Como los partidos de básquetbol se definen por detalles, los resultados son traicioneros para calificar los rendimientos deportivos. Porque en los hechos Uruguay llegó hasta cuartos de final de la AmeriCup 2025 y eso no es la gran cosa, pero por algo vuelve con la convicción de que hay motivos para ilusionarse.
Primero porque antes de jugar este torneo que para Uruguay ya terminó, era una obligación clasificar y el equipo de Gerardo Jauri lo hizo con dos fechas de antelación. Y después por estuvo lejos de ir “a ver qué pasa”, como repitieron varios protagonistas antes de viajar, fueron convencidos a intentar ganarle al rival que hubiera enfrente.
Demás está decir que los objetivos principales no eran ganar o subirse al podio, sino presentarnos al continente como lo hicimos: con una selección renovada y competitiva, con un estilo bien marcado de intensidad defensiva y ataque colectivo, y poner un mojón sobre el que seguir trabajando de cara a un futuro que parece prometedor.
Con solo un par de semanas de preparación pero mucha planificación del cuerpo técnico, la Celeste se presentó con un plantel de 26 años de edad promedio, solo tres plus 30 y cinco sub 23. Porque a entender del entrenador “es importante que puedan tener una experiencia de este calibre”.
Es decir que los objetivos más tangibles son los que vendrán y también lo dejó entrever Jauri desde Managua, cuando hizo hincapié en que Uruguay no clasifica a un Mundial desde 1986 y estos jugadores están capacitados para decir presente en el de Qatar 2027, para cuando ya están trabajando.
También destacar que hubo al menos tres ausencias que integraban la preselección: Agustín Ubal (22 años) por compromisos contractuales con su nuevo equipo (el Baxi Manresa de la Liga ACB), y Nicola Pomoli (26) y Martín Rojas (27) por lesión.
Pero esta selección se le plantó a Brasil, otrora acostumbrado a ganarnos sin pisar el acelerador. Le ganó un partido histórico a una selección de Estados Unidos de Euroliga y lo volvió a poner contra las cuerdas en cuartos de final. Y derrotó sin chistar al rival más débil del “grupo de la muerte”, Bahamas, cuando no podía fallar.
La Celeste dio la nota, Jauri sacó apuntes y los uruguayos nos volvimos a ilusionar con un equipo que representó la garra y carácter que siempre nos identifica.
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