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ENTREVISTA

Lucho Romero: su decepción con Peñarol, el error de Nacional con Coelho y el día que lo acusaron de "traidor"

El exfutbolista reconoció que tuvo una época "anti-Peñarol", dijo que los dirigentes lo hicieron ver que era "un número" y recordó clásicos gritando goles con las dos camisetas.

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Lucho Romero entrenando a las formativas de River.
Lucho Romero entrenando a las formativas de River.<br/>
Foto: Leonardo Mainé.

Por Diego Domínguez
El fútbol sigue presente todos los días en la vida deLuis Romero pese a que lo dejó de jugar profesionalmente hace casi 15 años.

Pasó por Peñarol. Después por Nacional. En el medio jugó en Italia, Perú y China. Y hoy elige dirigir en River Plate, uno de los últimos equipos en los que estuvo durante su carrera.

El punto final de futbolista le abrió las puertas a una segunda pasión: pasó al barco de los entrenadores, donde cada mañana trabaja a sol y sombra con chicos que no pasan los 17 años y la mayoría de las veces llegan sin conocerlo. “No me conocen. Después de que se interiorizan buscan conversación para sacarte cosas y aprovecharlo para el beneficio de ellos mismos. Muchas veces me consultan cómo hacía para cabecear. Y lo que pregunto yo siempre es: ‘¿A vos te gusta cabecear? ¿Cuál es el fundamento principal que tiene que tener un cabeceador?’. Por lo general me saltan con el doble ritmo, y esto y lo otro. Lo principal para un cabeceador, por naturaleza, es no sentir el miedo de un codazo, de ir a chocar con el golero”.

Romero (54), que vive junto a Ximena (su esposa), tiene una diferencia de edad considerable con los juveniles. Así y todo, eso no impide que, cuando de fútbol se trata, todos manejen el mismo idioma. “Complica adaptarse a las nuevas generaciones y a las maneras que tienen de comunicarse hoy en día. Pero uno tiene que ser reflexivo y saber manejar esas situaciones. Los gurises son muy inteligentes. Parece que las cosas no les interesan mucho, pero en realidad están al tanto de todo”, explicó a Ovación.

Con un nuevo clásico a la vista (Nacional y Peñarol se enfrentan hoy a las 20:30), el DT se desprendió por un rato de su trabajo y opinó como un hincha más sobre el pase de Leonardo Coelho de un grande al otro. “Los tiempos han cambiado mucho y los planteles cambian año a año. Primero, el que se durmió fue Nacional. Para mí Coelho es un zaguero con mucha proyección y que juega en cualquiera de los dos. Nacional dudó en un momento y se lo llevó Peñarol. Después, ¿pasar de un equipo a otro? Antes quizás te identificabas mucho más. Y te pongo mi caso: si me decías a mí en el momento que yo estaba en Peñarol si iba a jugar en Nacional, te decía que no”.

Lucho Romero en Peñarol.
Luis Romero

Aunque supo vivir en carne propia la sensación de jugar en los dos grandes, la situación del brasileño -sostuvo- es diferente no solo porque pasó directo de un club al otro, sino también por su nacionalidad. “No estaba ni identificado con Nacional quizás”.

Romero, justamente, hizo a la inversa: tomó la decisión de vestir la blanca cuando asomaba el final de su carrera y años después de un pasaje exitoso por Peñarol, con el que ganó el quinquenio de 1993 a 1997.

Lo hizo con 36 años, con la idea de demostrar que todavía le quedaban baterías para mandar la pelota al fondo de la red y ser un nombre de peso en el ataque. Y mal no le fue: en tres partidos contra Peñarol, ganó un clásico, empató dos e hizo dos goles.

"Lucho" Romero se la baja a Suárez. Foto: Archivo El País.

“Con 36 tuve que tomar la opción: o dejar el fútbol o aprovechar la oportunidad que me daba Nacional de poder seguir demostrando que estaba vigente. Y ojo: previo a dar el paso los llamé a los dirigentes (de Peñarol). Yo no estaba convencido de ir a Nacional, pero después que escuché a los dirigentes me convencí de dar el paso. Gabriel Morales (su representante) me hizo ver que el fútbol, más allá de que sea por dinero, tiene una pasión y un amor. Y ese amor y cariño me lo hicieron perder cuando escuchaba a los dirigentes decirme que tenía las puertas cerradas en Peñarol y que no podía ir porque no me querían”.

