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Versos del Frente

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Tomás Teijeiro
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La batalla definitiva por recuperar las libertades perdidas en estos tres gobiernos del Frente Amplio ya comenzó.

Es por esto que los blancos, a quienes nos ha tocado la responsabilidad histórica de ser líderes y artífices de la evolución política del concepto de coalición para rescatar al país del despeñadero, tenemos la obligación de hablar sin complejos.

Heredaremos un Uruguay despedazado. Un país donde durante tres lustros habrán gobernado esquizofrénicamente por momentos el Foro de San Pablo, el ala dura e intransigente de un sindicalismo marxista y anticuado, y en otros una tibia socialdemocracia que nunca se animó a embanderarse del todo con el concepto de democracia plena.

Llegaremos al final del ciclo voluntarista del FA con un país endeudado, con una sociedad fracturada con la moral quebrada, sin seguridad ni educación, con unas relaciones laborales donde gobierna la prepotencia, y con nuestro prestigio internacional por el suelo después de haber hecho la vista gorda a los abusos de la siniestra dictadura venezolana. La relatividad aplicada a los derechos humanos (como si estos tuvieran color político), será seguramente el desgraciado legado que recibiremos en materia de política internacional, junto con el servilismo consecuente hacia la OCDE. Todo un símbolo de la coherencia de ideas en la izquierda uruguaya.

La mediocridad, el mediocampismo, y la condena al éxito surgirán nuevamente en una campaña que ya se asoma complicada, como medios de apelar a la fidelidad del asistencialismo que han creado y alimentado vulnerando el más mínimo respeto que se debe a la dignidad humana, que es el de dar oportunidades y no dádivas.

Así, y al margen de patéticos arranques electoreros en materia de seguridad y educación, arremeterán con los versos de siempre que integran el menú de todo buen "progre" contemporáneo.

Volverán a aburrirnos hablando de "uruguayas y uruguayos", de cuestiones "participativas", "inclusivas", "solidarias", "progresistas", "redistributivas", harán grandes discursos contándonos cómo lucharon contra lo "discriminativo" y contra lo "represivo", y todo será mera retórica, porque cualquiera sabe que solo incluyen, participan, no discriminan, y no reprimen cuando les conviene.

Tratando de captar dormidos parecerán angelitos moderados, y hablarán sensatamente. Hasta criticarán a su partido y al Gobierno, y se exaltarán indignados en la redes sociales con cualquier desgraciado hecho al que nos someta la inseguridad en la que nos hundieron. Por más cara de santos y discursos razonables con que ahora se despachen, estos señores seguirán viendo al mundo en clave "nosotrosellos", aún no habrán renunciado a Marx y sus secuaces, continuarán añorando al barbudo dictador caribeño y al sanguinario Che y abonando la cultura del conflicto; no habrán evolucionado nada.

Disimularán, pero siempre sus intereses políticos estarán primero; no creerán ni por un segundo en el Estado de Derecho.

Es por esto, que los blancos debemos repetirnos como si fuera una jaculatoria: "rule of law, rule of law, rule of law" mientras lideramos una coalición de partidos de matriz democrático republicana, y así las cosas también estar atentos para que no se nos suba al carro alguno que no comparta este concepto innegociable.

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