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El Ministerio de Ambiente impulsa una iniciativa enfocada a la conservación de la especie nativa más emblemática de nuestro país: el venado de campo (Ozotoceros bezoarticus). Hace casi 40 años el Parlamento uruguayo declaró a este hermoso cérvido “Monumento Natural” con el firme propósito de revertir su alarmante proceso de desaparición en todo el territorio nacional.

Pero esta protección total que le brinda el marco legal, en buena medida está restringida al texto de la norma. En los hechos, lo que separa al venado de campo de su extinción en Uruguay es la encomiable voluntad de un puñado de productores rurales, de garantizarle su supervivencia dentro de sus predios.

Para tener una idea del proceso experimentado por sus poblaciones salvajes, en el siglo XIX abundaban a lo largo y ancho del país, siendo en muchas zonas considerablemente más abundante que los vacunos y ovinos.

La caza deportiva, algunas enfermedades compartidas con el ganado, así como cambios profundos en el uso de la tierra conspiraron para que sus poblaciones descendieran de manera acelerada y sostenida, quedando en la actualidad solamente un par de minúsculos grupos en Salto y Rocha. Que el venado de campo no sea en la actualidad una especie extinta de nuestra fauna nativa, se lo debemos al firme compromiso y a la preocupación demostrada por esos ciudadanos -heredada de sus ancestros- de protegerlos sin que ello les impida desarrollar sus actividades productivas en esos potreros.

Desde luego no es tarea sencilla porque, aunque el venado convive perfectamente con el ganado vacuno, es un competidor por las pasturas forrajeras.

La conservación de las especies nativas es una prioridad nacional y departamental porque protege la estructura y el funcionamiento de los ecosistemas. Cuánto más equilibrados y maduros se mantienen, mejores son los servicios ambientales que brindan, mayor es el cuidado de los bienes ambientales presentes, y menores son los pasivos ambientales.

Desde la óptica del ciudadano común cada vez se torna más difícil captar esas realidades porque nos hemos alejado demasiado de la comprensión intrínseca de la naturaleza que nos rodea.

El bioma pradera -predominante en todo el territorio nacional- en su versión más rica y biodiversa necesita de todas las especies nativas que lo conforman para ofrecernos sus mejores servicios ambientales (variedad y distribución de pasturas naturales, calidad del agua, del suelo, del aire, regulación del clima, paisaje, etc.). El hecho de que no lo percibamos no va en detrimento de su importancia.

La iniciativa ministerial consiste en ayudar de la manera más directa posible, a esos ciudadanos protectores de los venados exonerando de ciertos tributos asociados a la tierra a los predios donde aún sobreviven. Pretende ser un reconocimiento, y a la vez un estímulo debido a la mencionada competencia forrajera que su presencia significa. La intención es que se incluya en la Rendición de Cuentas que se aprobará este año en el Parlamento.

Dados los exiguos rebaños de venados existentes, queda claro que con la aprobación de esta exoneración tributaria el impacto en las recaudaciones departamentales o nacionales será insignificante.

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