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Luis Suárez y otros recibimientos históricos en el fútbol uruguayo

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Llegada de Uruguay en 2010

BIENVENIDA

Las llegadas de campeones siempre despertaron entusiasmo; no hubo tantas celebraciones a figuras individuales.

Los hinchas uruguayos se acostumbraron rápido a ofrecerle multitudinarios recibimientos a sus campeones. Casi siempre se celebró a planteles que regresaban al país con algún título en las valijas, pero también hubo bienvenidas memorables para algunos cracks, como se espera hoy con Luis Suárez.

Se asegura que la llegada de los jugadores celestes luego del triunfo de Maracaná en 1950 fue memorable. El triunfo lo merecía, por supuesto, pero muchos aficionados festejaron de corrido desde el domingo 16 de julio, cuando siguieron el partido contra Brasil por la radio, hasta el martes 18, cuando la delegación arribó en un vuelo de Pluna.

Ese martes era feriado y todo el mundo tuvo día libre para ir hasta el Aeropuerto de Carrasco o frente a la vieja sede de la AUF para esperar a Obdulio Varela y sus compañeros. Una parte de la leyenda dice que el lunes 17 fue tomado como fin de semana largo por los uruguayos y nadie fue a trabajar, pero seguramente se trata de una exageración histórica.

Queda claro que fue una fiesta monumental, pero no fue la primera. Ya en 1916, cuando Uruguay conquistó el primer Campeonato Sudamericano en Buenos Aires, miles de personas concurrieron hasta el puerto de Montevideo a esperar el vapor de los celestes. Y cuando los jugadores bajaron, los llevaron en andas.

Claro, entonces los viajes eran por vía marítima. Tras los triunfos mundiales en los Juegos Olímpicos de París 1924 y Amsterdam 1928 esas escenas se multiplicaron. Además, las fotos de la época muestran que numerosas embarcaciones acompañaron en su ingreso al puerto al barco que llegaba de Europa en una suerte de caravana acuática.

Por supuesto, las travesías del océano Atlántico llevaban semanas. Y en 1924 debe agregarse que los campeones disfrutaron de unas largas vacaciones en París. El tiempo transcurrido desde los triunfos sin embargo no había apagado el fervor.

Con el tiempo, estas bienvenidas se hicieron más esporádicas y modestas, por la sencilla razón de que los éxitos internacionales del fútbol uruguayo pasaron a ser escasos.

De cualquier manera, los hinchas más fieles (o fanáticos) nunca faltaron. Por ejemplo, cuando Uruguay ganó el Sudamericano Extra de Guayaquil en 1959 hubo muchas expresiones de entusiasmo, porque el seleccionado había resultado eliminado del Mundial de Suecia un año antes. El torneo en Ecuador se disputó en el mes de diciembre. El día 23 la delegación partió en el vuelo de regreso. Hubo demoras y llegó a Carrasco a las tres y media de la madrugada de Navidad. Para sorpresa de los jugadores, los hinchas habían pasado la Nochebuena en el Aeropuerto y todavía los aguardaban.

El nacimiento de las copas internacionales de clubes fue un buen argumento para volver a los grandes recibimientos. Peñarol, por lo pronto, ganó en el exterior sus cinco copas Libertadores y dos de sus tres Intercontinentales, por lo cual tuvo sus llegadas triunfales acompañadas de caravanas por las calles de Montevideo.

En dos oportunidades esas caravanas tuvieron como punto final el Estadio Centenario: cuando volvió de Madrid en 1966 y al regreso de Tokio en 1982. En ambas oportunidades se presentaron los trofeos obtenidos ante las tribunas repletas. En la segunda, incluso, los jugadores dieron la vuelta olímpica vestidos de traje y corbata.

