En la lejana Sri Lanka, donde en 1971 una revuelta organizada por el Janatha Vimukthi Peramuna (Partido Comunista) fue aplastada por una represión brutal ordenada por la primera ministra Sirimavo Bandaranaike, acaba de ganar la elección convirtiéndose en el nuevo presidente Anura Kumara Dissanayake, el líder marxista de los comunistas cingaleses.
Una noche de abril de aquel año funesto, decenas de miles estudiantes comunistas de colegios secundarios y de las universidades se rebelaron en todos los rincones de la isla que está al sur de la India. Muchos se proclamaban maoístas, muchos otros decían ser guevaristas, pero todos respondían al mismo plan. Querían tumbar un gobierno en el que también había marxistas.
La juventud armada con fusiles, cocteles Molotov, cartuchos de dinamita y también pistolas y cuchillos, mantuvo la mayoría de los pueblos y aldeas bajo ocupación, aunque no pudieron ingresar a Colombo, la capital.
Sirimavo Bandaranaike, la viuda del líder independentista Solomon Bandaranaike, que hizo campaña para su primer gobierno llorando en todos los mitines por el asesinato de su marido, ordenó aplastar la rebelión de los jóvenes comunistas. Y su orden se cumplió de la manera más brutal.
El ejército del país que está en la isla de Ceilán, nombre con el que existió como colonia británica, masacró, violó, ahorcó, torturó, arrojó por acantilados y fusiló a miles de insurrectos izquierdistas Eso ocurrió en el país cuyo nombre oficial es República Democrática Socialista de Sri Lanka y que gobernaba por una coalición de izquierdas.
Posteriormente, hubo otras guerras brutales. Una nueva rebelión izquierdista en los ochenta, mientras ya se desarrollaba otra guerra interna, pero de carácter étnico.
En esa isla asiática la mayoría de la población es de raza cingalesa y religión budista, pero en el norte predomina una etnia que proviene de la India.
La minoría tamil, descendiente de campesinos originarios del estado Tamil Nadu, en el centro de la India, que fueron injertados por el colonialismo inglés para que cosechen el té de la Península de Jafna, conformó una guerrilla para separar las tierras que habitaban en el norte de la isla. El movimiento armado Tigres de la Liberación del Eelam, fundado por el independentista tamil Velupillai Prabhakaran, inició en 1976 una guerra sangrienta que duró 26 años.
Pero el recuerdo de aquel abril de 1971 más las olas de violencia izquierdista de los ochenta, quedó como uno de los peores traumas del país. Desde entonces, los comunistas quedaron al margen de los gobiernos. Parecía imposible que un miembro de esa cofradía ideológica llegara a la cima del poder. Sin embargo, eso es precisamente lo que ocurrió este fin de semana.
El punto de inflexión en la política de Sri Lanka fue el 2022, cuando la dinastía política Rajapaksa cayó por una crisis económica que causó una inflación galopante y desabastecimiento de combustibles, alimentos y otros productos de primera necesidad, además de larguísimos cortes diarios de la energía eléctrica.
A pesar de que el gobierno de su hermano Mahinda había logrado nada menos que la derrota total de la guerrilla tamil, Gotabaya Rajapaksa sólo pudo gobernar tres años porque multitudes indignadas pusieron Colombo patas para arriba, llegando incluso a ocupar la residencia presidencial tras la huida del gobernante a Maldivas.
Las imágenes de miles de personas trepando por las escalinatas del deslumbrante palacio, invadiendo sus salones y sus aposentos, arrojándose a las piscinas y saltando en la cama del líder derrocado, mostraron el hastío reinante con la clase dirigente tradicional.
Eso comenzó a abrir la puerta del anti-sistema, que en Sri Lanka, a partir de la década del setenta, es la izquierda marxista. Y tras un interregno de menos de dos años, las urnas terminaron dando la presidencia a Anura Kumara Dissanayake.
Otra postal increíble está recorriendo el mundo: las calles de Colombo cubiertas de banderas rojas y siendo recorridas por caravanas de autos encabezados por el que ocupó el presidente electo, marchando entre multitudes con inmensos carteles con el rostro de Marx, de Lenin y de líderes comunistas de Sri Lanka.