Quien también eligió jugar en Nacional con casi 36 años y pasó a ocupar un lugar en la mesa de ídolos fue Luis Suárez. Pero antes de que su regreso se capitalizara, Lucho se había referido a su tocayo de nombre y posición y señaló que no le parecía una decisión acertada. Meses después, y con el ciclo del Pistolero finalizado, aclaró sus dichos: “En aquel momento Nacional estaba muy bien y tenía a Gigliotti haciendo goles todos los partidos. Yo lo que había dicho no era que no viniera. Estaba bien, iba a rendir. Pero no creía que le fuera a servir para lo que él se estaba preparando”, sostuvo. “Creo y soy un convencido de que hay equipos en los que Luis puede jugar. Quedó demostrado en el Mundial. Una cosa es él jugando de tres cuartos para adelante y otra cuando juega de área a área, que está complicado en ese aspecto. En Gremio va a ser igual que en Nacional: casi seguro que va a jugar de media cancha para adelante todos los partidos por el equipo grande que es. Uno como jugador tiene que ser inteligente de saber dónde puede jugar y dónde no”.

SALIDA DE PEÑAROL

Romero en Peñarol junto a Bengoechea.
Romero en Peñarol junto a Bengoechea.
Foto: Archivo El País.

“Me dijeron que no me querían, que es diferente quizás a lo de otras personas, más que nada por haber vivido un Quinquenio, que fue maravilloso, en el que los jugadores conocíamos hasta a las familias de los compañeros. Yo ahí era imposible que fuera a Nacional, pero muchas veces los dirigentes te hacen ver que sos solo un número y que quizás en ese momento no les servís. Eso fue lo que me pasó a mí”.

Romero se crio en una época sin redes sociales, en tiempos en los que las críticas se sembraban a las afueras de las concentraciones o se hacían sentir en el cara a cara.

Así le sucedió una vez en un supermercado cuando un hincha de Peñarol, molesto con su llegada a Nacional, le recriminó el paso de un grande a otro después de haber hecho historia en el aurinegro. “Yo iba con mi hija chica y se me arrimó uno y me dijo ‘traidor’ al lado de ella. Dejé el carrito, esperé a que mi familia pasara, y le dije un par de insultos. Y me dijo: ‘¿Por qué me decís eso?’ Y le dije: ¿Con qué derecho me decís traidor? Qué te pensás que soy yo?’ Le dije cualquier cosa, pero no me podía decir eso. Ahí recapacitó”.

Romero tiene 54 años y dirige a River Plate en Sub 17.
Luis Romero en el complejo de River Plate en Colon.
Leonardo Maine/Archivo El Pais

Hoy nota que los reproches se dan a la inversa. Que primero se construyen en el ámbito virtual y posteriormente se contaminan en las tribunas.

Aunque casi no utiliza redes sociales, tiene claro que la virtualidad da mayor exposición. Fue por esa vía, precisamente, que empezaron las amenazas que denunciaron semanas atrás Coelho y Sebastián Rodríguez, nuevos futbolistas de Peñarol. “Hoy en día es mucho más bravo por las redes sociales y los dirigentes, que muchas veces no son capaces de manejar situaciones sabiendo la incidencia que tienen sobre los demás. Por ejemplo, (Ignacio) Ruglio cuando asumió dijo ‘vamos a nutrirnos de Peñarol’ y este año llevó todo de Nacional. Son cosas que no entendés”.

“Uno no deja de ser una persona. Después de que vos estás afuera de una cancha o terminás un entrenamiento sos un individuo más, como todas las personas”, reflexionó.

LAS DIFERENCIAS

Romero en Nacional.
Romero en Nacional.
Foto: Archivo El País.

Mientras que en Peñarol se acostumbró a sufrir hasta el último minuto y a ganar muchos partidos sobre el tiempo de descuento, en Nacional le sucedió todo lo contrario: encontró un equipo funcional, que estaba acostumbrado a golear y que pocas veces se despeinaba contra otros clubes del fútbol uruguayo.

