El patrimonio abandonado de Montevideo: las charlas de Alfredo Ghierra con los candidatos en su casona

La película que ya vieron miles de uruguayos denuncia el mal estado del patrimonio, puso el tema en la agenda y disparó propuestas inéditas de los candidatos.

Alfredo Ghierra.
Alfredo Ghierra.
Foto: Ignacio Sánchez.

Una semana antes de las elecciones departamentales, la agenda del artista plástico Alfredo Ghierra está tan apretada como la de los candidatos a la Intendencia de Montevideo (IMM). El éxito de su película Montevideo inolvidable lo tiene girando entre entrevistas, recorriendo salas de cine y aceptando las más impensadas invitaciones, por ejemplo las que surgen del interés de alumnos de liceos.

Esta es sin duda la campaña más potente de su proyecto Ghierra Intendente, una idea que inauguró 15 años atrás y que inicialmente generó cierta confusión entre el electorado montevideano que en algún caso creyó que se trataba de una candidatura genuina. Para esta campaña, el proyecto “salió del museo” y acotó la temática. Puso la mira exclusivamente en el problema del patrimonio, amenazado por el paso del tiempo pero ahora también por el boom de la construcción que generó la ley que promueve la vivienda nueva.

Demolición del ex Club Naval, en 2019.
Demolición del ex Club Naval, en 2019.
Foto: Marcelo Bonjour.

Los espectadores de la película se cuentan de a miles. Cuando termina la proyección, los acomodadores de las salas viven situaciones atípicas, como lidiar con el público que no se retira y se queda conversando entre sí sobre la sensación que les dejó este ensayo sobre una Montevideo que se acaba. Así se está formando, quizás, una masa crítica que cambie el destino del patrimonio.

—¿Sabés lo que creo? Que toda esta gente se hacía las mismas preguntas pero a solas, mientras caminaba la ciudad y de golpe ven una película que habla de qué vamos a hacer con eso y se encuentra con un montón de gente que está en la misma.

“Es como haber llegado a un lugar que todo el mundo entiende”, dice su creador. La película se volvió un reencuentro entre los montevideanos y su Montevideo. Y el patrimonio —al fin— parece haberse puesto en la agenda pública. De apoco el tema se fue colando en una campaña insulsa, con la discusión sobre la gestión de la basura como única protagonista de los debates.

En las últimas semanas, Ghierra notó que varias de las entrevistas a los candidatos incluían preguntas sobre la película. Nunca en unas elecciones se había hablado tanto de qué hacer con este stock de inmuebles desprotegidos, señala. Aprovechando el fulgor, planificó una secuela que hoy presenta en sus redes bajo el nombre de Diálogos inolvidables: el futuro de nuestro patrimonio.

Es un mano a mano con los candidatos, sobre su relación con el patrimonio de la ciudad y sus propuestas de rescate.

El resultado:

—En vez de desesperación, ahora puedo decir que siento un “moderado optimismo”.

La cita obligada.

La propuesta inicial fue reunirlos a todos en su casa, un caserón centenario en el barrio Punta Carretas, un verdadero catálogo de muebles, obras de arte y de decoración de distintos estilos y épocas, que en su conjunto son un imán para curiosos.

—Fue imposible hacerlos coincidir, pero mejor así. Los recibimos por separado. Les pasamos la película para que la vieran y seis preguntas generales.

El interés fue inmediato.

Aunque alguno se hizo desear.

—No te voy a decir el que más me costó que viniera, pero empieza con eme y sigue con be.

—¿Vino Roque García (el candidato por Cabildo Abierto)?

—Sí. Y dijo que el patrimonio es estrés postraumático transformado en ladrillos.

—¿Y Martín Lema?

—Vino. Me asombré mucho con Martín. Yo lo esperaba mucho más beligerante, por el tono de su campaña, pero vino como a filosofar, estaba en otra, como que la situación lo habilitaba a salir de ese papel del “está todo mal” y trajo propuestas con vuelo.

Alfredo Ghierra.
Alfredo Ghierra.
Foto: Ignacio Sánchez.

El rodaje se hizo en tres tardes. El living de su casa se convirtió en el set de filmación. Para amenizar el encuentro, los recibió con brownies y café.

—Fue alucinante. Cuando vieron la casa fliparon, caminaban por todos lados, se metían hasta en el sótano.

—¿Qué les llamaba la atención?

