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La pobreza y las pobrezas

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AGUSTÍN ITURRALDE
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Se conoció un muy buen documento de Matías Brum y Mauricio Da Rosa del Instituto de Economía de la Udelar. Sus principales conclusiones son que probablemente ya estamos ante un aumento de la pobreza dada la caída abrupta en los ingresos de muchas familias.

Cuantifican en aproximadamente 100.000 personas este aumento. Se trata de valiosos aportes para el abordaje de la emergencia actual. Al leerlo me surgieron dos ideas que quisiera compartir.

No pude dejar de notar la falta de referencias a la evolución anterior al Covid de algunos indicadores. La propia pobreza monetaria experimentó un aumento leve los últimos dos años, en 2019 hubo 30.000 personas pobres más que en 2017. Esta pequeña suba representa un cambio de tendencia consistente con la evolución de otras variables. También el ingreso medio de los hogares y de las personas cayó levemente en 2018 y 2019. Estos cambios de tendencia luego de 2017 parecen razonables si atendemos al profundo deterioro del mercado laboral desde 2015. Llama un poco la atención que la evolución reciente de estas variables no haya merecido más atención en el buen trabajo de los colegas del Instituto de Economía.

En segundo lugar un comentario general sobre la evolución de la pobreza en las últimas décadas. Uruguay bajó la pobreza monetaria durante la mayoría de los gobiernos posdictadura. Pasamos de un 46% en 1986 hasta el 9% de 2019. Sin embargo esa mejora no se verifica en otras pobrezas y brechas sociales. Mientras redujimos la pobreza monetaria, aumentaron los asentamientos y la gente en situación de calle, persistió el fracaso educativo y se disparó exponencialmente la violencia. Muchas personas dejaron de ser pobres por ingreso (cosa imprescindible) pero siguieron sufriendo otras privaciones. En ese contexto, no extraña que caídas económicas tengan tal capacidad inmediata de aumentar la pobreza monetaria. De alguna forma, muchas personas por encima de la línea de pobreza siguen siendo pobres. Desde el Centro de Estudios para el Desarrollo publicamos recientemente un informe, liderado por Leonardo Altmann, que intenta estimar características de este grupo de personas al borde de la línea de pobreza con valiosas conclusiones.

En 2002 vimos cómo la crisis se llevaba puesta casi toda la mejora en pobreza monetaria de los 15 años anteriores. Todo indica que estamos ante un fenómeno mucho más moderado. El planteo de la gente del Iecon apunta a mitigar ese aumento de la pobreza monetaria a través de refuerzos a las asignaciones familiares y tarjeta Mides. Más allá de la discusión de la magnitud de las medidas se trata de ideas razonables, de hecho el gobierno ya ha avanzado en esta línea y es probable que necesite seguir haciéndolo. En esta emergencia debemos auxiliar las carencias materiales más elementales. Todo indica que evitaremos extremos lamentables como los vividos a principios de este siglo.

Cuando esto pase debemos mirar la realidad a la cara. Esta pobreza no la trajo el COVID el 13 de marzo, la recesión económica solo saca su cara más urgente: la monetaria. Luego de aliviar la urgencia debemos atacar el problema de fondo. Una nueva generación de políticas sociales debe promover personas mucho más libres y autónomas y una real integración social y territorial.

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