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La irritación frentista

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En las últimas semanas, y con espacial intensidad este lunes, la economía internacional se ha visto convulsionada por varios shocks que la han golpeado simultáneamente.

La expansión y los efectos recesivos sobre la economía global del coronavirus ya son palpables, y la guerra desatada entre los países productores de petróleo impactaron en las bolsas, con efectos aún por determinar sobre la economía real.

En este momento es virtualmente imposible definir el impacto que esta situación tendrá sobre el producto mundial, aunque indudablemente será negativo. En nuestro país algunos efectos serán visibles, como un menor flujo exportador a China y mayores complicaciones para otros socios comerciales que ya estaban en problemas, especialmente Argentina.

El incremento del dólar ha sido la variable más comentada y discutida en los últimos días. Este debate, como es habitual en la tierra purpúrea se ha politizado hasta ribetes ridículos por la oposición frentista, causando vergüenza ajena si no fuera porque el paso del tiempo nos ha ido acostumbrando.

Desde el inefable exdiputado Asti hasta la exsenadora Moreira -ambos ex gracias a la sabiduría popular- pasando por otros dirigentes que estrenan su rol de políticos y parlamentarios notoriamente sin haber hecho el calentamiento previo, se acumulan los dislates, la ignorancia o la mala fe en porcentajes difíciles de discernir.

El dólar se ha fortalecido en las últimas semanas, y especialmente en los últimos días, en todo el mundo, con un empuje importante en los mercados emergentes. Basta comprobar los datos de la región, por ejemplo, de nuestros vecinos del norte, para comprobar que estamos evidentemente ante un fenómeno global. El Banco Central del Uruguay ha hecho lo que había anunciado que haría, moderar los movimientos bruscos siguiendo la tendencia de los fundamentos del mercado.

La convulsión de la economía internacional se debe al coronavirus y la guerra de precios del petróleo entre Arabia Saudita y Rusia, no al triunfo de la coalición multicolor.

Cabe recordar, además, que nuestro país acumulaba un atraso cambiario importante, forzado por el ciclo electoral en los últimos años de la pasada administración, por lo que en circunstancias normales parte del incremento del tipo de cambio nominal debía ser para corregir el desajuste pasado. En este sentido, el incremento del dólar se debe a la situación internacional, lo que es evidente para cualquier persona que prenda una televisión o abra un diario, y por el atraso cambiario producido durante las administraciones frentistas.

Las críticas de la dirigencia frentista, por tanto, al equipo económico del nuevo gobierno a 10 días de haber asumido son infantiles y solo demuestran las ansias por criticar todo, incluso los aciertos. Basta ver que también se está criticando la acción del ministro Larrañaga, incluso por operativos exitosos como el organizado para la marcha del 8 de marzo, que permitió la más completa libertad de expresión sin los atentados a iglesias e instituciones públicas de años anteriores. Al final no era tan difícil, alcanzaba con voluntad política y buena planificación.

La convulsión de la economía internacional se debe al coronavirus y la guerra de precios del petróleo entre Arabia Saudita y Rusia, no al triunfo de la coalición multicolor como afirma estólidamente una troupe de dirigentes frentistas. Midiendo mal los tiempos y los temas, porque le pegan a un gobierno que recién asume sus funciones y se encuentra arreglando los entuertos dejados por el Frente Amplio, solamente se exponen al ridículo porque los uruguayos comprenden bien lo que sucede.

En los próximos meses ya se empezará a sentir la acción de las nuevas autoridades y veremos cómo libertad y orden son compatibles, cómo es posible reducir el déficit fiscal en vez de incrementarlo año a año inventando excusas cada vez, cómo es posible darle oxígeno a la producción nacional para reactivar la economía y cómo se pueden implementar políticas sociales que reduzcan la fragmentación social en vez de aumentarla.

Dice el dicho que no existe nada más gratificante que ver a una persona que dice que no se puede hacer algo y sea interrumpida por alguien que sí lo lleva a cabo. Por el efecto contrario, la dirigencia frentista está enojada y sale destempladamente a criticar absolutamente todo lo que se mueve. Les duele ver que su inutilidad no era un defecto congénito nacional sino su propia culpa. Lo peor es que van a estar cada vez más irritados porque el nuevo gobierno, un día sí y otro también, los va a dejar pegados demostrando cómo lo que ellos decían que era imposible de solucionar se va encaminando con patriotismo, sereno coraje y sentido común.

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