Bergara -el favorito de los postulantes, candidato del Frente Amplio- estaba copado porque él colecciona arte y yo tengo, además de los cuadros hechos por mí, mucho arte de amigos.

Visitar la casa de Ghierra es una experiencia, se podría decir un baño de patrimonio. Y él lo sabe. Por eso, elegirla como locación para este intercambio no fue una decisión inocente.

Pero la casa no siempre fue así.

Sobrevivió a unos años oscuros, antes de tener un final feliz.

No era un lugar ajeno para Ghierra. Había conocido la casa en su infancia, cuando era el hogar de la familia Estévez y funcionaba una veterinaria en el sótano. Allí vivía una compañera de clases que solía invitarlo a jugar.

Pero la familia se fue, pasó el tiempo y terminó convertida en una pensión. Se vino abajo. Quedó vacía. Durante tres años buscó dueño, sin éxito. Sus dimensiones, la falta de garaje, el estado del lugar los ahuyentaba. Hasta que Ghierra reparó en ella de casualidad, le pidió a una inmobiliaria que le dejara entrar por pura nostalgia, la recorrió y cuando llegó a su casa la dibujó de memoria. De punta a punta, metro por metro.

La compró.

Demoró diez semanas en restaurarla.

—Está la idea de que es carísimo restaurar una casa antigua, ¿es así?

—No. Me costó lo mismo que un apartamento nuevo de dos dormitorios.

Espías en Montevideo.

A Ghierra no le preocupa el cambio de la ciudad en sí mismo, sino la manera en que está cambiando a un ritmo acelerado, sin una dirección clara, guiada por el inédito auge de la construcción que ha puesto el foco fundamentalmente en el Centro y los alrededores de Montevideo. Allí se encuentra un catálogo de viviendas vulnerables que no cuentan con protección patrimonial.

La tensión entre la obra nueva y el cuidado de la memoria arquitectónica, la búsqueda de un punto de equilibrio entre los dos, fue recogido por todos los candidatos que vieron la película, según confirmaron para este informe.

Demolición de un edificio en el Centro de Montevideo.
Demolición de un edificio en el Centro de Montevideo.
Foto: Leonardo Mainé.

Desde el comando de Bergara, aseguran que incorporó a sus propuestas “esa idea del comienzo de la película sobre el equilibrio entre el avance y el cuidado del patrimonio”, aunque no aclaran cuáles son las propuestas del abordaje.

Por su parte, la candidata colorada Virginia Cáceres —la única que asistió a la función de estreno de la película—, plantea que “hay que potenciar las dos cosas”. “Esta mirada de cuidar un poco más, implica en determinados casos pedirles ciertas condiciones a las empresas constructoras para que cuiden el patrimonio. Hay que ir caso a caso. Se les puede pedir que mantengan la fachada o algún aspecto de la estructura, o incluso no permitir que se construya, pero esto no puede surgir de una norma de carácter general porque cada espacio tiene una particularidad propia”, opina.

En el último tiempo, lo cierto es que a la par de que la industria y el sistema político celebran el récord de edificios construidos —lo que se traduce en inversiones, generación de empleos y una ampliación de la oferta de vivienda—, se multiplicaron las acciones de la sociedad civil nucleadas principalmente en el grupo Basta de Demoler Montevideo.

—Solemos ser unas ocho o 10 personas, depende del ruido, pero muchas veces no nos da el tiempo porque ahora demuelen muy rápido -dice Ghierra-. Mirá que yo tengo espías por toda la ciudad, pero son tan veloces con el procedimiento que no me dan tiempo ni de fotografiar.

Al estilo de los espías de Ghierra, Lema propone conformar un equipo de "guardianes del patrimonio" con estudiantes de arquitectura atentos a comunicar de todo acto de vandalismo sobre un bien protegido.

En 2015 se logró detener el derrumbe de la casa Martínez, del arquitecto Oscar Peyrou, “un ejemplar notable de la arquitectura moderna”.

—¿Fue una victoria?

—Yes.

—¿Fue la única?

—Eso no lo voy a responder.

No lo fue.

A veces se ha llegado a “ciertos acuerdos” con la IMM, especialmente durante la gestión de Daniel Martínez. “Nos juntábamos en mesas con representantes de muchos intereses y entendías también al promotor, porque te decía que cuando empezó a hacer el proyecto, o a demoler, este no era un bien protegido. La verdad es que la gestión del patrimonio no es sencilla”, reconoce Ghierra.