“La historia marca. Ha cambiado mucho del 2000 a esta parte, pero en los tiempos que yo estaba Nacional era un equipo al que le gustaba jugar. Ibas ganando 1-0 y querían el segundo, y Peñarol ganaba muchos partidos pasada la hora porque habíamos generado eso. Te firmaban más un 1-0 pasada la hora que un 3-0 o 4-0, que quizás vos lo disfrutás mucho más. Se habían acostumbrado a vivir el nerviosismo durante los 90 minutos y sobre el final tener ese regalo”, recordó.

Como exfutbolista, no solo nota una diferencia en los estilos de juego actuales, sino también en los jugadores que salen desde el vamos. Según analizó, ya es prácticamente “utópico” encontrar una formación repetida en alguno de los dos grandes de un clásico a otro. “Creo que ninguna de las dos hinchadas se siente totalmente identificada con uno u otro jugador porque todo se renueva. Si te vas un poco más atrás, cuando yo jugaba, los duelos eran (Fernando) Kanapkis-Romero, (Carlos) Camejo-(Pablo) Bengoechea. Siempre había. Ahora vos mirás los clásicos y quizás no se repiten los 11 jugadores de un año al otro o ni al 50% llega. Eso no hace que pierdan la importancia, pero sí quizás no pasan a ser como eran antes. Ahora nomás, mirá a Coelho”.

Con tantos clásicos a su espalda, Romero se dio el lujo de convertir un total de 12 goles en una y otra vereda, que se repartieron de la siguiente manera: 10 con Peñarol y dos con Nacional.

Suárez hizo un gol y lo grita. Vanzini, Pallas y “Lucho” Romero lo corren. Foto: Archivo El País.

Entre sus recuerdos, tiene grabado a fuego varias remontadas del Quinquenio con los aurinegros así como también el último encuentro clásico que jugó vestido de blanco: fue un 3-2 que ganó con los tricolores en el 2004. “Ese clásico llevó a que uno no se fuera como ídolo, pero sí reconocido y querido”.

Por otro lado, en el podio de los ganados con Peñarol pone primero el 3-2 de 1997, que fue en la antesala a la final con Defensor Sporting, y enseguida tiene su lugar el 1-0 de 1995 por lo “especial” de haberlo ganado con un gol suyo (el primero en este tipo de encuentros).

“El 3 a 2 fue muy especial por lo que nos generó. Sin subestimar a lo que fue Defensor después, sabíamos que ganando ese clásico las finales estaban en el bolsillo y así fue”, dijo.

Y continuó: “Después está mi primer gol con Peñarol, en el clásico que echaron a un jugador y lo ganamos 1-0 con 10”.

ANTI-PEÑAROL

Luis Romero en River Plate.
Luis Romero en River Plate.
Foto: Leonardo Mainé.

Antes de convertirse en profesional, Romero, como todo futbolista, fue un niño con un sinfín de ilusiones. Era un niño muy hincha, muy alborotado y muy defensor de sus colores.

Su fanatismo por Nacional lo cegaba al punto de hacer fuerza para que perdiera Peñarol cada fin de semana.

De la misma manera lo hacía su padre, quien le inculcó la pasión sobre fines de la década del 70 y principios de la del 80.

“Yo toda mi vida fui de Nacional junto con mi viejo. Pero no solo éramos hinchas de Nacional, sino que éramos anti-Peñarol. Yo era hincha y festejaba o gozaba que perdiera Peñarol. Después comencé el profesionalismo en Sud América, que fueron tres años, pasé a Basáñez y surgió la posibilidad de poder ir a un grande. Elegí Nacional, me dijeron que no y fui a Peñarol. En aquellos tiempos era muy poco probable que jugadores de equipos chicos pudieran pasar a un grande. Hoy en día es más normal, pero antes no. ¿Y yo iba a decir que no? Ni lo pensé y di ese paso. Me cambió la vida por completo. A mí Peñarol, más allá del reconocimiento como jugador, me dio la posibilidad de mejorar en lo económico”, cerró diciendo el Lucho Romero.

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