Nahuel Casuriaga
Restaban segundos para el cierre y Urunday Universitario era protagonista de la última posición ante Trouville. Efianayi, figura del Estudioso, se hizo cargo: primero se sacó de encima con dificultad a Santiago Fernández y lanzó notablemente. La pelota bordeó el aro, parecía que entraba y se terminó yendo.

Los hinchas de Urunday no podían creer cómo no entró la pelota de la permanencia. Y los de Trouville celebraban tener una oportunidad más en el alargue.

“Yo estaba en el piso, no vi cómo saca el tiro, pero cuando miré la pelota en el aire veo que es un lanzamiento limpio, iba divina, la vi adentro sinceramente y ya me veía quedar afuera en la hora. Se me pasaron muchas emociones, esos mínimos segundos parecieron horas”, cuenta Fernández, el protagonista secundario de la jugada del partido, quien elogió la “calidad” de Efianayi, que ya había sido héroe del Estudioso en el desempate de la temporada anterior, y se mostró contento porque desde su ingreso el extranjero solo anotó cuatro puntos.

La jugada fue curiosa, y también la forma en la que Fernández se enteró de que no habían descendido. “Al principio siento que la pelota entra porque fue como que bailó, entró y salió, y yo estaba en el piso. Pero luego escuché el grito de alivio de la tribuna y me quedé tirado en el suelo diciendo: 'Bueno, ta, tenemos una oportunidad más; es el momento de ganarlo'.

Foto: Juan Manuel Ramos.

Fernández recordó que cuando Urunday les sacó siete de renta en el último chico todo parecía difícil. “Ahí empecé a pensar que nos íbamos para la B y que los resultados no estaban mostrando todo el trabajo que habíamos hecho”, dijo. Y agregó: “Y cuando veo que baila y sale sentí relajación. Teníamos una bala más y no la podíamos desaprovechar”.

Sobre los cinco minutos posteriores afirmó: “En el alargue jugamos un poco con las emociones, a nivel anímico llegábamos más alto por el tiro que erraron y porque nosotros llevamos al alargue el juego, tuvimos un gran inicio y después lo pudimos mantener”.

Foto: Juan Manuel Ramos.

No es una victoria más para Fernández, no solo por la instancia que jugaron, sino por lo que siente por el rojo de Pocitos: “Trouville es una pasión heredada. No de mi padre (Germán Fernández), sino de mi abuelo (Pepe), que nos heredó ese amor y pasión por el club. Fue el que llevó a mi padre y a mi tío desde muy chico a jugar al básquet, mi padre siguió jugando y formó amigos para toda la vida”.

Asimismo, habló de un número que ya es tradición: “Mi padre tuvo el gusto de jugar en Primera con el 15, como hoy en día lo estoy luciendo yo. Toda la vida jugué al básquet en Trouville y soñaba con algún día jugar en Primera. Poder hacerlo con amigos es un sueño. Sé que mi abuelo está muy orgulloso y los abuelos arriba viéndolo, me pone muy contento porque es algo que ellos siempre quisieron toda la vida”.

Respecto de la polémica que se generó con el arbitraje de Gonzalo Salgueiro por dos infracciones de tres segundos pitadas en contra de Urunday Universitario, Fernández opinó: “Me parece que cuando los jueces tienen que cobrar fallos no se tienen que medir por las instancias que se están jugando, sino si está bien o mal cobrado, porque si no al final pasa a ser subjetivo y no nos estamos basando en las reglas del juego, así que me parece que está muy bien; entiendo la repercusión que tuvo", finalizó el joven talento.