En 2019, el diario español El País publicó que Uruguay estaba demoliendo edificios históricos en el Centro de su capital “con una tenacidad patrimonicida.” Esta vez, le había llegado la hora al antiguo Club Naval, obra del ingeniero y arquitecto Humberto Pittamiglio.

—Fracasamos, pero ahí descubrimos que el Centro y sus alrededores no estaban inventariados —cuenta Ghierra.

Eso está a punto de cambiar.

La realización del inventario de las zonas céntricas de la ciudad era un gran debe que arrastraba la IMM. La larga demora terminó provocando rispideces al proliferar las construcciones con exoneraciones fiscales de la famosa ley que diseñó el gobierno de José Mujica y que fue ampliándose y perpetuándose en los gobiernos que siguieron, incluyendo ahora al de Yamandú Orsi.

Sin el inventario, decíamos, eran contadas las propiedades con una protección patrimonial que impidiera su demolición. O que en todo caso implicara una multa para la constructora que decidiera avanzar a pesar del grado de calificación.

En plena pandemia, un puñado de personas —entre ellos Ghierra— recorrió el Centro ordenando los padrones en tres categorías: “Decíamos ‘esto vale la pena’, ‘esto necesita arreglo’, ‘esto puede irse’.” Según el diagnóstico de la sociedad civil, la mitad de los padrones entraron en la categoría “podrían irse”.

—Lo que decimos, entonces, es que se puede construir en el Centro, pero no encima del ex Club Naval.

Demolición de la sede social de Wanderers.
Demolición de la sede social de Wanderers.
Foto: Ariel Colmegna.

Lema, el candidato del Partido Nacional asesorado por William Rey -que presidió en dos oportunidades la Comisión del Patrimonio Cultural de la Nación-, está alineado a esta consiga para recuperar a una “Montevideo querible”, a la que la une “un vínculo afectivo y nostálgico”, dice el candidato.

“Lo nuevo puede dialogar con lo viejo sin aplastarlo. Nuestro enfoque patrimonial no se trata de congelar barrios enteros, sino de guiar cómo evolucionan. Es fundamental tener reglas precisas sobre qué se puede y no se puede hacer en zonas patrimoniales: límites de altura, integración estética, incentivos para restauración en lugar de demolición”, dice.

Era pragmática: la belleza se sustituyó por la utilidad

“Se habla de belleza sí, pero esta discusión está en auge en el ámbito privado, porque si vos ves, todo lo que es bello hoy en la ciudad mayoritariamente es privado o necesitás un password para entrar. Dejó de ser eso de cómo se hizo la ciudad de Montevideo —y otras tantas ciudades del mundo—; pensá en los edificios escolares por ejemplo, siempre que veo la escuela Alemania, la Brasil, la Grecia, la Universidad de la República, era una sociedad que ponía lo mejor, el mayor presupuesto y hacía palacios para educar. No hay un correlato hoy. Ningún parque hecho después del Parque Batlle le llega a los tobillos a los parques antiguos de la ciudad. Eran cosas que buscaban la belleza. Lo ves en los árboles que se plantan en la ciudad ahora: palmeras y álamos, que resisten todo vandalismo y cualquier clima”, reflexiona Alfredo Ghierra. ¿Ganó el pragmatismo? “Por completo”, responde, y sigue: “Lo que pasa es que si a las cosas las pensás solo desde la utilidad se vuelven inútiles muy rápidamente. En cambio, las cosas pensadas desde la belleza son útiles para siempre. Es curioso pero es así”.

En respuesta al alto costo del mantenimiento de una casa con protección patrimonial, el nacionalista plantea rebajas tributarias reales “a través de trámites ágiles para quienes inviertan en conservación y alianzas público-privadas para darles nuevos usos (centros culturales, turismo, coworking)”.

No más Frankensteins.

Erich Schaffner es uno de los principales defensores del patrimonio nacional. Dispara directamente contra la ley de vivienda promovida. La ley no distingue entre un baldío y una casa de valor patrimonial, señala. “Por eso en barrios como el Centro, Cordón, Palermo o Parque Rodó, edificios centenarios que son la identidad de Montevideo son arrasados para levantar construcciones carentes de valor arquitectónico, amparadas por un sistema de exoneraciones impositivas diseñadas para el progreso, pero que en los hechos subvencionan la pérdida de nuestra memoria urbana”.

