Vestido de manera estupenda como si fuera a dirigir un partido, Jorge Bava recibió al equipo de Ovación, le ofreció café o agua y se puso a disposición para las fotos. “Prefiero no colgarme las medallas, no es buena suerte, je; prefiero dejar lugar para las que vendrán” le respondió algo vergonzoso a la fotógrafa Estefanía Leal, pero rápidamente le dio una solución: “¿Qué te parece si las colgamos en la baranda de la escalera?”. Y así fue como se dio la foto de portada del suplemento y de esta nota.
Mirada penetrante, serio y firme en los conceptos. Jorge Bava (44) cerró un año para el recuerdo siendo campeón de Colombia con Independiente Santa Fe, y levantando dos copas con Cerro Porteño en Paraguay para llegar a los ocho títulos en su corta carrera como entrenador. Una demencia. No son normales los números del DT, que también fue multicampeón con Liverpool en su estreno en este rol y donde solamente no levantó trofeos en México, cuando dirigió a León, un equipo acostumbrado a otras cosas y con un presupuesto más acotado. “Como decía Luis Garisto, no soy Harry Potter”, comenta con una sonrisa recordando una charla con el presidente del club mexicano que pretendía hacer mucho, pero con los recursos algo limitados.
-Tengo lo que tienen la mayoría de los entrenadores: mucha dedicación, planificación, trabajo, metodología. Armar un buen grupo de trabajo es vital, y sobre todo el material que me tocó dirigir, porque podemos nosotros saber mucho, pero si no tenés un material que te permita competir y lograr los títulos, es difícil. Sin los jugadores es imposible. Tuvimos la virtud, o la suerte, de en tan poco tiempo poder conseguir cosas importantes.
Para Jorge Bava es clave el vínculo que se genera entre el grupo de jugadores y el DT. Él pregona lo que tanto buscó cuando era jugador: un técnico que sea frontal, que mire a los ojos y que sea honesto.
-Hay trabajo, planificación y estrategia, pero el vínculo es fundamental. Es un deporte colectivo, que si el jugador se siente cómodo con lo que uno pide, creo que tiene gran ventaja. Tratamos de no dejar suelto ningún ítem, trabajar en todo, por eso me gusta armar un buen grupo de trabajo que a mí me permita tener espacio para ese vínculo. Para conocer al jugador, para dialogar, para ver si está cómodo, si necesita algo, que tenga esa confianza que a mí me gusta que tengan conmigo, que después en el campo se ve reflejado. El ser honesto y frontal es un invicto que no tengo pensado perder; siempre ser frontal con ellos. El jugador agradece cuando uno es honesto hasta en el peor de los casos. Es un tema que no es fácil, porque a veces es cuestión de no poner un jugador o no contar con ellos para una temporada, pero siempre me gusta sentarme frente a frente, cara a cara, y comunicárselo. No es un momento fácil ni lindo, pero hay que hacerlo así, sobre todo en momentos adversos, cuando juegan y son tenidos en cuenta son momentos gratos para el jugador.
Se ha dado la particularidad de que Bava ha cambiado de compañeros en su grupo de trabajo por distintas circunstancias en los equipos que ha estado. Para él es clave no solo el ayudante y el profe, sino también los analistas.
-Soy muy exigente, muy meticuloso, pero me gusta darle el valor, el rol y la libertad que ellos me van ganando. Considero que mi equipo de trabajo es el mejor en cada rol, cuando les doy las llaves de ese rol es porque realmente veo que lo hacen igual o hasta mejor que yo. Me gusta coordinar todo eso, y planificarlo. Me di cuenta rápido que cuando uno quiere abarcar todo, termina dejando cabos sueltos. Me gusta tener un grupo de trabajo extenso y capacitado.
Bava fue campeón en Liverpool, después de que José Luis Palma lo convenció para colgar los guantes, y le vio el perfil para ser DT. También lo fue este año en Colombia y Paraguay, pero con menos tiempo de trabajo. Quizás por ello, pone su trabajo en el negriazul como en el que más se vio reflejada su idea de juego.
