Cuando Nacional amaga a levantar cabeza, la irregularidad le cae por su propio peso y vuelve a golpear la mesa de su entrenador, que hoy es Álvaro Recoba. Pero así le ha pasado a lo largo de todo el año, donde antes que él ya hubo otras dos apuestas que no tuvieron los resultados que la dirigencia esperaba.
El fenómeno, lejos de sorprender, se ha colado hondo en un equipo que, como alguna vez advirtió su entonces capitán Sergio Rochet, pagó caro las “distracciones” de la doble competencia, cuando jugaba la Copa Libertadores y el Campeonato Uruguayo en paralelo, y llega a fin de año con serias chances de terminar la temporada sin títulos por primera vez en siete años. “A veces es difícil motivarse desde lo inconsciente. No quiere decir que no estemos concentrados, pero a veces te juega una mala pasada la Copa para el torneo local. Tenemos que dar un paso hacia adelante para no cometer esos errores que restan puntos que pueden doler al final del año”, había advertido en su momento.
Porque no solo fue un problema para Nacional la competencia internacional, sino que cada vez que daba ese “paso hacia adelante” enseguida volvía a retroceder dos casilleros.
Con Recoba no parece ser la excepción. Lo visto hasta ahora en cancha muestra a un equipo más ofensivo sí (aunque no contra Fénix), pero que tiene serios problemas para retroceder y termina siendo un colador en el fondo. Así lo prueban los resultados de sus primeras cinco presentaciones por el Clausura, donde perdió dos partidos, empató dos y ganó uno (33,3% de efectividad).
En el mismo lapso, a Gutiérrez le fue bastante mejor (cosechó el 53,3% de los puntos) e incluso a Zielinski, pese a ser cesado en la séptima fecha, (46,6%).
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