Ca Estoy en Madrid, recién llegado a la calurosa capital de España. Los trámites previos al viaje me recordaron cuánto me cuestan los cambios.
Soy de la vieja escuela. La de llegar al mostrador de la aerolínea con el pasaje impreso y el pasaporte y entregarlos a la funcionaria para que haga todo el trámite.
Prefiero eso a llenar por internet o en una aplicación del teléfono los datos y los formularios sanitarios. No me puedo quitar de encima la inseguridad de que pude haber hecho algo mal y perder el vuelo.
Envidio a los jóvenes, nativos digitales, que hacen todo a gran velocidad y con confianza. Los que llegan al filo de la hora de salida y no dos horas antes como yo. Acepto que es mucho mejor el mundo de ellos que el mío pero me cuesta cambiar.
Me planteo esto mientras espero para embarcar y leo sobre las reformas de fondo que se están haciendo en la Educación de nuestro país. Centros María Espínola, carrera docente con visión integral, educación técnica enfocada a la realidad del mundo del trabajo y extensión del tiempo pedagógico a contraturno.
Un avance como no se veía desde las reformas de Germán Rama.
Los sindicatos de la educación se oponen.
¿Qué quieren? ¿Seguir en el retroceso que las pruebas PISA ponen de manifiesto desde hace quince años?
Cómo me pasa a mí en el mostrador de la aerolínea prefieren seguir con el mismo sistema antiguo. No se dan cuenta que el mundo cambió y o nos adaptamos a él o nos deja fuera.
Las actuales autoridades de la educación, empezando por las del Ministerio y siguiendo por las de la Anep, tienen una impronta de trabajo serio y de fondo. Ese que quizás no luce enseguida pero deja la huella de la mejora en el largo plazo.
Se trata de profesionales del tema que no son mediáticos sino expertos. Esto es un problema en el mundo actual donde se quiere todo y ya. Es sabido que las reformas educativas de fondo, como las de la seguridad social, son aburridas, difíciles de entender y de poco atractivo para la discusión pública. Parecería ser que los que proponen estas cosas no consiguen atraer la atención.
Zygmunt Bauman en su libro “La Ceguera Moral” (Editorial Paidós 2013) nos advierte de ello al decir que: “Es un secreto a voces que la nuestra es la época en que la política se retira; observemos los numerosos payasos políticos que hoy en día adquieren mayor popularidad que cualquiera de los anticuados políticos del tipo burocrático o experto porque o “las noticias políticas“ se someten dócilmente a las reglas del info entretenimiento o no tienen otra posibilidad que la de ser ofrecidas a un estrecho y normalmente marginado nicho de audiencia“.
Bauman era profesor de la Universidad de Leeds y Premio Príncipe de Asturias en el 2010. Falleció hace un par de años.
¿Será cierto que la política se retira? ¿Qué hay numerosos payasos políticos que adquieren mayor popularidad que los políticos del tipo experto o burocrático?
¿La política en serio está siendo sustituida por la política como entretenimiento?
¿Será que, como afirma Vargas Llosa en “La civilización del espectáculo”, la frivolidad de la política es síntoma de un mal mayor que aqueja a la sociedad contemporánea: la suicida idea de que el único fin de la vida es pasársela bien?
Si miramos al mundo parecen haber ejemplos a favor y en contra de esas afirmaciones.
Ha habido verdaderos cómicos o payasos de profesión que incursionaron en política como Beppe Grillo en Italia, Coluche en Francia o el payaso Tirica en Brasil.
Si miramos a América del Sur tenemos muchos ejemplos en los que se mezclan política y diversión mediática. Si esto fuera así, definitivamente, la política parece estar en retirada.
No me animo, como Bauman, a llamarlos payasos, pero sí políticos que apuntan mucho a la polémica y el info entretenimiento.
En nuestro país a veces parecería ser que vamos en ese camino de privilegiar el info entretenimiento en lugar de la política en serio.
Un ex presidente que dice una cosa y luego otra, que durante su mandato no tuvo capacidad de ejecución y concreción, pero se retira con una alta popularidad.
Otro ex presidente, dos veces mandatario, columnista en los principales diarios del mundo, estudioso, preparado y referente en diversos círculos intelectuales, que no goza de la misma popularidad.
Quizás como dice Bauman ello se debe a que estamos corriendo el riesgo de que lo que importa sea el entretenimiento y no la solución de los problemas que nos afectan como sociedad.
La falta de atención a temas tan trascendentes como la reforma de la educación debiera ser una alarma.
Oponernos al cambio sencillamente porque nos saca de nuestra zona de confort, de lo que hicimos siempre, aunque ello nos prive de vivir mejor es un error. Animarnos a adaptarnos al mundo actual, plantear los temas de fondo con valentía debiera ser el camino.
Al retornar voy a hacer el check in por internet. Por más que me crea inseguridad. Sé que va a ser mejor. Si funciona en el mundo ¿porqué no lo hará conmigo?