En 1971, Nacional tuvo un recibimiento espectacular cuando volvió de Lima con su primera Libertadores. Representantes del gobierno esperaron a la delegación en Carrasco. Luego, el ómnibus del plantel, acompañado por una caravana, recorrió la rambla hasta la calle Juncal. De allí siguió a la Plaza Independencia y tomó por la avenida 18 de Julio. Después, Ejido, Mercedes, Dante y 8 de Octubre hasta la sede del club. Entre las miles de personas saludaron el paso de los campeones se vieron banderas de otros clubes, así como guardapolvos escolares, pues muchos grupos dejaron las clases para sumarse.

Algo similar se vivió en 1980 y 1988 cuando el tricolor volvió con la Intercontinental desde Tokio.

Se ha afirmado que cuando Uruguay logró el cuarto puesto en el Mundial de México 1970 al regreso solo esperaban los familiares, porque no había sido una campaña digna de festejarse. No fue así: mucha gente llegó hasta el Aeropuerto. Claro que no fue tanta como en, al menos, dos oportunidades posteriores.

En 1997, la llegada del equipo sub 20 que había sido finalista en el Mundial de Malasia provocó una movilización de aficionados que paralizó buena parte de la ciudad y duró hasta la noche. Muchos se preguntaron si no había sido excesivo. Pero ocurrió en un momento particularmente desfavorable para la Celeste, por lo cual el festejo representó un desahogo.

De cualquier manera, esa demostración seguramente fue superada al regreso de Sudáfrica 2010, una campaña muy valorada por el público. Decenas, acaso cientos de miles de personas salieron a la calle al paso de la delegación. Y se organizó un acto frente al Palacio Legislativo que llenó toda la zona. Ese día, el maestro Óscar Tabárez pronunció ante los presentes su famosa frase: “El camino es la recompensa”.

Recibimiento al plantel de Uruguay tras la obtención de la Copa América 2011. Foto: archivo El País.
Recibimiento al plantel de Uruguay tras la obtención de la Copa América 2011. Foto: archivo El País.

Ídolos

Por la lógica de un deporte de equipo, los recibimientos individuales a futbolistas fueron mucho más escasos. En otros países, por ejemplo, se estilaban las bienvenidas a los campeones de boxeo (en Argentina, por ejemplo, los iban a buscar a Ezeiza en un camión de bomberos).

Los recibimientos a jugadores tuvieron el sentido de un saludo esperanzador más que el premio a una victoria. Por ejemplo, Nacional esperó a Sebastián Abreu en uno de sus regresos, en enero de 2013, con un espectáculo dominical en el Gran Parque Central. El Loco ingresó a la cancha junto a su familia y tras algunas palabras de agradecimiento le regaló pelotas a los hinchas que se encontraban en la tribuna Delgado.

Sebastián Abreu cumple 40 años. Foto: Archivo El País.
Recibimiento a Sebastián Abreu. Foto: archivo El País.

Por las circunstancias (relativamente) parecidas a las del regreso de Suárez, se recordó en estos días la llegada de Fernando Morena a Peñarol desde Valencia en abril de 1981.

Aquel día, Morena arribó a Carrasco junto al presidente aurinegro Washington Cataldi. Ambos se dirigieron a la AUF para firmar el pase, acompañados por una caravana de vehículos. La calle Guayabo estaba repleta de hinchas que querían saludar al ídolo.

Regreso de Morena
Fernando Morena junto a Washington Cataldi en la pista del Aeropuerto de Carrasco. Foto: archivo El País.

De ahí se fueron al Palacio Peñarol, donde frente a miles de personas con banderas del club se realizó una conferencia de prensa y acto de presentación. Después, el Nando regresó a España para completar la temporada, mientras el club iniciaba la campaña “A Morena lo traemos todos” y una empresa lanzaba el álbum de figuritas Morena gol. En mayo hubo un amistoso contra Valencia en el Centenario, especialmente pactado para la llegada del goleador y con entradas especialmente caras para empezar a recaudar el millón de dólares del pase.

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