajes y allí se destaca la dupla protagonista de Octavio Murillo y Trini Montiel, mientras que entre los secundarios sobresalen Joaquín Scotta y Tomás Wicz. Aunque lo cierto es que tres de ellos no fueron la primera opción. Los nombres surgieron de un casting abierto que resultó un dolor de cabeza para Dente, ya que una vez que finalizó el proceso, los protagonistas que habían sido elegidos se dieron de baja por otros compromisos y se debió repensar la obra.
Ni Murillo, ni Montriel ni Wicz habían sido elegidos para sus personajes, pero “una corazonada” de Dente cuando el elenco parecía desmoronarse hizo que pudiera rearmar el puzzle de una forma en la que las piezas encajaron a la perfección. “Ese movimiento fue divino”, recuerda. Es que los tres parecen haber nacido para estos roles, que a la postre les valieron a cada uno un respectivo Premio Hugo del teatro musical por su trabajo.
El caso de Octavio Murillo es particular. El actor trabajaba en producción en el ballet del Teatro Colón y no tenía pensado estar en escena. La insistencia de su madre lo impulsó a hacer el casting que le terminó dando el papel que había compuesto Dente 15 años atrás. Y para muchos, aun cuando él asegura ni siquiera haber visto el video de la versión anterior, consigue un trabajo con gestos y movimientos muy similares a los de su antecesor.
“Fue algo totalmente accidental de lo que no nos dimos cuenta ni en los ensayos”, afirma Murillo. Según el actor, lo percibió recién cuando el resto se lo hizo notar, y fue entonces que Dente lo observó con otros ojos y exclamó: “Qué impresión, me está copiando”. Murillo reconoce que ambos tienen “formas de hablar, movernos y pararnos” que son parecidas, y su director toma la comparación como “un honor”. “Me encanta que pase, pero no fue buscado ni le pusimos energía a eso”, se excusa Dente.
El destino parecía escrito para que terminen trabajando juntos. Es que las similitudes entre ambos no terminan en la forma de pararse en el escenario. A medida que charlaban en los ensayos iban descubriendo coincidencias propias de una comedia de enredos. Tanto Dente como Murillo crecieron en la misma manzana del barrio de Flores en Buenos Aires, asistieron al mismo colegio “muy poco popular”, y practicaron equitación y esgrima en el mismo club. “Es algo mágico”, resume el director.
“La” escena.
El primer acto encuentra su clímax con una de las situaciones más comentadas de la obra: la escena de sexo entre sus protagonistas. Para llegar al momento tierno, sensual y romántico que se ve en el escenario, los actores trabajaron durante semanas con la “coach de intimidad” Tati Rojas.
Ella los hizo completar un formulario que ponía a consideración todo aquello que podía ocurrir en una escena erótica, como las áreas del cuerpo que se pueden besar, morder, pegar, y las que no. “A mí me dan mucha cosquillas los pies, entonces marqué ‘pies’ para que no se toquen”, recuerda Trini, “pero todo se recontra charla”.
En el primer ensayo, Octavio y Trini, practicaron con una pelota inflable entre medio de ambos como una forma “de distanciamiento”. Así empezaron a probar abrazos y vueltas por el piso. Con el tiempo ganaron confianza y marcaron una coreografía en base a la música y al texto. “Es un momento de intimidad pero musicalmente muy preciso. Entiendo lo que se ve, pero adentro de mi cabeza estoy contando mis compases”, explica el actor sobre una escena que define como “impactante”. Su compañera coincide: “Lo que se ve como súper erótico, en realidad es súper técnico”.
Murillo agrega que entre él y su pareja de ficción “no hay incomodidad alguna”: “Fue un proceso muy cuidado y muy respetuoso. Hubo hincapié en sentirnos cómodos desde la confianza y el consentimiento”. “Estamos cuidados en todos los detalles. Es un lujo”, completa su compañera.
¿Y qué hay del pudor frente al público? “Trato de no pensar mucho”, confiesa Murillo, “siempre que hay desnudos, por más que sea un personaje, no deja de ser tu cuerpo y la sala está llena de gente”. No obstante, considera que “el público en ese momento también está vulnerable”: “No es un strip tease. Es algo tierno y lindo”.
Trini, en tanto, diferencia a lo que le pasa a ella como persona y lo que le ocurre como actriz. “Como persona soy más pudorosa, pero como actriz entiendo que es parte del trabajo”, evalúa. Y entiende que en el marco de la historia “para el personaje es necesario atravesar ese momento”. “Por eso nunca dudé hacerlo”, asegura.
