La pelusa

El Gramillero | Montevideo
@|Llegó la primavera y como todos los años los plátanos del ornato público lanzaron al aire sus millones de semillas. Como todos los años por esta época los montevideanos estornudaron, se fastidiaron y protestaron contra los plátanos. Como todos los años los noteros de los informativos de tv salieron a la calle a cubrir el episodio y recoger los comentarios, las lágrimas, las toses y las quejas de los montevideanos. Ni a los montevideanos se les pasó por la cabeza ni los periodistas osaron preguntar si la culpa de las toses, las lágrimas y las broncas no correspondía cargarla más bien en la cuenta de la Intendencia Municipal que no barre, antes que a los pobres plátanos que semillan sin poder evitarlo.

Cuando los periodistas abren el período de preguntas y sugerencias aparecen toda clase de soluciones: sustituir gradualmente los plátanos por otro árbol, podar en primavera; etc. etc. Cualquier cosa menos lo obvio: exigirle a la Intendencia que barra las calles. Lo obvio nadie se atreve a proponer o a preguntar.

El problema de verdad no es la pelusa que largan los plátanos; es la pelusa alojada en la cabeza de tantos montevideanos, los que aceptan la exclusión de lo obvio: que la Intendencia no barre las calles todos los días, o que no recoge la basura o que no haga nada por mejorar la circulación… y siguen votando por el Frente Amplio.

El frentista montevideano aguanta sin protestar y sin siquiera permitirse imaginar una hipótesis alternativa; y vota sin protestar. Ya lo dijo Sendic en un momento de sinceridad involuntaria: no se preocupen por el candidato que vamos a poner: si ponemos una heladera sale igual. ¡Y así salió Ana Olivera! ¡Y antes Ehrlich! Y después los demás, que no son elegidos en función de Montevideo sino en arreglos internos.

Montevideano progre, si te lloran los ojos con la pelusa (o con la contribución inmobiliaria y los impuestos), vos tenés la culpa.