Diciembre 20 de 2001. Ciudad Autónoma de Buenos Aires. El entonces presidente de Argentina Fernando de la Rúa abandona la Casa Rosada en helicóptero.

Diciembre 20 de 2022. Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Feriado nacional. Un mar de civiles con camisetas albicelestes aguardan al rayo del sol en la Casa Rosada. Su euforia se disipa de manera leve cuando se confirma que el ómnibus escoltado a través de la ciudad por una suma de cinco millones de personas no llegará hasta allí. No cabe un alfiler.

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No hay manera de que un vehículo terrestre atraviese las calles a paso de hormiga. La Copa del Mundo, la selección argentina encabezada por Lionel Messi y el resto de los futbolistas avanzan en un ómnibus descapotable luego de ser recibidos en el Aeropuerto Internacional de Ezeiza y ser trasladados al predio de la AFA donde se congregó una multitud de fanáticos.

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La algarabía fue total en la gente que desde tempranas horas esperaba para ver a los campeones del mundo que recorrieron los 6.2 kilómetros desde el aeropuerto hasta el predio de Ezeiza en 40 minutos, una distancia que en un día normal se hace en apenas 15 minutos, pero que en la madrugada del martes se hizo más larga y en la que los futbolistas hasta tuvieron que esquivar un cable de alta tensión de la vía pública.

La caravana se tiñó de la argentinidad al palo y muchos no quisieron ser menos que el fanático que se colgó el lunes de la punta del Obelisco. Ayer los hinchas desaparecieron calles, paradas de buses, autopistas, puentes, semáforos y todo lo que los acercara a los festejos. Todo fue alegría, pero llegó un momento en que dos hinchas saltaron al micro (uno con éxito) para ingresar en el colectivo que transportaba a los campeones del mundo. El otro cayó al pavimento desde los 5 metros y hasta anoche se desconocía su estado de salud.

La avenida Santa Fe pasó a ser la calle Lionel Messi luego de que los hinchas la bautizaran al actualizar el cartel con un adhesivo. Remeras de la famosa frase del Messi maradoneano “¿qué mirás bobo?”. Un peluche de las tortugas ninja con el que la Pulga, De Paul y Paredes no pudieron evitar lanzar la carcajada ante las bromas que se han hecho con el parecido del personaje animado a Kylian Mbappé.

También cerveza, viajeros con fernet y una réplica del trofeo original acompañaron el trayecto. El plantel bajó del avión con con una réplica de la Copa del Mundo bañada en oro ya que la original, que es de oro macizo (un costo alrededor de los US$ 20 millones), está resguardada en Zürich, sede oficial de la FIFA, por cuestiones de seguridad.

EFE

Pero también hubo otra cara y aquello que había unido a unos 45 millones de argentinos por primera vez después de mucho tiempo tuvo sus grises. Llantas de autos robados en las autopistas linderas a Ezeiza, los colados al ómnibus y las peleas callejeras con botellas de vidrio en mano. Hubo 31 heridos.

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El final fue inesperado en la que Cerati describió como la ciudad de la furia, no tanto por los altercados que eran imaginables, sino por la desilusión de quienes esperaban en el resto del camino y volvieron a casa con la desilusión de una caravana suspendida sobre las 16 horas. De todas maneras, después de 36 años Argentina se trajo la Copa del Mundo a su casa. La última había sido de la mano de Diego Maradona en el 86’. Esta vez de la mano de Leo Messi y Buenos Aires se vistió de fiesta, con su mejor color.