Leo Fernández es sinónimo de constancia en cuanto a partidos disputados en Peñarol. Lleva 87 en solo dos temporadas y va por más. Pero en la actual temporada aún no ha tenido el brillo diferencial que lo consagró durante 2024.
Cada vez que había un tiro libre al borde del área, la sensación de gol se instalaba en el ambiente. Y, si el 10 del Mirasol no agarraba la pelota, Diego Aguirre se lo pedía. La escena se repitió varias veces hasta llegar a ocho goles por esa vía.
En la vigente temporada no ha conseguido tener la misma eficacia y el propio entrenador lo ha reconocido, aunque descarta una merma en su desempeño. “Creo que sigue siendo un jugador totalmente decisivo y clave que tiene genialidades. Extrañamos el punto alto de él que el año pasado fueron los goles de tiro libre, que te marcaban un rendimiento extraordinario acompañado de esos goles. Pero va a llegar. Leo no termina este año sin goles de tiros libres”, expresó el 6 de octubre.
Hoy Fernández está lejos del pico máximo que supo mostrar en 2024. Se trata, por un lado, de una cuestión colectiva considerando que el Peñarol del año anterior salía de memoria en la mayor cantidad de partidos con un funcionamiento más que aceitado y el 10 recibiendo la pelota en tres cuartos de cancha. Por otro, ha bajado su eficacia en la toma de decisiones tras una temporada casi inmejorable.
El jugador reconoció hace poco que en algún momento “se va a dar de mejor manera su desempeño” y ahora deben reemplazarlo ante Wanderers por suspensión sin tener a David Terans ni Héctor Villalba a la orden por lesión.
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