Los beneficios fiscales deberían redirigirse a proyectos de reciclaje, conservación o integración del patrimonio construido a nuevos proyectos edilicios, pero de forma independiente a su uso, no exclusivo para vivienda, enfatiza.

Esto no quiere decir que se multipliquen los “Frankenstein”. Rey, el arquitecto que asesora a Lema, se refiere a “operaciones ridículas como dejar la fachada y tirar todo lo que está detrás para levantar obra nueva”, como sucedió con el edificio de la exconfitería Cantegril.

Alfredo Ghierra.
Alfredo Ghierra.
Foto: Ignacio Sánchez.

Para evitar estas medias tintas contraproducentes, se necesitan reglas claras. También los promotores que construyen la obra nueva las reclaman. La arquitecta Elena Svirsky, directiva de la Asociación de Promotores Privados de la Construcción, plantea que cuando ocurren las acciones propatrimonio, “son un problema”. “Fijate tú que cuando se va a demoler ya hubo alguien que compró un terreno, una casa para demoler, otro profesional que hizo un proyecto, un ingeniero agrimensor que hizo un plan de fraccionamiento, se sacaron todos los permisos municipales y después un permiso de demolición. Entonces ya es un momento totalmente inapropiado, ya no hay nada que se pueda hacer ahí”.

Svirsky reconoce que la decisión de construir sobre el ex Club Naval o en un terreno baldío queda librado “a la sensibilidad del promotor”. Y no la hay mucha, suelta, “quizá porque pocos son arquitectos”. “El promotor busca el negocio”, señala, “y terrenos baldíos hay pocos y mal ubicados”.

Edificio del Jockey Club.
Edificio del Jockey Club.
Foto: Ignacio Sánchez.

Pero, a pesar de todo, una buena noticia está en el aire. Unos días atrás ingresó en la Junta Departamental el inventario que confeccionó la IMM. De acuerdo al documento al que accedió El País, se propone proteger a unos 105 inmuebles, 128 bienes de interés departamental (desde el Cuartel Centenario del Cuerpo de Bomberos al Edificio Moncaut), espacios (como la plaza Líber Seregni), 200 tramos y 10 conjuntos urbanos e incluso algunos campos visuales.

Ahora resta su aprobación.

“Ojalá se apruebe porque ahí vamos a proteger una zona de la ciudad con una cantidad de edificaciones muy valiosas que podrían estar amenazadas”, expresa el arquitecto Salvador Schelotto, candidato por el Frente Amplio.

Ya están ahí.

“Me gustó la película, me pareció removedora, pero le dije a aquel —Ghierra— que me parecía que había quedado corta, porque no vi un llamado claro a la acción”, dice el cabildante Roque García, un convencido de que Montevideo “ha abandonado la búsqueda de la belleza”. También le agrega una definición personal a qué se entiende por patrimonio: “Es estrés postraumático hecho ladrillo”, lanza. Y lo explica así: los inmigrantes que levantaron las casas más notables habían llegado desde sus países de origen con hambre. “Algunas familias prosperaron pero de noche tenían pesadillas por lo mal que lo habían pasado y sentían que debían demostrarse a sí mismos que habían llegado. Porque cuando vos decorás una ventana del lado exterior de tu casa, que no vas a detenerte a mirar, vos le estás mandando un mensaje a los demás y ese mensaje es: llegué, triunfé, salvé.”

Demoliendo esas construcciones, dice García, “estamos borrando historias de vida”. ¿Para qué? “Para construir estructuras simétricas”. “Si vos priorizás siempre un modelo de casa habitación, vas a un modelo soviético. Tenés que encontrar un equilibrio”, dice. Por ejemplo, Europa: “Toman la fachada, la dejan y tiran el resto; toman el espíritu de la casa”.

Por otro lado, el cabildante se pliega a la necesidad —que también destaca Lema— de actuar sobre la Ciudad Vieja. Para revivirla se necesita llevar gente joven que la habite, “colonos”, a proyectos como las cooperativas de vivienda “pero no socialistas”. Y también apostar a una estética del pasado: ponerle adoquines, ocultar los cables eléctricos. El motivador para mudarse —propone el cabildante— será un clic cultural, no económico, “porque nadie se va a mudar por unos pesos menos en la contribución”.

Demolición de un edificio sobre la rambla de Punta Carretas.
Demolición de un edificio sobre la rambla de Punta Carretas.
Foto: Ariel Colmegna.

