Hubo quienes le quisieron sacar importancia al clásico entre Nacional y Peñarol porque era por el Intermedio -un torneo de poca magnitud para la historia de ambos clubes-, porque no sumaba puntos para la Tabla Anual o por el momento de la temporada en la que estaban los dos equipos, más con la cabeza en los octavos de final de la Copa Libertadores que en este tramo del Campeonato Uruguayo.
Pero es fácilmente demostrable el valor que tienen siempre los clásicos. Desde las entradas que se agotaron rápidamente a las reacciones del ganador en redes sociales. Desde la euforia de los fanáticos al festejo de los jugadores tricolores, que celebraron con algarabía independientemente de la importancia que cada uno le pueda dar a este torneo que ve como lo tiene a Nacional como protagonista, llegando a los cinco títulos, en una diferencia abrumadora con los Carboneros, que nunca lo lograron obtener.
Fue 1-1 en los 90 minutos fruto de los golazos de Leo Fernández en el primer tiempo (de tiro libre) y de Gonzalo Petit a 10’ del final, en una jugada digna de volver a repasar en la que el juvenil la empezó en su campo y la culminó tras notable asistencia de Mauricio Pereyra.
Todavía no puede sacar la libreta de conducir, tampoco salir del país sin consentimiento de sus padres. Hasta hace unas semanas vivía en la casita de juveniles del GPC. Con 17 años, y de Carmelo, y apenas en su cuarto partido oficial, Petit se transformó en el nombre de Nacional que será recordado en el “clásico de los penales” tras lanzarse 22 tiros en total, fallando dos en la misma tanda Fernández y poniendo a Diego Polenta como el último que anotó después de haber errado el primer remate. Petit puso el empate cuando Nacional lo merecía, y tampoco se achicó cuando tiró su penal, menos aún cuando el capitán venía de haber errado el primero.
Martín Lasarte tuvo su cuota importante de responsabilidad. Vio que tras un inestable primer tiempo de Juan Izquierdo (que tenía amarilla) había que poner a Sebastián Coates; se percató de que le sobraba un volante (Lucas Sanabria) y que había que colocar un jugador más en ofensiva (Pereyra). Al DT tampoco se le movió un pelo al agotar los cinco cambios a falta de un cuarto de partido y que esa última variante haya sido el joven Guillermo López, para darle frescura al ataque.
Los penales lo definieron, pero Nacional hizo un completo segundo tiempo después de que Peñarol había sido levemente superior en el primero. El clásico se fue para La Blanqueada y al final el clásico sí que importaba.