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Buen ímpetu turístico

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Por aquello de que que todo tiene su contracara, el muy buen tiempo que tanto está ayudando a la temporada veraniega, se ha vuelto en un problema que se agrava día a día en el agro.

El sol disfrutable en la playa es también parte en esta interminable sequía que afecta los campos.

Lo de la temporada veraniega es buena noticia y de ello hay que tomar nota. Deben hacerlo quienes viven del turismo, quienes se preparan año tras año para que sea una temporada buena, e incluso quienes dudan de ella pese a la evidencia que dan los números.

Es bien sabido que siendo una temporada corta en comparación a otros centros turísticos veraniegos del mundo, el momento explosivo lo marca la primera quincena del año. Según como se inicia el año, es posible prever (siempre con prudencia) su eventual desarrollo.

La verdad es que el arranque fue estruendoso. Desde unos días antes de fin de año empezaron a llegar visitantes de Argentina y de Brasil y colmaron los principales balnearios del este, aunque también tuvieron su impacto hacia el oeste, en el departamento de Colonia, cuyo atractivo sigue creciendo a ritmo más pausado, pero sin detenerse.

La cifra de gente que llegó en esa primera quincena es realmente impresionante. Es verdad que, como es tradicional, dicho movimiento sufre una leve reducción en la segunda mitad de enero y en parte de febrero, con otro pico alto en carnaval.

De todos modos, ese primer dato de como arrancó enero es alentador pues marcó un nivel inusualmente alto que permite incluso cubrir cualquier eventual caída a lo largo del año.

Importa marcar esto no solo porque los agoreros de siempre, mientras toman sol en las playas de Maldonado, ven como malo el arranque del año. Importa, más bien, porque tras la pandemia Uruguay retoma con fuerte ímpetu una actividad que le deja buenos ingresos y que atrae inversiones.

Es además una actividad que genera genuino empleo, si bien zafral. La robotización puede aplicarse en muchas actividades comerciales e industriales, pero el turista pretende en sus viajes recibir atención personalizada.

De ese modo, son muchas las tareas remuneradas que giran en torno al turismo y dan empleo al menos por dos o tres meses a mucha gente.

Se habla de que los argentinos y brasileños se concentraron más bien en Maldonado y que Rocha recibió a pocos. Es probable que así haya sido. El turista que va más allá de Punta del Este es quizás quien hoy más sufre la crisis en Argentina. De todos modos, Rocha arrancó muy bien su temporada, quizás con una afluencia mayormente uruguaya.

A los hoteles, campings, restaurantes, inmobiliarias y otros servicios que viven de los visitantes poco les importa de donde vienen, mientras vengan. Por lo tanto, aún habiendo menos argentinos en las costas más alejadas, la temporada igual tuvo un buen arranque.

Y si los argentinos se concentran en esta ocasión solo en el área de influencia de Punta del Este, el número sigue siendo altísimo: vienen, disfrutan, gastan y dejan sus divisas.

A ello se suma la llegada de los cruceros a lo largo de estos meses. Es mucha gente de todos lados del mundo, que está un día o dos en Montevideo (también, aunque un poco menos, en Punta del Este), que recorre el centro y toma excursiones. Es zafra para mucha gente incluso para guías turísticos (y si bilingües, mejor).

Ante este panorama, Uruguay tiene que seguir apostando al turismo. Buscar formas de alargar la temporada explorando alternativas que no sean solo playeras.

Descubrir lugares que por su encanto sean atractivos especialmente en primavera y otoño. Y generar en esos sitios una infraestructura que sea cómoda y seductora para el visitante.

También importa cuidar las redes viales que hacen fácil salir de Montevideo y acceder a los lugares más buscados. Hoy por ejemplo, la salida hacia el este es cada vez más endemoniada. Existe la idea de ir avanzando una doble vía por las rutas 8 y 9. Pero antes hay que asegurarse que será una ruta a campo traviesa. No puede pasar lo de la Interbalnearia que hasta Parque del Plata parece más una avenida de tránsito lento, que una ruta de vía rápida. Para la cual además, se paga peaje.

Se da la paradoja de que así como en el resto del mundo, las grandes rutas pasan por fuera de centros poblados (como una perimetral), acá la urbanización se hizo pegado a una ruta y convirtió esa salida en una pesadilla. Ante nuevos proyectos, debe estar previsto que eso jamás vuelva a suceder.

No hay que hacerle caso a los que siempre ven negro donde hay claridad. La temporada empezó bien. Es de esperar y desear, que siga bien.

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