Quizá sea porque somos sociedades adolescentes, plantea Ghierra. La uruguaya en particular y la latinoamericana en general, “que no tenemos la suficiente madurez o no nos han ocurrido las cosas de otras sociedades, donde les hicieron entender el valor del legado que recibieron”. O tal vez es una extensión del problema que tenemos con la vejez. “Vos podés abordar estas inquietudes desde los edificios o desde las personas y lo que estamos haciendo con unos y otros es lo mismo, los estamos desechando, escondiendo, sustituyendo”.

—¿Ganó el pragmatismo?

—Por completo. Lo que pasa es que si a las cosas las pensás solo desde la utilidad se vuelven inútiles muy rápidamente. En cambio, las cosas pensadas desde la belleza son útiles para siempre.

Un camino para recuperar tanta belleza en ruinas, plantea la colorada Cáceres, es generar incentivos desde la IMM a través de exoneraciones tributarias para el reciclaje. Es una idea que se trajo de la película, confiesa. “Para evaluar si la propiedad tiene un valor arquitectónico, se podría recurrir a los arquitectos de los centros comunales, o buscar un convenio con otros arquitectos, pero que haya un incentivo en todo el proceso”.

A Verónica Piñeiro, candidata por el Frente Amplio, le quedó repicando la pregunta de Ghierra de cuándo empezó a reconocer a ciertos lugares de Montevideo. “Para mí fue el recorrido de mi casa hacia la escuela, pasando por una iglesia de la calle Millán y Cisplantina”, cuenta.

En la aprobación del inventario para el Centro “está el camino para la conservación del patrimonio mientras se va transformando”, dice. La candidata va un paso más lejos y plantea que para el rescate del patrimonio, los estímulos y renuncias fiscales para fomentar la conservación y refacción de lugares deberían articularse entre la IMM y el gobierno nacional. Otro rol clave tendrán, a su juicio, las comisiones especiales para el patrimonio en las que intervienen vecinos.

Schelotto, el otro candidato del Frente Amplio, plantea que los gobiernos departamentales tienen una caja de herramientas para intervenir sobre tema de patrimonio. Desde pequeños préstamos y subsidios para que propietarios de ingresos bajos o medios puedan rehabilitar sus viviendas —que podrían potenciarse, propone—, hasta la ley de expropiaciones, el impuesto al baldío y a la edificación inapropiada —“que podría aplicarse con más energía”—; llevar a remate las viviendas abandonadas que están con deuda, o la posibilidad de una compensación de deuda, a través del mecanismo de dación en pago. “Hay múltiples instrumentos que hay que poner en juego juntos”, dice. Además, para potenciar a la Ciudad Vieja, propone instalar una oficina de gestión para esa área, con facultades delegadas del intendente, con capacidad ejecutiva y manejo de recursos.

Son algunas de las ideas que surgieron en el set de Ghierra, bajo el convencimiento compartido de que “una ciudad sin identidad es como una persona sin memoria”. Últimamente él prefiere hablar de memoria más que de patrimonio, que es una palabra que aleja. Lo que sea para evitar un futuro temido. “Porque si algo no cambia, la tragedia final de todo esto no son las lindas fachadas que se pierden, no son los ornamentos, es olvidar de dónde venimos y dar por hecho que esta ciudad debe ser igual a cualquier otra”.

Que no nos importa que Montevideo pierda su carácter.

La tensión detrás de las comisiones por el patrimonio

Verónica Piñeiro, candidata por el Frente Amplio, enfatiza la función de las comisiones especiales del patrimonio como órgano de participación vecinal y contralor. De aprobarse el inventario del Centro, la norma indica la creación de una comisión especial para este barrio. Pero una pregunta válida es por qué si hay una comisión nacional y otras a escala departamental, y también los entes tienen divisiones de patrimonio y por último están las comisiones especiales de tipo barrial, si existe toda esta institucionalidad y suelen estar dirigidas por profesionales reconocidos, ¿qué explica que el patrimonio nacional esté, en buena medida, en estado de abandono? Falta de dinero, dicen varios entrevistados. “No hay calor político para acompañarlas”, dicen otros. “Tienen carácter distinto y escala distinta, lo que lleva a que en ocasiones no haya coincidencias”, opina William Rey que presidió dos veces la comisión nacional, “muchas veces se habla de patrimonio sin el compromiso que se merece. Es como una fórmula que todos tienen, pero sin jugarse demasiado”.

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