-Fueron todos diferentes. En Liverpool se vio más la idea por el tiempo que estuve, por la cantidad de jóvenes que tuvimos y los fuimos formando; ya en Santa Fe y en Cerro me tocó llegar con un equipo armado, y la experiencia que no fue buena en resultados en México me sirvió para llegar a un lugar nuevo, que ya tenés un plantel conformado con ciertas características, tratar de potenciarlo, y poner en un segundo plano mi modelo. En Colombia vi las cualidades que tenía el plantel, y sus debilidades, buscamos potenciar las virtudes para poder ganar. Lo mismo en Paraguay, aunque se asemejó más a lo que a mí me gusta, de jugar en campo rival, con tenencia de pelota, dominando la mayoría del partido a los rivales.
Aunque fue una temporada de parabienes para Bava con los títulos que ganó, también se fue cuestionado del fútbol colombiano por no haber cumplido su contrato con Independiente Santa Fe.
-Me fui porque surgió una muy linda posibilidad en otra liga, en un país donde conozco (atajó muchos años), a un equipo muy pero muy grande que tenía aspiraciones de salir campeón, que hacía un tiempo que no lo conseguía. También que me fueran a buscar a otro país, yo técnico de otra nacionalidad, en otro país, con contrato vigente, fue un respaldo. Para Cerro era más fácil contratar a otro, pero me querían por lo que habían visto y porque ellos querían salir campeones. Era una posibilidad muy linda de medirme en una liga diferente, con un equipo grande, con mucha presión, con una hinchada ansiosa de ese título. Iba a ser un crecimiento en lo personal y una oportunidad. No fue una decisión fácil por Santa Fe.
Bava no se encasilla en ningún estilo, pero sí hay algo que está claro: es un técnico ofensivo, que siempre apuesta a ganador. Quizás por ello se llevó alguna frustración en León, porque buscaba jugarle de igual a igual a los grandes cuando su potencial era inferior al de los adversarios.
-Me gusta ganar más cuando dominamos. Es muy amplio el análisis, pero hay una cosa que es tangible, que es el resultado, y otra cosa en la que me fijo para saber si dominé es ver cuántas situaciones de gol tuve y cuántas el rival. Después hay que analizar cómo fueron creadas esas situaciones, pero me quedo contento cuando pasa lo que se trabaja en la semana. Yo veo el fútbol atacando, estando en campo rival con la pelota, creando muchas situaciones de gol, defendiendo alto, haciéndolo en zona baja muy poco, pero después el partido comienza y uno tiene que adaptarse a lo que pase. Si el rival te quita la pelota, tenés que tener un plan defensivo, saber qué hay que hacer y en qué zona, sabiendo que cuando defendemos en zona media - baja es una oportunidad preciosa de tener espacios a las espaldas del rival que habitualmente no lo tenemos si dominamos. Me gusta cuando los partidos son más momentos nuestros que del rival. El partido donde quizás más se vio nuestro sello fue el 3-0 a Nacional en Belvedere (Intermedio 2023), fue un 3-0 bien marcado, tuvimos varias situaciones y bien diferentes. Defendimos bien, contragolpeamos bien, fue un partido muy completo.
El exarquero -que mantiene un físico con el que perfectamente podría seguir atajando- siempre estuvo cercano a la selección uruguaya, pero nunca se terminó de concretar ese llamado. Ahora tiene esa ilusión de poder vestirse de celeste como DT en algún momento de su carrera.
-Aspiro a eso, a lo mejor, como cuando jugué, que quizás tuve pocas oportunidades, pero apuntaba a eso. Apunto a lo más alto, que es la selección uruguaya. Me siento preparado: de la selección para abajo estoy preparado para todo, son desafíos y experiencias diferentes, porque con una selección tenés la posibilidad de elegir los jugadores acorde a tu modelo de juego. Por ese lado es positivo, aunque tenés menos días de trabajo.
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