A los 36 años, Emiliano García quedó frente a una de esas decisiones que el fútbol toma sin permiso. Libre de Montevideo Wanderers luego de cuatro años y más de 100 partidos, el defensor encara el cierre de una etapa con la madurez de alguien que conoce las reglas del juego y pronto para afrontar un nuevo desafío. Su carrera tuvo una decisión poco común y una vuelta fortuita, pero siempre coherente con lo que sintió en cada momento. Cuando cambió el fútbol por el campo, practicó boxeo y el haber jugado en Cerro y Rampla siendo hincha de uno de los dos.
“Al haber estado tanto tiempo en el club, y más uno como Wanderers que es re familiar, la verdad que la pasé muy bien y los mejores años de mi carrera fueron ahí. Obviamente que duele, pero los futbolistas profesionales sabemos que esto funciona así”, explicó. Los cambios de mando fueron determinantes y la comunicación fue directa y clara: “Hubo un cambio bastante grande en el tema dirigencial, de entrenador (Mathías Corujo) y la decisión del club fue que algunos de los compañeros no continuemos. Me dijeron que no estaba en los planes y no pedí muchas explicaciones, lo acepté”, contó García, que eligió quedarse con lo vivido: “Guardar los mejores recuerdos, desearle lo mejor al club, que es un club impresionante, increíble, que tiene una energía muy buena y que mi familia también supo disfrutar de ir al Viera a verme. Ahora a seguir para adelante”, manifestó.
Desde lo físico, el cierre de la temporada lo encuentra recuperado. “Este año tuve un desgarro que me llevó bastante tiempo recuperarme porque me apuré porque la situación deportiva no era la mejor y yo quería colaborar con el grupo. Me apuré un par de veces y se me hizo larga la recuperación. Ahora estoy bien, terminé jugando y sin dolor”. De vacaciones, pero activo, espera un nuevo desafío.
Salí de Cerro y la gente del barrio sabe que soy hincha del club, pero soy 100% profesional
Criado en el Cerro, barrio que lo marcó para siempre, García hizo juveniles en el Villero y debutó en Primera allí. Más adelante defendió y fue capitán de Rampla Juniors, el clásico rival, pero eso no le generó conflictos. “A los equipos que voy me brindo al máximo. Obviamente que salí de Cerro y la gente del barrio sabe que soy hincha del club, pero soy 100% profesional”.
Aunque defendió a los dos clubes más importantes del barrio, el corazón inclina a García un poco más hacia uno de los dos. "Hincha de Cerro me hizo mi padre que es hincha de toda la vida, por más que no es muy pasional, y mis amigos del barrio también eran de ahí y ya de chico empecé a ir a la cancha. Me incliné por Cerro. Me crié a dos cuadras del estadio y eso me hacía identificarme bastante", reconoció.
Su recorrido no fue lineal. A los 15 años dejó el fútbol para irse a estudiar a una escuela agraria en Florida. “Sentía que en ese momento el fútbol no era mi prioridad o lo que más me apasionaba, el tema del campo me gustaba muchísimo y siempre fui de darle prioridad a lo que sentía”. Dos años después, lo invitaron a un torneo barrial en el Tito Borjas que lo devolvió al camino: “El presidente era dirigente de Cerro y me llevó a las juveniles nuevamente. Estoy contento de haber tomado esa decisión”. En ese mismo período también se puso los guantes, pero sin ir al arco: practicó boxeo. “Siempre lo tomé como un entrenamiento que me gustaba y que estaba bueno, nunca más allá de eso, pero sí con mucha pasión”. Hoy, para desconectar, prioriza lo simple: la familia y los amigos.
Sobre el futuro, no duda: “Por ahora tengo pensado seguir jugando”. Y a los más jóvenes les deja un mensaje claro: “Lo primero que les digo es que lo que hagan, lo hagan con pasión. Si el fútbol es lo que quieren y lo que los moviliza, que den el máximo y que se cuiden a morir”.
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