Peñarol goleó a Nacional 3-0 con goles de Maxi Silvera, Emanuel Gularte y Matías Arezo, y la sensación que dejó el clásico es que el triunfo carbonero nunca estuvo en discusión, que los tricolores nunca lograron ponerse en partido. La falta de hinchas no incidió para nada en la energía de los jugadores locales, que estuvieron arriba en actitud, intensidad y en juego, independientemente de las individualidades, un ítem donde los aurinegros también golearon a su adversario.
Mucho tienen que ver los entrenadores en el resultado. Claro. Mientras Diego Aguirre “se la jugó” por Brayan Cortés, por poner a un central de lateral y por dejar en el banco a Arezo, Pablo Peirano apostó por las mismas cartas que le venían fallando en partidos anteriores: Rómulo Otero volvió a decepcionar, Nacional reincidió en carecer de peso por la banda derecha y el replanteo no hizo más que enlentecer todavía más a un equipo que increíblemente se desdibujó con los cambios y que terminó casi que pidiendo la hora para que no cayeran más goles en la tarde del Campeón del Siglo.
Cortés atajó la que tenía que atajar; Gularte en gran parte del juego controló a Exequiel Mereles, el jugador que más insinuó de la ofensiva tricolor (además, el defensa hizo un gol y asistió en otro); Nahuel Herrera jugó un partidazo; el doble cinco de Ignacio Sosa y Jesús Trindade no desentonó y marcó en gran medida la intensidad del equipo, superando ampliamente en esa batalla a Christian Oliva y Luciano Boggio; y Maxi Silvera fue eficaz, marcó un gol clave y se transformó en el primer futbolista en anotar en clásicos en el Centenario, CDS y en el Gran Parque Central. Es más, Peñarol no necesitó de la mejor versión de Leo Fernández para golear.
Por otro lado, Nacional tuvo demasiadas falencias en defensa y en el retroceso. Tanto Sebastián Coates como Julián Millán fueron una máquina de errores a la hora de los despejes (algo muy llamativo), mientras que el colombiano Juan Pablo Patiño nunca pudo salir airoso en la batalla ante el Cangrejo Cabrera.
El Bolso está extrañando al Oliva rendidor y ayer también extrañó al Diente López, asfixiado por la marca férrea de los rivales, que lo dejó sin tiempo ni espacio para maniobrar.
Después de una primera hora con Peñarol protagonista en campo rival (aunque con insinuaciones, salvo por un defectuoso cabezazo de Silvera), el gol lo llenó de confianza al aurinegro, que apenas vio peligro con el cabezazo de Maxi Gómez que tapó Cortés, con posterior toque en el horizontal.
El tanto de Gularte-con un toque de fortuna- le terminó de romper el ánimo a Nacional, que vio como en la primera del complemento Diego García casi sentencia el 3-0. El Demonio tampoco pudo en un mano a mano pero sí Arezo de cabeza (84’).
Peñarol está a tres del tricolor en la Anual, le sacó seis en el Clausura y llega lleno de confianza al duelo de Copa.
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