Ferrari enfrenta una encrucijada compleja: adaptar el SF-25 al enfoque agresivo y meticuloso de Lewis Hamilton, o seguir confiando en Charles Leclerc, el piloto que ha probado sacar el máximo rendimiento del coche actual.
Hamilton no logra que el monoplaza funcione con su estilo, no es solo una reflexión personal, es un comentario más amplio sobre lo estrechamente ligados que están el diseño del auto y la técnica del piloto. El éxito pasado de Hamilton se construyó sobre la capacidad de afinar la máquina para una conducción aguerrida, centrada en el eje delantero.
Si Ferrari no puede (o no quiere) modificar el comportamiento del SF-25 para adaptarse a él, entonces estará atrapado en un coche que va contra sus instintos.
El reto va más allá de la técnica, es una batalla política dentro del equipo. Hamilton trae la experiencia y la capacidad de desarrollo de la era Mercedes, mientras que Leclerc representa la continuidad y el talento de casa.
Ferrari debe decidir si busca resultados inmediatos con Leclerc o apuesta por un cambio a largo plazo con Hamilton. En esta batalla, solo uno puede liderar, y la decisión definirá el rumbo del equipo.
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