Joaquín Scotta, por su parte, también tiene una escena “subida de tono”, que es además la que rompe el hielo con el espectador al ser la primera que marca el estilo frontal y sin tabúes de Despertar de primavera. Esta secuencia muestra al personaje en un momento de “intimidad” consigo mismo, y el actor cuenta que también fue abordado desde un lugar “muy profesional” junto a la coach. “Me lo hizo ver desde un lugar muy coreográfico”, señala, y evalúa: “uno podría sentir algo de vergüenza al principio en las audiciones, pero yo me mandé con todo porque me parecía interesante”.
Lejos de sentirse incómodo por las reacciones del público, el actor dice que disfruta al intentar identificar algunas risas y sonrisas incómodas que provoca esta escena. “Yo entiendo que es chocante, pero es lo que hace Despertar de Primavera, romper con todos los esquemas”, considera. Y revela que entre sus amigos ya hay stickers de WhatsApp en alusión a ese momento de la obra.
Murillo, en tanto, recuerda una experiencia distinta en el estreno, cuando podía ver desde el escenario en primera fila a su madre, su hermana y su abuela, que se tapó los ojos al momento del encuentro sexual del personaje de su nieto. Al final de la obra, le dijo que quedó sorprendida con “los trucos” y le preguntó “cómo hacía para que los besos parecieran de verdad”.
Encuentro.
Dente protagonizó Despertar de Primavera en 2010, cuando tenía 20 años. Era la primera vez que se subía a un escenario para un espectáculo “adulto”, después de haber integrado varios productos infantiles o familiares. “Fue increíble, pero muy duro a nivel personal”, recuerda el artista, que atravesaba el duelo por el fallecimiento de su madre que ocurrió apenas dos meses antes del estreno. Lamenta que el espectáculo lo "agarró mal parado" y lo "llevó puesto", pero tener una oportunidad de revancha como director dice que “es liberador”.
Despertar de Primavera era en aquel entonces una obra que se presentaba como un musical adolescente con producción de Cris Morena y protagonizado por Dente, que venía de hacer High School Musical. Este combo convertía al espectáculo en el imán para el público de Casi Ángeles, que por ese momento era furor. De ahí que muchos se sorprendieran al chocarse contra un musical de semejante peso dramático. “Mucha gente se paraba y se iba a la mitad de la obra”, recuerda Dente, que se sonríe y cuenta que “hoy la gente se sorprende, pero no se va”.
Semanas atrás, el director tuvo la iniciativa de llevar adelante una función especial que reunió a los dos elencos sobre el escenario y que cerró con todos cantando en escena. “Fue genial. Con muchos no tenía contacto desde hace mucho tiempo”, evalúa, aunque confiesa que al momento de llevar adelante la coreografía se sintió “un poco viejo”: “La temática adolescente ya no le pertenece a mi cuerpo”, bromea.
La función marcó un antes y un después para todo el elenco, en especial para Trini, que tuvo la oportunidad de compartir escenario con Flor Otero, la actriz que había encarnado a Wendla quince años atrás y a quien ella consideraba una especie de “superheroína” de la infancia. “Sos hermosa”, la elogió Otero al encontrarla tras bambalinas, y ella recuerda que quedó “perpleja”, incapaz de articular todo lo que había significado para ella crecer admirando a la artista que ahora tenía enfrente. Con el correr de los minutos pudo ordenarse para explicarle cuánto la admiraba, y el punto máximo de emoción llegó cuando cantaron juntas frente al público. Trini confiesa que tuvo que contenerse para no quebrarse al cantar junto a Otero, a quien describió como “un ser humano maravilloso”.
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Algo similar pasó por el corazón de Scotta esa noche. El actor cuenta que hubo apenas un pequeño ensayo antes de la función con el elenco original y recién cuando estaba en el escenario le “cayó la ficha” de lo que sucedía. “Fue hermoso”, recuerda, “se cumplió el sueño del Joaco que siempre imaginaba estar en escena con los más grosos”.
Murillo define la función como “histórica y fantástica”: “Ellos son íconos del teatro musical y cantar con ellos fue una locura. A la gente le encantó”, describe. Dente coincide y se muestra orgulloso: “Los veía a todos muy felices y eso me da mucha satisfacción”, concluye.
Aquella aparición conjunta entre los dos elencos funcionó como un puente entre dos generaciones de Despertar de Primavera. También fue un gesto de continuidad simbólica de problemáticas sobre las que los jóvenes de hoy, como los de ayer, a su modo siguen denunciando.
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