Por Sofía Berardi
Cuando llegó a Colombia Mateo Ponte (19) no se sentía muy cómodo en las prácticas. No sabe si fue por nervios o por la presión de ser el único lateral derecho, pero no se veía bien técnicamente. Fue a buscar auxilio en el Ruso Pérez y sus compañeros y, después de replantearse la situación, se aferró a una convicción que lo hizo uno de los mejores futbolistas de Uruguay en el Sudamericano Sub 20. “Por suerte el día del debut cambió todo. Me tenía que convencer de que era el mejor. De que si tenía a Dani Alves adelante igual era yo, no era él”, recuerda Ponte. A medida que avanzó el torneo se sintió más cómodo y empezó a aplicar su experiencia. Su firmeza a la hora de marcar y de ganar las pelotas divididas, además de la tranquilidad para resolver situaciones, características que le ha dado Danubio, club encargado de su formación.

Vivía en el barrio Peñarol, pero el baby que lo acogió cuando tenía cuatro años fue el de Stockolmo, en el Prado. Empezó a asistir porque veía que su hermano mayor lo hacía y quiso seguir sus pasos. Ahora Santiago (20) juega en la Tercera de Fénix.

Foto: Camila Calvache.

En la previa a preséptima a Mateo lo llamaron de la escuelita en Peñarol, donde practicó hasta que sintió que no lo tenían en cuenta. Un compañero que había estado en la misma situación (Bruno Pintos) le sugirió ir a Danubio. “Desde que llegué me trataron muy bien”, expresa el lateral derecho, que jugaba de volante hasta que Gerardo Panizza lo mandó a las bandas en juveniles. “Tendría que agradecerle a Danubio, que me dio la posibilidad de jugar en Primera, porque ellos me pusieron en ese puesto”, confiesa Ponte.

Foto: Cortesía.

Debutó con el primer equipo en febrero de 2021 con 17 años, bajo el ala de Leonardo Ramos, que lo empezó a tener en cuenta. Fue titular, hasta que se contagió de covid y luego de lesionó. Su lugar lo ocupó Rafael Haller y después llegó Fossati, que lo mantuvo en el 11 y Ponte debió aguardar en el banco de suplentes. En medio, Danubio descendió y el lateral, que jugó de titular el último partido previo a la “B”, recuerda que le “dolió mucho”. Y explica que “por más que haya sido la primera vez, no me imaginaba arrancar la carrera así”.

Su rendimiento en el Sudamericano le hará difícil la decisión a Esteban Conde, quien hasta hace poco era su compañero. Acerca de si se visualiza en el 11 titular, expresa: “Creo que sí, no tengo ni coronita y voy a ir a ganarme un lugar”. En la franja ha jugado como defensa, pero no le gusta tanto: “me voy de posición (se ríe), hasta de volante te la llevo más”, explica.

El torneo en Colombia fue el primero para el futbolista de la Franja, que es categoría 2003. "Es año impar, entonces no entrás a la Sub 15 directo, por ejemplo, tenés que romper los ojos para estar adelantado con los más grandes. Por eso recién ahora se dieron a conocer los categoría 2003, porque a muchos les pasa esto. Yo llegué directo a la Sub 20 y fue cuando estaba Gustavo (Ferreyra), que iba a jugar el Sudamericano con los 200 y 2001. Después se descartó la disputa del torneo", explica.

Foto: Conmebol.

Uruguay llegó a Montevideo en la madrugada del martes y dos horas después Mateo fue a buscar a su madre, que venía en un vuelo comercial. La Celeste fue subcampeona por segundos, luego de que se le escapara el trofeo con Brasil. Un rival que desde el inicio no le gustó a Uruguay, no solo porque sabía que era el más difícil del grupo, sino por su actitud. "Estábamos medios enojados cuando entraron. Salieron al partido y dos de ellos tocaron la copa, luego entró un niño a sacarse fotos, ahí los queríamos comer vivos. Decíamos, estos están en otra".

Pero la revancha está a la vuelta, porque el Mundial de Indonesia que comienza el 20 de mayo. La Celeste dejó una buena impresión, potenciada por la unión. "Desde el primer día trasmitiendo buena energía, el que jugaba y el que no. Desde el staff, el utilero, todos estábamos metidos en lograr los objetivos. Creo mucho en que si los grupos están bien, se dan los resultados”, sostiene Ponte sobre Uruguay, que contó con ciertos apoyos, como el Ruso Pérez. “Es un pilar fundamental, no lo vemos como un ayudante técnico, él no opina de poner a este jugador u otro, él trabaja nuestra cabeza e inculcarnos lo que el maestro (Tabárez) le dejó”, sostiene Mateo.

De cara a la Copa del Mundo, cree que la autocrítica es que había muchos futbolistas "no tan experientes, pese a que lo dieron todo", y añade que seguro la vidriera del Sudamericano ayudará a que sumen minutos en Primera, para poder tener la impronta de futbolistas como Fabricio Díaz, el capitán con más de 100 partidos en la máxima categoría. “Tenemos jugadores que pueden dar mucho más y estamos convencidos de que en el Mundial vamos a llegar a grandes cosas”, concluye Mateo Ponte.