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Tecnología y libertad de expresión

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Marcelo Gioscia Civitate | Montevideo
@|La reciente convocatoria a la Cumbre de Brasilia que efectuara el Presidente Luiz Inacio Lula Da Silva a sus colegas latinoamericanos con la finalidad de “reactivar los mecanismos de integración sudamericana”, ha puesto de manifiesto una realidad que, de no haber sido por la tecnología disponible, el único discurso que hubiera tenido difusión era el del anfitrión, lo que hubiera sido realmente inaceptable.

Pretender difundir sólo su “verdad” en defensa del régimen dictatorial de Nicolás Maduro resultó ineficaz, ya que por fortuna las voces de los mandatarios más jóvenes que asistieron a ese encuentro quedaron registradas a sí mismo y desde su celular en una “auto grabación” de imagen y sonido, que salvaguardó su legítimo derecho a opinar y registró sus intervenciones, difundidas en directo por Instagram Live, al conocerse que la televisión brasileña no trasmitiría otro discurso que el de Lula.

Tanto nuestro Presidente de la República, como el Presidente de la República de Chile alzaron su voz para disentir y dijeron no otra cosa que la verdad: en Venezuela existe una dictadura que ha significado pobreza y desarraigo para millones de sus habitantes.

Pretender, como lo quiso el mandatario norteño, que las referencias a los atropellos a la democracia y a los derechos humanos en Venezuela se traten de un “relato”, es desconocer la flagrante realidad que se vive en ese gran país petrolero.

Era imposible no alzarse contra esa visión que ofende a todos los demócratas y republicanos, pero por sobre todo a los miles de perseguidos, torturados y muertos por las fuerzas represivas de un régimen a todas luces totalitario.

Régimen dictatorial al que, lamentablemente, han aplaudido dirigentes sindicales de nuestro país, sin que se les mueva un músculo.

Es muy cierto que las ideologías muchas veces nos han alejado del objetivo de integración, pero resulta inadmisible pretender ocultar la realidad que rompe los ojos.

Debe llamarse a las cosas por su nombre, si es que en verdad se quiere recomponer y ayudar a restaurar la institucionalidad democrática perdida en ese formidable pero hoy empobrecido país. La grieta ideológica evidentemente existe, y la declaración conjunta que Brasilia pretendía se firmara por todos los Jefes de Estado de América del Sur, sufrió cambios que habilitaron la firma por parte de nuestro mandatario en nombre de Uruguay. Entre ellos evitar la mención a la Unasur que nuestro país rechaza y del que se retiró en marzo del año 2020, así como el compromiso por la democracia y la vigencia de los derechos humanos, pese a la situación venezolana.

La acertada intervención del Presidente uruguayo en Brasilia merece nuestro aplauso y el de todos los que entienden la importancia de vivir en un Estado de Derecho, donde se respete la libertad de expresión y en suma todos los derechos humanos; y donde se permita vivir en un régimen de seguridad jurídica y libertad por la pública felicidad.

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