Enviado - Belo Horizonte
Fue una olla a presión desde el arranque. El Arena MRV no estaba repleto, pero los que fueron se hicieron sentir. Primero cantando el himno de la Copa Libertadores como si fuera propio y luego gritando con adrenalina el 1-0 de Gustavo Scarpa a los 15 minutos.
La ofensiva se gestó por la izquierda del Atlético Mineiro y finalizó por la derecha con el jugador recibiendo en soledad y colocándola a gusto. Diego Aguirre sorprendió con Lucas Hernández de volante, pero el equipo padeció los ataques constantes por su sector. Maximiliano Olivera y el 27 casi siempre quedaban en inferioridad numérica y eso dificultaba la presión que quería ejercer la visita. Por momentos se lo vio fastidioso a Leo Fernández, el autor de la única jugada de peligro de Peñarol en el primer tiempo con un tiro libre potente.
La figura de Peñarol recibió muchas veces fuera de sector y con marca encima. Cuando el mirasol probó en largo con Leo Sequeira sacó alguna falta sobre la izquierda e instaló la sensación de cautela por su capacidad de eludir jugadores, pero al argentino ya no le llegaron tantas pelotas después de los 20’.
Ya con el 2-0 le sobraron minutos al complemento y el Galo pudo haber hecho algún gol más tras los intentos de Matías Zaracho y Hulk. “Oh, Oh, la Libertadó….” coreaban los brasileños mientras Guillermo De Amores le tapó con la cara el 3-0 de Hulk. En la jugada siguiente el palo salvó al mirasol. Corrían 56’ cuando Aguirre optó por el triple cambio: Gastón Ramírez, Diego Sosa y Byron Castillo a la cancha para intentar la épica. Pero segundos después llegó el 3-0 con un Deja Vu de Scarpa definiendo cruzado.
Peñarol caminaba por la cornisa. Y en la tribuna comenzaron los incidentes entre la Policía local y la hinchada visitante, con gases lacrimógenos y balas de goma incluidas. El partido se detuvo unos minutos y los jugadores de Peñarol miraban a los árbitros mientras señalaban a su gente con preocupación.
La situación se normalizó y el mirasol pareció encontrar una inyección anímica. Maxi Olivera hizo el 1-3 y le hizo una arenga específica a Diego Sosa, de gran ingreso levantando el centro previo.
Ramírez demostró jerarquía para entrar con carácter en un momento caliente y asistió a Silvera para el descuento. A Peñarol no le alcanzó para la épica, pero sí para mostrar dos caras distintas y una certeza: cuando juega ordenado tiene alto vuelo.